Cómo la mentalidad de ‘Uber Eats’ empuja a los mileniales hacia el socialismo

Carine Hajjar | 31 de agosto de 2018


(Photo: AlxeyPnferov/Getty Images)

(The Daily Signal) – Necesitas nuevos audífonos? Amazon.

Necesitas ir al otro lado de la ciudad? Uber.

Deseas una cita? Tinder.

Necesitas acabar con la pobreza mundial? Socialismo.

¿Qué tiene todo lo anterior en común? Que son soluciones rápidas para problemas a los que nos enfrentamos diariamente (para cosas que necesitamos o que nos gusta enfrentar en un tiempo razonable). ¿Sin embargo, en qué se diferencian? Los tres primeras soluciones funcionan, la última promete resultados deslumbrantes, no obstante, siempre falla.

Nosotros, especialmente los mileniales, vivimos en una cultura de gratificación instantánea. Cuando queremos arreglar algo, con el clic de un botón obtenemos una solución.

Desde el advenimiento de la comunicación masiva, el mundo se ha vuelto mucho más pequeño y, en cierto modo, mucho más simple. Sin embargo, esto ha creado una especie de arrogancia social: si hemos llegado hasta aquí, ¿por qué no podemos arreglar cualquier cosa con la facilidad de un clic?

Esta falacia (de que podemos satisfacer siempre nuestras necesidades con facilidad, sin importar cuáles sean) se manifiesta claramente en la creciente popularidad del socialismo entre los izquierdistas estadounidenses.

Personalidades como Alexandria Ocasio-Cortez afirman que al aumentar el gasto de la atención médica, toda la población tendrá acceso a una atención médica de calidad. El senador Bernie Sanders (Independiente por Vermont), afirma que imponiendo impuestos a los ricos, podemos dar a todos educación universitaria gratuita. Tire el dinero federal en el problema y, *puf*, desaparecerá.

Y las masas liberales se lo están tragando. ¡Qué facilidad! ¡Qué sentido práctico! Con un movimiento de su varita legislativa, desaparecen la pobreza, la crisis de la vivienda y la falta de empleos.

Desafortunadamente, el socialismo no es el “Uber Eats” de la política, que ofrece soluciones instantáneas para el favoritismo y la pobreza. Deseamos una utopía de igualdad en el cuidado de salud y en los beneficios sociales, y creemos que por mandato estatal, los políticos pueden lograr esta fantasía.

El problema es que el socialismo está basado en una visión utópica de la sociedad que nunca ha existido y que nunca existirá. Es posible que podamos obtener una entrega de alimentos en una hora a través de Amazon (es decir, el mercado libre), pero no podemos lograr la igualdad de ingresos.

Los mileniales han crecido en la era más próspera y equitativa a nivel mundial de toda la historia humana, por lo que es natural que hayan dado por sentada la estabilidad relativa que ha permitido que todas estas soluciones instantáneas se materialicen.

Los cambios tecnológicos, por ejemplo, han aumentado gracias a la creciente cantidad de capital y a la productividad que posibilitaron la estabilidad de la era moderna. Con el clic de un botón, podemos acceder al romance, la tecnología, el entretenimiento, la educación y mucho más.

Aún así, los mileniales todavía insisten en que no lo estamos haciendo suficientemente bien. Han dado por sentado esta prosperidad, por lo que se centran en el mecanismo que la produjo: el capitalismo y sus correspondientes valores neoliberales.

De hecho, los mercados competitivos han permitido el surgimiento de gigantes tecnológicos, de finanzas innovadoras, de una mejor producción y de un avance general de la humanidad. Sin embargo, los mileniales no ven los millones de empleos creados en los países en desarrollo, sino que ven el globalismo aprovechándose de los pobres. No ven un aumento en los estándares globales de vida, ven una desigualdad abrumadora.

El neoliberalismo no será popular entre los mileniales en un futuro próximo, ya que no proporciona una solución rápida. Además, el neoliberalismo conllevaría un período de transición de liberalización y de globalización del trabajo, lo cual dejaría a algunos sin empleo y a otros sin el poder político que una vez su dinero les compró. La pobreza se mantendría y persistiría cierto grado de desigualdad.

