Kristi Hofferber | 10 de enero de 2019
(Live Action) – En 1991, cuando solamente tenía trece años de edad, mis padres leyeron en el periódico local que una mujer estaba acusando a su padre por más de 20 años de abuso sexual, lo cual le había provocado seis embarazos. El artículo explicaba que el primer niño fue abortado como consecuencia del abuso físico, el segundo fue colocado en adopción y los cuatro embarazos siguientes habían sido abortados de manera forzada para cubrir las acciones del padre. Se publicaron también los nombres del padre y de la hija, ya que la joven era una adulta en aquel entonces. En el momento de mi nacimiento y adopción anónima, a mis padres adoptivos les fue dado por accidente un papel que contenía los nombres de mi madre biológica y de sus padres. Estos nombres coincidían con los publicados en el artículo de la noticia. Eso solamente podía significar que yo era esa criatura, la única sobreviviente de los seis niños, cuya vida había salvada en esta situación inimaginable.
Siempre supe que había sido adoptada. Sin embargo, no conocí las terribles circunstancias de mi concepción hasta que cumplí los 30 años. En ese momento, yo había estado casada durante casi 10 años con un pastor luterano (también un adoptado) y juntos teníamos un hijo de cuatro años, también adoptado. Fuimos reunidos por la asombrosa gracia de Dios.
No comencé a hacer preguntas sobre mi adopción hasta el año 2008. Era algo que había deseado desde mucho antes, pero estaba muy preocupada por la forma en que esto podía lastimar a mis padres. Estoy agradecida de que mis padres apoyaran mi deseo de investigar y me ofrecieran cualquier información que supieran sobre mi familia biológica. Fue de esta manera que me enteré de la horrible situación que asolaba la vida de mi madre biológica, destruyendo cualquier fantasía que jamás hubiera imaginado sobre por qué me habían dado en adopción. Aunque creía que estaba lista para conocer sobre mi familia biológica, nada podría haberme preparado para esto. A través de la oración, continué avanzando con la esperanza de lograr un encuentro. Con sólo los nombres de mi madre biológica y su familia, pude localizarla en las redes sociales en solamente dos días. Establecí contacto con una pequeña expectativa de respuesta, pero si no sucedía más nada, simplemente quería agradecerle por haber elegido dejarme con vida. Para mi sorpresa, me recibió con los brazos abiertos.
Esta reunión cambió mi vida, la vida de mis familias y me dio el cierre que necesitaba. Nunca imaginé el camino que Dios estaba preparando para mi. Encontré la fuerza divina para ser la persona que Él había planeado que yo fuese. A veces necesitamos un evento dramático en la vida para que nuestro camino se vuelva claro. Dejé una carrera de 10 años y volví a la universidad para obtener mi maestría en trabajo social y poder ayudar a los demás diariamente. Comencé a hablar públicamente sobre mi historia (algo que nunca hubiera hecho antes) para sacar a la luz la tragedia del aborto. He tenido incontables oportunidades, las cuales no le fueron brindadas a mi madre biológica, gracias a su decisión desinteresada de ocultar mi embarazo y darme en adopción. Estas decisiones desinteresadas no sólo cambiaron el curso de mi vida, sino que también me salvaron del abuso que ella misma sufrió.
En el caso de mi madre biológica, el aborto obstaculizó su capacidad para buscar justicia y escapar de una vida de abuso inimaginable. Muchas personas que deberían haberla protegido le fallaron, pero aún así fue capaz de hacer esto por mí a través del acto de amor más desinteresado que podía haber ofrecido. Su padre fue capaz de destruir casi todas las pruebas de sus acciones cada vez que la llevaba a la clínica de abortos una y otra vez. Es el perpetrador quien está protegido por el aborto, no la(s) víctima(s), y el aborto no quita el acto que ocurrió contra la mujer. Cuando observamos una situación en la que una mujer queda embarazada por violación o incesto y justificamos el aborto como un acto de compasión hacia la mujer, estamos obviando la compasión por el niño inocente. De hecho, el aborto a menudo agrega más trauma.
Mi historia aún no ha concluido, y aunque ha habido muchas pruebas, este viaje también trajo una bendición muy especial e inesperada para nuestra familia. Siete años después del encuentro, un miembro de mi familia biológica vino a vernos a mi esposo y a mí, para ofrecernos en adopción el bebé que ella estaba esperando. Fue un gran honor que se nos hubiera dado esa oportunidad. Nuestra hija ahora tiene tres años y es una bendición para nuestra familia. Los cuatro fuimos adoptados y reunidos en una misma familia. A través de la adopción compartimos un vínculo común que no se puede romper. Cada uno de nosotros es un regalo para el otro, gracias a los sacrificios hechos por cuatro mujeres que eligieron la vida.
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