¿En qué consiste la grandeza de la nación?

Ramón Arias | 4 de abril de 2016

¿Cómo se define el término «mayor»? Constantemente se nos dice que Estados Unidos es el país de mayor grandeza en la historia del mundo. Millones de personas que quieren venir aquí están de acuerdo y hacen todo lo posible para llegar a estas tierras de manera legal o ilegal.

Hay algo de verdad en la idea de la grandeza de Estados Unidos si se limita al desarrollo material de la sociedad y su contribución al mundo. Sin embargo, Europa Occidental, Canadá, Nueva Zelanda y Australia, Japón, Hong Kong, Corea del Sur, Rusia y otras naciones desarrolladas discutirían eso porque ellas también se ven como grandes. Si decimos que somos la nación más libre del mundo, muchos países debatirían sobre eso también. 

Con toda honestidad, ¿cómo podemos decir que Estados Unidos del siglo 21 es el país de mayor grandeza del mundo cuando mostramos todos los síntomas de una cultura decadente y al borde del colapso? En la actualidad, nadie en su sano juicio puede negar que nuestra decadencia moral como nación dice mucho acerca de quien somos. Eso por sí solo es suficiente para mostrar que no somos diferente a cualquier otra nación en el mundo; esto es una píldora difícil de tragar porque un día vamos a tener que enfrentarnos con esta realidad, y sinceramente espero y oro para que no sea demasiado tarde para los Estados Unidos.

No me malinterpretes. Sé que Estados Unidos comenzó con una base de grandeza, pero ahora está muy lejos de ella. El primer paso para salir de cualquier desastre es reconocer la verdadera condición del asunto. La negación de un peligro real es un pensamiento delirante y peligroso. Esto es más fácil decirlo que hacerlo, especialmente cuando nos aferramos a tiempos pasados ​​o pensamos que algún día las cosas serán mejores con sólo tener la esperanza de que así será o tener fe en un plan alternativo pero sin tener que trabajar para hacerlo una realidad.

La esperanza y la fe válida se sostienen en las ideas sólidas que nos pueden sacar de la oscuridad cultural. Pero esto presenta otro problema, ¿cuáles ideas sobre la esperanza y la fe vamos a elegir para que nos den los mejores resultados probados? Esa es la verdadera encrucijada.

Hasta que reconocemos que la columna vertebral de Estados Unidos está siendo removida pieza por pieza, y que el cuerpo social se está colapsando, vamos a seguir creyendo las mentiras que siempre hemos sido alimentados. ¿Qué parte de la sociedad puede sobrevivir con dosis diarias de mentiras? La respuesta de la historia es, ¡absolutamente ninguna! Las mentiras nunca harán a la persona o a la sociedad y sus instituciones grandes, ¡nunca!

Sin embargo, ¡hay esperanza para Estados Unidos! Ella puede ser realmente mejor que nunca si el significado y la aplicación de las leyes de Dios son restauradas. No es difícil darse cuenta de que las normas bíblicas se han erosionado. Sin las normas morales de Dios como columna vertebral el comportamiento humano no tiene freno y continuará creando el caos debido a su libertinaje.

Una sociedad sin ley es aquella que abraza la conducta pecaminosa, ya que acepta el pecado como lo normal. ¿Qué podemos esperar de esto? ¡Nada bueno! El pecado es terrible. Juan, el apóstol, en sus escritos tiene esto que decir acerca del pecado: “Todo el que practica el pecado, practica también la infracción de la ley, pues el pecado es infracción de la ley”. (1 Juan 3:4)

El pecado contamina la ley de Dios y si una persona, y una sociedad, transgrede la ley inviolable de Dios pasan a estar bajo su condenación. Las sociedades pueden presumir de sus leyes y de la supuesta “política correcta”, pero en realidad eso conduce hacia la locura porque rompen la ley irreversible de Dios y que los convierte en malhechores. Todo el que quebranta la ley debe ser enjuiciado.

La muerte de Jesús en la cruz es el enlace para que la humanidad pueda reconciliarse con Dios y Su forma de gobierno. Los delincuentes arrepentidos tienen aceptación en la expiación de Cristo. El separar la obra de Cristo en la cruz de la ley de Dios es un suicidio cultural.

La ley de Dios es de suma importancia. De lo contrario, Jesús no tenía ninguna razón para venir a la tierra si las leyes del hombre nos pueden perfeccionar para que los individuos y las naciones logren llegar a la grandeza como Dios la interpreta.

Dios es el legislador para el individuo, la familia, la iglesia, el gobierno civil, la economía, las artes, el entretenimiento, la educación, y cada aspecto de la vida. Para llegar a nuestra función correcta hay que seguir Su plan y Su manual de operación—la  Biblia.

La próxima vez que escuches acerca de cuán grande es nuestra nación no se te olvide que Dios es el que mide la grandeza o la falta de ella. Te garantizo que a Estados Unidos no le está yendo muy bien en la actualidad en ese aspecto. Para evaluar dónde estamos en la actualidad, ponte las gafas bíblicas para lograr ver el cuadro correctamente, y así nadie te podrá engañar.

“Los fundamentos de nuestra sociedad y nuestro gobierno se apoyan tanto en las enseñanzas de la Biblia que sería difícil poder apoyarlas si la fe en estas enseñanzas dejaría de ser prácticamente universal en nuestro país».

                                                                                             -Calvin Coolidge

Facebook
Twitter
LinkedIn
Reddit