¿Alguna vez deseaste que el mundo fuera diferente?

Nena Arias | 7 de octubre de 2014

¿Alguna vez deseaste que el mundo fuera un lugar mejor y no tan caótico? ¿Te asusta ver todo lo que está sucediendo a diario? Vemos disturbios en el mundo, la amenaza de más guerras, sequías, hambrunas, el crimen, la violencia, las revoluciones y contrarrevoluciones, la economía en serios problemas, el aumento del desempleo, el divorcio, la perversión sexual, la desintegración de la familia, la irresponsabilidad de los padres, el aumento de la tolerancia social y la aprobación de la homosexualidad, la masacre de los bebés en el vientre de la madre, la drogadicción, la cultura de la mentira que predomina, la desconfianza y el abuso del gobierno –y la lista sigue y sigue hasta el punto de abrumarnos con las cosas que solían ser tan aborrecible y censurable; ahora son nuestro «pan de cada día».

Los noticieros nos recuerdan todo el día y todos los días exactamente lo difícil que es llevarnos bien unos con otros. Si estás casado(a), tú te casaste con un pecador(a) y tu cónyuge también se casó con un pecador(a). Si tienes hijos, ellos tienen padres pecadores y tú tienes hijos pecadores. Todas las personas que amamos son pecadores. Tus familiares y vecinos son pecadores. Todos los políticos que elegimos son pecadores e incluso nuestros pastores, predicadores y maestros son pecadores. Esta es la verdad.   

¿Te gustaría poder hacer algo con respecto a todo lo que he descrito, pero te preguntas «¿Qué puedo hacer yo y por dónde empiezo?»   

¿Será Dios un sádico enfermizo que disfruta ver a la gente sufrir con el fin de alimentar su ego? ¿Es eso lo que le hace sentirse superior, o hay otra manera de entender todo esto? ¡Sí, sí hay otra manera! Dios nos dice que Su diseño de este mundo y de nosotros fue un plan muy diferente en el principio. Sin embargo, algo le pasó que lo estropeó todo y Él ha trabajado desde entonces para deshacer el daño y hacerlo perfecto de nuevo, todo esto y aún respetando nuestro libre albedrío, algo que Él nunca violará. Lo que vemos es el resultado de nuestras elecciones.

Para resolver nuestros problemas debemos primero reconocer la fuente de los mismos. Hemos tratado de «arreglar» todo lo que está mal con la falta de verdadera comprensión por negarnos a aceptar el conocimiento superior de Dios de todas las cosas. Por lo tanto, terminamos tratando de curar un cáncer mediante la aplicación de algún antiséptico y una curita. 

Nos esforzamos por arreglar la economía simplemente aumentando los impuestos y pedir más dinero prestado, lo que crea un problema económico más grande. Nosotros tratamos de arreglar el comercio a través de la inflación, lo que crea la recesión y el círculo vicioso nunca termina. Se nos dice que si lanzamos más dinero a la educación que eso la hará mejorar, pero sólo empeora. También se nos dice si sólo damos más a los pobres entonces ellos saldrán de la pobreza, pero hemos creado más generaciones de gente pobre que ni siquiera puede concebir la idea de cuidarse a sí mismos. Yo podría seguir, pero creo que captas la idea. Fallamos miserablemente porque nos centramos en la periferia y no en la raíz de la causa de nuestros problemas.

La causa principal está en el corazón de cada hombre, cada mujer, en los jóvenes y también en todos los niños. El profeta Jeremías lo dijo de esta manera: “El corazón humano es lo más engañoso que hay, y extremadamente perverso. ¿Quién realmente sabe qué tan malo es?” Jeremías 17: 9

Nuestro corazón pecaminoso provoca que egoístamente nos queramos complacer a nosotros mismos más que ayudar o agradar a otros. Esta es la razón por la que un socio de negocios puede cometer fraude y estafar a su amigo de toda la vida, hasta quitarle la camisa de su espalda e incluso robarle la comida de su mesa y de la boca de sus hijos.

De la misma manera, y en virtud de haber sido creados a imagen y semejanza de Dios, nuestro espíritu también tiene la verdad innata en el diseño de nuestra conciencia (espíritu), que nos alerta de lo que está bien y qué está mal. Así que ya sea que ignoremos la verdad, que nos alerta cuando decimos una mentira o cometemos un hecho incorrecto, o, que sencillamente elegimos rebelarnos en contra porque creemos que tenemos un punto de vista superior y de alguna manera vamos a escapar de las consecuencias de nuestro egoísmo y decisiones y acciones engañosas. La mayoría de nosotros sabemos lo que debemos hacer para vivir bien, pero no somos capaces de ser coherentes, porque tenemos un problema de un corazón pecaminoso, además, las buenas obras por sí solas no nos salvarán, y el hecho es que tenemos una deuda con Dios. Nadie está excluido de esto ni nuestros padres, educadores, políticos, presidentes, adolescentes e incluso los pastores. Todos nosotros podemos ser codiciosos, envidiosos, egoístas, nos enojamos, perdemos el dominio propio y pecamos contra nuestros vecinos porque hemos estado luchando con estas cuestiones desde la infancia.

Si somos honestos, admitiremos que necesitamos ayuda para cambiar y ninguna cantidad de riqueza, educación, legislación o incluso cárceles y prisiones nos podrán ayudar, porque tenemos una predisposición a pecar contra nuestro Creador y contra nosotros mismos. Continuamente violamos nuestro diseño original perfecto. Esta condición deplorable nos hace pensar que podemos funcionar con pilas en lugar de conectarnos a la fuente de vida que es Jesucristo. Pretender que Dios no existe o que no le interesamos no nos exime de cosechar el fruto del caos que sembramos. Por lo tanto, he aquí el mundo desordenado y fuera de control que hemos creado; nuestra rebelión moral nos juzga severamente y sólo va a empeorar a menos que acudamos a Dios por Su ayuda y sanación conforme recibimos Su perdón y aprendamos a aplicar los principios en Su Palabra a todos los ámbitos de nuestras vidas.

Volvernos a Dios Todopoderoso, nuestro Creador es algo que debe ocurrir de forma individual y colectiva si esperamos tener un mundo mejor. El cambio interior comienza cuando nos rendimos al Dador de la vida. Cuando dejamos de vivir desenfrenadamente  nuestro mundo también se transformará del caos en que se encuentra. Cuando nos rendimos al poder de Dios es que comienza todo el proceso. Esforzándonos para cambiar el mundo que nos rodea sin cambiar el mundo dentro de nosotros es inútil.

El mundo gime ansiosamente para ver la manifestación de los hijos de Dios. ¿Qué tan serio(a) estas acerca de querer que el mundo no esté en tan mal estado? Comienza cambiando tu mundo interior a través del único poder que puede lograrlo, el poder del Dios Todopoderoso.

«Yo soy la vid, ustedes los pámpanos. El que permanece en mí y yo en él, éste lleva mucho fruto, porque separados de mí nada pueden hacer» Juan 15:5.

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