Ramón Arias | 1 de junio de 2015
Si tu no sabes nada acerca de Alexander Solzhenitsyn (1918-2008), deberías buscar conocerlo. En 1970 le fue otorgado el Premio Nobel de Literatura. El régimen comunista no le permitió salir de la Unión para recibirlo. En 1974, a través de la presión internacional fue expulsado de la Unión de Repúblicas Socialistas Soviéticas (URSS). Solzhenitzsyn regresó a Rusia en 1994 tras la caída de la URSS y falleció en Moscú en 2008.
Solzhenitsyn era una persona excepcional porque fue más allá de su don de escribir muchos libros; él era un historiador y expuso las atrocidades de la URSS y su gobierno totalitario al mundo. Como era de esperarse, pagó un precio muy caro y fue encarcelado durante años. Su libro en tres volúmenes, El Gulag Archipiélago revela las atrocidades de la ideología comunista atea. Solzhenitsyn estima que 60 millones de personas murieron bajo esa forma totalitaria de gobierno.
Cuando a Alexander Solzhenitsyn se le preguntó sobre las razones de la decadencia de la civilización occidental, afirmó: «El hombre se ha olvidado de Dios, es por eso que esto ha ocurrido».
A Estados Unidos le hizo un llamado y una advertencia: «Hago un llamado a los Estados Unidos para ser más cuidadosos con su confianza. Deben prevenir ser usados por los de la justicia social falsa y no ser llevados por un camino equivocado. Ellos están tratando de debilitarlos. Sólo podemos alcanzar con determinación la cálida mano de Dios, que hemos tan precipitada y arrogantemente rechazado».
El concepto de justicia social fue muy utilizado en el siglo XX por los dictadores en su ascenso al poder; es triste decir que esto continúa en nuestros días. Los ciudadanos solidarios y cristianos deben familiarizarse con la doctrina de la justicia social, ya que no es nada menos que una declaración de guerra contra Dios. El resultado es siempre una ideología que destruye a la iglesia, a la familia, a la humanidad, al capitalismo bíblico, a la moral y la virtud y cualquier cosa que se asemeja a estar apoyado en la confianza sobre la moralidad de Dios. Cuando los humanistas ateos logran éxito con su punto de vista de la justicia social, y la elite que piensa que se han convertido en dioses minimiza a los que se oponen a ellos a un nivel menos que humanos. Se trata de una maquinaria que degrada a los que pasivamente se someten o presentan oposición a su agenda.
William Federer en su Minuto Americano del 13 de febrero escribió lo siguiente:
«Durante la Segunda Guerra Mundial, el general nazi Hans Frank ejecutó un régimen de terror en Polonia, saqueando y cometiendo asesinatos en masa de millones de polacos y judíos en los campos de exterminio.
Después de la guerra, Hans Frank fue arrestado. Durante su encarcelamiento, el sacerdote O’Conner lo llevó a creer en la expiación de Cristo por sus pecados …
En los juicios de Núremberg, de 31 agosto de 1945, Hans Frank fue condenado y ejecutado. Sufriendo de remordimiento en su juicio, Hans Frank declaró:
‘Al principio de nuestro camino no sospechamos que nuestro alejamiento de Dios podría tener consecuencias tan desastrosas y mortales y que nos hundiríamos necesariamente más y más profundamente en la culpabilidad.
En ese tiempo no podíamos haber sabido que tanto la lealtad y la voluntad de sacrificar por parte del pueblo alemán podría haber sido tan mal dirigida por nosotros.
Por lo tanto, habiéndole dado la espalda a Dios, nos derrocamos y tuvimos que perecer …’
El líder nazi Hans Frank continuó:
‘… Antes que todo, Dios pronunció y ejecutó juicio sobre Hitler y el sistema bajo cual servimos con mentes alejadas de Dios.
Por lo tanto, que nuestro pueblo, también, pueda retroceder del camino de Hitler – y nosotros con él – por el cual los llevamos.
Le ruego a nuestro pueblo no continuar en esta dirección, incluso ni un solo paso; porque el camino de Hitler era el camino sin Dios, alejados de Cristo, y, en el último análisis, el camino de la locura política, el camino del desastre y la muerte …
… Su camino se hizo más y más el de un aventurero espantoso sin conciencia ni honestidad, que ahora comprendo al final de este juicio.
Hacemos un llamado al pueblo alemán … a que abandonen este camino que, de acuerdo con la ley y la justicia de Dios, tuvo que conducirnos a nosotros y nuestro sistema al desastre y que llevará a todos al desastre que traten de caminar sobre el … en cualquier parte en el mundo entero'».
Alexander Solzhenitsyn y el general nazi Hans Frank llegaron a la misma conclusión, a pesar de que ambas vidas eran diferentes y su participación en sus respectivas naciones les permitió entender los males de las mentes enfermas, independientemente de que sean carismáticas, intelectuales, y de gran alcance y todas las promesas de una vida mejor creada por ellos, siempre terminan en desastre.
Salomón tenía razón cuando afirmó lo siguiente hace aproximadamente 2,967 años:
“Delante de cada persona hay un camino que parece correcto, pero termina en muerte”. Proverbios 16:25
“El camino del necio es recto a sus propios ojos, pero el que escucha consejos es sabio”. Proverbios 12:15
De todas las personas, los cristianos deben estar más convencidos de qué tan exactos son los proverbios de Salomón. No podemos decir que los que rechazan a Dios son los principales culpables de lo que ocurre con las naciones; más bien debemos aceptar con humildad que cuando el pueblo de Dios elige un camino diferente al establecido por el Padre Celestial ellos son los que tienen la mayor responsabilidad. Es un hecho comprobado, «… A todo el que se le haya dado mucho, mucho se demandará de él; y al que mucho le han confiado, más le exigirán». Lucas 12:48
No debemos ignorar las voces de la historia que nos claman diciendo: el camino sin Dios nos destruirá. Yo sé lo que tengo que hacer y oro, como lo hago todos los días, para que los que somos llamados por Dios, respondamos de acuerdo a Sus expectativas. Que demostremos ser dignos de confianza, y que nuestros corazones estén ardientes con Su revelación divina para participar en todas las áreas de la vida de dar a conocer Sus caminos, ya que es el único camino hacia la restauración en esta vida. También debemos saber que nuestro trabajo para Él no es en vano y después de que hayamos terminado nuestro viaje aquí, nos esperan recompensas eternas por un trabajo bien hecho.
”Pónganse a prueba para ver si están en la fe. Examínense a sí mismos. ¿O no se reconocen a ustedes mismos de que Jesucristo está en ustedes, a menos de que en verdad no pasen la prueba?” 2 Corintios 13:5