¿Cómo pudo Noé acomodar en el Arca una pareja de todos los millones de especies de animales del mundo?

Creation Studies Institute | 16 de marzo de 2014

Esta es una objeción común que hacen con frecuencia los críticos al recuento bíblico del Gran Diluvio. Les gusta ridiculizar la idea de Noé enfrascado en expediciones con trampas a Alaska y Australia, y parecen deleitarse en especial con la idea de las dificultades insuperables que encontró la familia de Noé para alimentar y limpiar los desechos de los animales ¡durante el año que pasaron en el arca! El hecho de que los eruditos conservadores cristianos hayan dado respuesta a esas objeciones muchas veces en el pasado no es conocido por los «liberales» religiosos, por supuesto, ya que ellos casi nunca leen los libros escritos por los «conservadores.»

Génesis 6:15 nos da las dimensiones del arca como de 300 × 50 × 30 codos, y el codo era de 17.5 pulgadas de largo. Sobre esta base, la capacidad volumétrica del arca puede calcularse como no menor de un equivalente a 522 vagones de ferrocarril para cargar ganado. Un vagón estándar de ganado puede transportar 240 ovejas, así que el arca podía haber llevado, por lo menos, 125,000 ovejas. El animal terrestre promedio es, sin duda, considerablemente menor que una oveja, pues sólo hay unos pocos animales grandes.

El arca solamente tenía que transportar animales terrestres, por supuesto, así que los mamíferos, las aves, y los reptiles eran esencialmente todos los que necesitaban acomodo. El arca fue construida con tres cubiertas y cada una fue dotada de «aposentos» o «nidos» (Génesis 6:14) – evidentemente gradas de jaulas o compartimentos – para acomodar diferentes tipos de animales.

Las «especies» de Génesis son indudablemente un término más flexible que nuestro concepto biológico de «especie». No obstante, asumiendo que fueran iguales, no hay muchas especies de mamíferos, aves, anfibios y reptiles. El notable biólogo sistemático Ernst Mayr da la cifra como 17,600. Si contamos dos de cada especie en el arca, más siete de las pocas especies llamadas «limpias», más un margen razonable para las especies extintas conocidas, es obvio que en el arca no había más de, digamos, 50,000 animales. Esto es obviamente mucho menos que los 125,000 que podían haber sido llevados. Había también un amplio espacio para guardar alimentos y para el alojamiento de Noé y su familia.

De hecho, el arca era tan espaciosa que toda esta historia tiene sentido sólo si el Diluvio fue universal. El arca era demasiado grande para llevar sólo los animales locales. De hecho, si el Diluvio hubiera sido local, ¡no hubiera sido necesaria ningún arca! El problema de preservar la vida humana y animal se hubiera podido resolver con mucha mayor facilidad simplemente mudándose de las llanuras inundadas donde estaba el peligro.

Con relación al problema de obtener los animales, el Señor resolvió esto sencillamente enviándoselos a Noé (observe Génesis 6:20), de modo que él no tuvo que salir a buscarlos en lo absoluto. Los animales pueden migrar largas distancias, en especial cuando lo hacen impulsados por cambios inminentes del tiempo. Esos «instintos» que todavía son un misterio fueron implantados de alguna manera en los animales que el Señor quería preservar y así les hizo ir hacia Noé y el lugar de refugio de la tormenta que se avecinaba.

Una vez que estuvieron salvos a bordo, alojados en sus establos, y alimentados adecuadamente, es muy probable que la mayoría de los animales cayeran en un período de sopor o hibernación. La repentina oscuridad y la frialdad del aire cuando «las cataratas de los cielos fueron abiertas» con toda probabilidad pusieron en marcha notables potencialidades fisiológicas, que parece que las poseen en alguna medida todos los órdenes del reino animal.

El mundo animal parece tener, de hecho, esos dos mecanismos notables para enfrentar condiciones climáticas desfavorables, en particular: la migración y la hibernación. Los biólogos modernos, a pesar de mucho estudio, todavía son incapaces de dar una explicación satisfactoria al origen y el funcionamiento de esas capacidades fantásticas. Los datos conocidos encajan en la hipótesis de que Dios produjo estas capacidades, quizás mediante una nueva «información» introducida en el «código genético» en este momento, a los animales seleccionados por Él para entrar en el arca, y sus nuevos mecanismos de hibernación les permitieron pasar el año terrible del Diluvio en relativa tranquilidad y comodidad. Los descendientes de aquellos animales que «salieron del arca» han heredado esas capacidades en mayor o menor grado, lo que les siguió permitiendo, si fuere necesario, escapar de las condiciones ambientales desfavorables mediante uno o ambos mecanismos.

Es probable  que antes del Diluvio hubiera un clima mundial tibio y placentero. Esto lo indica el hecho de que semejante clima está implícito en los fósiles y sedimentos de prácticamente todas las llamadas «eras geológicas» antes de la edad glacial del Pleistoceno, así como por el hecho de que el registro bíblico de las «aguas sobre los cielos» que indican que había una gran cubierta antediluviana invisible de vapor de agua en la atmósfera superior, la que habría producido un «efecto de invernadero» en todo el mundo.

Por tanto, antes del Diluvio, los animales no tenían necesidad de migrar ni de hibernar, y probablemente todas las clases de animales estaban dispersadas más o menos uniformemente por todo el mundo. Cuando la cubierta térmica de vapor se condensó y se precipitó durante el Diluvio, hubo un cambio rápido de clima, que condujo finalmente a la era glacial y por último, a los actuales regímenes climáticos del mundo.

Evidencia y documentación de todo lo anterior y muchos otros aspectos del gran Diluvio se dan en el libro de este escritor The Genesis Flood  [El Diluvio de Génesis], que está ahora en su vigésimo novena edición. Reconocemos que este es un punto de vista minoritario en la ciencia (entre paréntesis, los cristianos bíblicos son una minoría en cualquier campo), pero hay centenares de científicos calificados que sí están de acuerdo con esto en sus detalles esenciales. De cualquier forma, los hechos reales observados  concuerdan con esto, en lo que se sabe hasta hoy. La decisión de aceptar o rechazar cualquier parte del registro bíblico (confirmado como completamente histórico y fáctico, incluso en sus relatos de la Creación y del Diluvio, por Cristo y Sus apóstoles en el Nuevo Testamento) no es de ninguna manera una decisión científica, sino ¡una decisión espiritual!

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