Cómo perdimos los colegios y las universidades

Gary DeMar |12 de diciembre de 2011

¿Cómo es que instituciones cristianas como  Harvard, Yale y Princeton se perdieron a manos de los humanistas? No hubo un entrecruzar de espadas ni se dispararon armas de fuego. Los presidentes de dichas instituciones no fueron secuestrados, ni mantenidos como rehenes a condición de que se eliminara el cristianismo de los planes de estudio. La pérdida se produjo por la vía de un generoso espíritu de aceptación de puntos de vista menos ortodoxos, en nombre de la tolerancia, por parte de los herederos institucionales. En su inicio, Harvard requería que los estudiantes basaran sus estudios en el cimiento de una concepción bíblica integral del mundo, con Jesucristo como fundamento. La directiva fue enunciada en 1636 en la siguiente declaración:

Que cada estudiante sea claramente instruido y estimulado con ahínco, a considerar bien que el propósito principal de su vida y estudios es conocer a Dios y a Jesucristo, que es la vida eterna, Juan 17:3, y por lo tanto, a colocar a Cristo en la base como única piedra angular de todo conocimiento y aprendizaje sensato. Y viendo que el Señor concede sólo sabiduría, que cada uno se dedique seriamente a pedírsela mediante la oración en secreto. Proverbios 2, 3

Harvard se mantuvo firme en seguir los lineamientos de esta declaración de fe sencilla, pero profunda, hasta la presidencia de Increase Mather, que fungió de 1685 hasta 1701. «Sus jóvenes colegas lo consideraban demasiado conservador o inmóvil, fuera de contacto con su generación.» Mather estaba ausente de la escuela con frecuencia. Viajaba a menudo a Inglaterra en un intento de asegurar los estatutos de la escuela y de la propia Colonia de la Bahía. Fue durante esos viajes al extranjero que algunos comenzaron a promover  «un nuevo espíritu de innovación en el campus». Los instigadores principales de este “espíritu amplio y católico [universal]” fueron Thomas y William Brattle y John Leverett.»1

Los cambios no eran un ataque directo a la ortodoxia teológica ni a la moral bíblica. Pero fueron como un llamado a una actitud de tolerancia de opiniones contrarias en las áreas en que no parecía que el compromiso fuera a afectar los asuntos centrales. Con el tiempo, no sólo hubo un quebrantamiento de las creencias doctrinales, sino también de la moral. «Si continuamos enseñando de la tolerancia y la intolerancia en vez del bien y del mal,» – insiste Denis Praeger- «terminaremos tolerando el mal.» Samuel Morrison describe la vida en Harvard, en el primer cuarto del siglo XVIII, en términos bastante modernos:

Fue una era de turbulencia interna: porque [el Presidente Benjamín] Wadsworth no aplicaba disciplina, y los jóvenes se resentían contra un freno puritano que se volvía obsoleto con rapidez. Los registros de la facultad, que empiezan con la administración de Wadsworth, están llenos de «alborotos de embriaguez», robos de gallinas, palabrotas profanas y juramentos, juegos de cartas, serpientes vivas en las habitaciones de los tutores, llevar ron a los cuartos del colegio y «vergonzosos y escandalosos tumultos y ruidos en diversas noches en el patio del Colegio.»2

Para 1805, Harvard había nombrado a Henry Ware, un unitario, a la cátedra Hollis de Divinidades. Ahora Harvard estaba perdido. La puerta de la tolerancia se había abierto en un espíritu de juego limpio y apaciguamiento. Pero una vez que los intrusos entraron por la puerta, la ortodoxia puritana original fue expulsada para siempre.

El deslizamiento de Harvard hacia el liberalismo teológico y el libertinaje moral fue gradual y metódico. Los que estaban en minoría y tenían un concepto del mundo diferente estuvieron dispuestos a esperar el momento adecuado, mientras los conservadores preparaban las condiciones para su propia destrucción. Los conservadores creían que «portándose bien» e invitando a la oposición a la fiesta en términos de «diálogo», «discurso civil», tolerancia y pluralismo, ello conduciría a la aceptación y la buena voluntad. ¡No lo creas! ¡Nunca lo creas!

¿Puedes imaginarte que a un nazi lo hayan invitado a hablar en una asamblea judía? «Yo puedo creer en lo que creo, y usted puede hacer lo mismo, sin decir que yo soy un antisemita implacable.» ¡Pero es que un nazi es un antisemita! En semejantes áreas de desacuerdo, la ética de Rodney King («¿No podemos sencillamente llevarnos bien?») no se aplica. Hay algunas cosas que están mal, no importa con cuánta frecuencia alguien llame a ser tolerantes en aras de la buena voluntad.