¿Cómo entonces podemos esperar que las generaciones más jóvenes no opten por la alternativa socialista, la cual promete resolver los males de la sociedad con mayores impuestos e intervención del gobierno, todo esto con la velocidad de una entrega de Amazon?

A corto plazo, pueden tener razón. Sin embargo, el proyecto socialista nunca termina bien.

Como hija de un inmigrante venezolano, he vivido la aniquilación total de un país que ha sido víctima del socialismo. Cuando era niña, fui testigo de la riqueza y la prosperidad experimentada por la clase alta venezolana. Caracas era sede de una próspera cultura cosmopolita con numerosos restaurantes de alta gama, centros comerciales y similares.

Bajo el presidente Hugo Chávez, los ricos prosperaron mientras que los pobres celebraron sus continuos pagos de bienestar social y su relativa movilidad, lo que ayudó a mantener una base de votantes chavistas constante.

El problema llegó durante mi adolescencia: el país simplemente se quedó sin dinero.

Ya no se les podía pagar a los pobres debido a la hiperinflación. Cuando los venezolanos empezaron a quedarse sin necesidades básicas, como papel higiénico y jabón para lavar platos, la mano aparentemente infalible del gobierno fue cuestionada.

Los ricos huyeron de Venezuela – y continúan huyendo- a medida que las oportunidades de negocios se reducían bajo el peso de la intervención del gobierno, particularmente en la industria petrolera. Al estar bajo control estatal, la vasta industria petrolera de Venezuela nunca se diversificó ni se desarrolló debido a la falta de competencia.

En la actualidad, Venezuela podría alcanzar una tasa de inflación de más de 1 000 000 por ciento este año, mientras muchos ciudadanos se enfrentan al hambre y a la total falta de atención médica. Décadas de socialismo y posterior autoritarismo (que a menudo van de la mano) han paralizado totalmente el país, a pesar de que estas políticas comenzaron de manera prometedora e hicieron que Venezuela pareciera la tierra de oportunidades en América del Sur.

Resulta que las promesas de prosperidad sociopolítica instantánea del régimen de Chávez no se mantuvieron a largo plazo.

Sin embargo, seguramente nuestros socialistas norteamericanos campeones tienen más conocimientos, ¿verdad?

Bueno, la realidad es que nuestros socialistas, como Sanders, han elogiado a Venezuela en el pasado, al ver su antiguo orden socioeconómico como un paraíso de oportunidades e igualdad. El mismo Sanders promovió la idea de que naciones como Venezuela ofrecían más movilidad que los actuales Estados Unidos.

No obstante, resulta que el socialismo estancó completamente la economía venezolana y suprimió toda innovación. Hoy día, no queda ningún negocio estable en Venezuela y toda oportunidad se ha desvanecido. ¿Quieres usar Amazon? ¿Quieres una cita en Tinder? No tienes suerte.

Así que hoy día, los mileniales deben ser especialmente cautelosos cuando idealicen el socialismo. Sus promesas son realmente inspiradoras, y las intenciones de muchos socialistas son verdaderamente buenas; pero los resultados no lo son.

La verdad es que el socialismo nunca ha funcionado. Incluso el célebre sistema sueco tiene un mercado privado altamente liberalizado, lo cual lo separa del socialismo.

A pesar de que vivimos en una cultura de gratificación instantánea, no todas nuestras innovaciones rápidas funcionan. De esta manera, el socialismo puede compararse con una dieta extrema, la cual resulta una forma rápida de perder algunas libras, pero nunca es permanente y, en última instancia, está vinculada con hábitos alimenticios poco saludables.

El capitalismo es como una dieta saludable y un régimen de ejercicios: requiere sacrificio, pero a largo plazo es sostenible y efectivo.

Es hora de rechazar el status quo de la gratificación instantánea. ¿Requerirá penurias económicas temporales? Posiblemente. ¿Durará más que el socialismo? Sí.

Más importante aún, ¿han producido el capitalismo y el neoliberalismo sociedades más innovadoras y prósperas a lo largo de la historia humana? Por supuesto que sí.

Originalmente publicado por Medium.

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