Como el arte moderno, o un poema de vanguardia, o las altas modas más recientes, siempre ha sido difícil definir el pluralismo. Aunque a veces se enuncia con lucidez algebraica, su lógica torcida en ocasiones es tan ininteligible como el latín macarrónico de los hexámetros monásticos… En la práctica, es un antiguo intento de forjar un consenso cultural. Es la asunción inconfesada de que se puede mantener una sociedad feliz y armoniosa solamente mientras la única creencia común sea la de que no hay creencias comunes. Es la afirmación a regañadientes de que lo único absoluto es que no hay ningún absoluto.4 ¿Puede imaginarse lo que hubiera sucedido si ese mismo enfoque se hubiera aplicado a la segregación o la esclavitud? Los antisegregacionistas y líderes de los derechos humanos fueron a la batalla moral con sus pies bien plantados en una altura ética. No iban a ceder ante la aseveración de una supuesta neutralidad moral. Su mejor arma era su afirmación de que la segregación y la esclavitud eran injustas. Su punto de partida era insistir en que unas cosas eran equivocadas y otras cosas eran correctas. Si hubiera sido algo menos que eso, los negros todavía estarían sentados en la parte de atrás de los autobuses, cantando «Vamos a vencer.»

¿Por qué es que el Sr. Haynes no adopta la misma metodología y llama a los evolucionistas a abandonar el dogmatismo de su posición en el debate sobre los orígenes e involucrarse en un «discurso civil» con los partidarios del Diseño Inteligente y los creacionistas? Los darwinistas no quieren ni oír hablar de eso. En este aspecto los darwinistas se merecen el crédito. Defienden su concepción del mundo frente a cualquier oposición. No ceden ni una pulgada o centímetro. ¡Si los cristianos fueran tan valientes, y me atrevo a decir, tan dogmáticos…!

El objetivo primario del lobby pro-homosexual es quebrar la resistencia al estilo de vida homosexual sin siquiera discutir lo que hacen en realidad los homosexuales, ni si hay un componente moral en su comportamiento. Es obvio, por la forma en que están elaboradas las reglas para el «discurso civil», que las personas con ideas preconcebidas sobre la naturaleza inmoral del homosexualismo no podrían participar. Todas las opiniones son tenidas en cuenta, menos cualquier opinión que sostenga que no todas las opiniones son correctas. Es más: no hay una norma por la cual se deban tomar las decisiones morales finales. En un final, todo lo que pueden hacer las dos partes es ponerse de acuerdo en que no están de acuerdo. Una vez que se ha hecho esta concesión, los homosexuales han ganado.

Durante décadas, la religión en general y el cristianismo en particular han sido eliminados de las escuelas públicas (escuelas del gobierno) en nombre de la Primera Enmienda. ¿Cuántas veces hemos oído a la ACLU [Unión Americana de Libertades Civiles] y a los Americanos Unidos por la Separación de la Iglesia y el Estado usar a la Primer Enmienda para mantener los debates sobre la religión y el origen de la vida fuera de las escuelas? Es por eso que es insincero que el Sr. Haynes diga lo siguiente: «la libertad religiosa y la libertad de expresión son derechos inalienables para todos, garantizados por la Primera Enmienda de la Constitución.» La Primera Enmienda es una calle de un solo sentido. Es usada para negarles a los estudiantes que tengan convicciones religiosas el derecho a expresarse en el aula. Al mismo tiempo la Primera Enmienda se usa para tener acceso a los estudiantes que están separados de la autoridad e influencia parental.

Una vez que las escuelas públicas (del gobierno) hayan sido homosexualizadas, la Primera Enmienda será usada para excluir todas las opiniones contrarias. Se dirá que la oposición a la homosexualidad es el «establecimiento de una religión». La educación de la abstinencia es negada a menudo, porque muchos de los que la proponen operan desde un punto de vista religioso. Lo mismo se aplica al aborto y el Diseño Inteligente. No nos dejemos engañar por la retórica del «discurso civil»: es un lobo con piel de oveja.

Ya es hora de que los cristianos tracen las pautas al fundar sus propias escuelas y establezcan las reglas básicas para entrar en ellas. Afortunadamente, hemos aprendido algunas lecciones por lo ocurrido en Harvard, Yale y Princeton.

Notas:

  1. David Beale, «The Rise and Fall of Harvard (1636–1805)», Detroit Baptist Seminary Journal (Otoño de 1998), p. 94.
  2. Samuel Morison, Three Centuries of Harvard 1636–1936 (Cambridge: The Belknap Press of Harvard University Press, 1964), p. 78.
  3. George Grant, The Micah Mandate: Balancing the Christian Life (Nashville: Cumberland House, [1995] 1999), p. 88.
  4. Charles C. Haynes, «A moral battleground, a civil discourse», USA Today (20 de marzo de 2006), p. 15A.
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