El carácter importa, puedes contar con ello

Ramon Arias | 31 de marzo de 2014 

Haz lo que pido no lo que hago, es el verdadero problema con la inmensa mayoría de nuestra sociedad. Cuando exigimos que los demás hagan lo que es correcto, primero debemos mirar en el espejo antes de que hagamos el exigente.

Cada generación necesita hombres y mujeres de verdadero carácter moral y virtud. ¿Por qué estoy usando la palabra «verdadero»? El hecho es que podemos estar equivocados, si no tenemos el discernimiento del Espíritu Santo para ayudarnos a saber cómo personalidades o personas respetadas en posiciones sociales pueden ser confundidas de ser ciertas personas de buen carácter o individuos virtuosos. Esta es la misma razón que Jesús dijo: «No juzguen por la apariencia, sino juzguen con juicio justo», (Juan 7:24).

Si la declaración de Jesús te viene como una sorpresa, es muy probable que hayas sido influenciado por los que les gusta citar sólo lo que dijo en Mateo 7:1, «No juzguen, para que no sean juzgados». La intención al citar solamente esa parte es para que no sean criticados por su comportamiento inmoral o la de los demás. La parte trágica es que la gente cree esto sin cuestionar si eso es realmente lo que Jesús quiso decir. Sé que muchos creen sinceramente, incluyendo a los cristianos, que Jesús estaba prohibiendo juzgar a los demás, a pesar de que va en contra de toda lógica y sentido común. Otros lo utilizan para la distracción cuando se expone su inmoralidad. ¿Realmente estaba diciendo Jesús que no juzgaran el comportamiento de otras personas? En el siguiente versículo Jesús añadió: «Porque con el juicio con que ustedes juzguen, serán juzgados; y con la medida con que midan, se les medirá», (v 2). En ninguna parte se debería entender que Jesús estaba prohibiendo el juicio justo, lo que él condenó fue el juicio equivocado. Él les estaba diciendo que la gente no fuera hipócrita al juzgar a los demás, que tenían que estar en regla para que pudieran señalar a otros y ayudarlos a eliminar sus defectos y exponer los defectos de su carácter.

En 1963, Martin Luther King Jr. se puso de pie en la escalinata del Lincoln Memorial y pronunció su memorable discurso diciendo: «Yo tengo un sueño que mis cuatro hijos vivirán un día en una nación donde no serán juzgados por el color de su piel sino por el contenido de su carácter». Él estaba corroborando lo que Jesús dijo acerca de no juzgar por las apariencias, cómo se ve la gente no es lo que debería impresionar a alguien ni lo elocuente que puedan ser en su forma de hablar o incluso con grandes habilidades de liderazgo o muchas otras cualidades que podemos pensar que sean bueno. El color de su piel definitivamente no debería importar o si se encuentran en los grupos minoritarios. El Dr. King dijo que quería que sus hijos fueran juzgados por el contenido de su carácter y es ahí donde debemos centrarnos si queremos juzgar correctamente.

El rey Salomón tenía razón cuando dijo que una persona se convierte en lo que piensa (Proverbios 23:7). Es imposible ocultar el carácter porque el carácter revela nuestros pensamientos. Los hombres están constantemente en una batalla para mejorar las cosas en la vida y se van a los extremos con el fin de llevarlos a cabo, sin embargo, si no están dispuestos a mejorarse a sí mismos y su carácter las cadenas del pensamiento equivocado los mantendrá en esclavitud.

Cada acción tiene un pensamiento fundacional. Nunca hacemos las cosas porque sí. Todo el mal comportamiento puede ser modificado y el pensamiento recto puede destruir los malos pensamientos. El carácter es la suma de nuestros pensamientos pues constituyen la persona que somos, por lo tanto, si juzgamos nuestro propio carácter y lo perfeccionamos, entonces podemos aplicar un juicio justo.

El carácter debe estar en el centro de nuestra persona, familia, profesión, lugar de trabajo, iglesias, y el gobierno civil. Ningún individuo debe recibir un pase, independientemente de quiénes sean o lo que hacen, lo cual incluye nuestros políticos y los que aspiran a ser nuestros empleados como funcionarios electos. La sociedad sufre cuando tiran el buen carácter por la ventana.

Cuando se trata de servidores públicos nuestra inclinación política no debería pasar por alto la importancia de contar con individuos de carácter comprobado por encima de lealtades partidarias. El carácter moral de la nación es el reflejo de sus ciudadanos. Estados Unidos está en la quiebra de carácter porque «Nosotros el Pueblo» dejó de mantener un control fuerte sobre el carácter.

James Abram Garfield (1831-1881), antes de convertirse en el 20º presidente sirvió en el Congreso durante 18 años. En 1881, Charles J. Guiteau le disparó dos veces al presidente Garfield que semanas más tarde murió de complicaciones de una infección causada por una bala que los médicos no pudieron encontrar en su cuerpo. Sus últimas palabras fueron: «Mi trabajo está hecho». Su asesino quería ser nombrado como asesor de Estados Unidos en París sin tener ninguna titulación. Su actitud antagónica en persistir con su nombramiento lo llevó a ser expulsado de la Casa Blanca. Presidente Garfield dejó una advertencia para las generaciones futuras con respecto a ignorar su responsabilidad personal por la salud moral de la nación:

«Ahora más que nunca, la gente es responsable del carácter de su Congreso. Si ese cuerpo es ignorante, imprudente y corrupto, es porque las personas toleran la ignorancia, la imprudencia y la corrupción. Si es inteligente, valiente y puro, es porque el pueblo exige estas cualidades altas para que los representen en la legislatura nacional … Si el centenario próximo no nos encuentra como una gran nación … será porque los que representan a la empresa, la cultura y la moral de la nación no ayudan en el control de las fuerzas políticas».

James Abram Garfield y Martin Luther King Jr. ambos fueron asesinados, ambos comprendieron el valor del carácter y ambos predicaban la Palabra de Dios. Ambos tienen razón en sus evaluaciones de juzgar el carácter y ambos pagaron el precio más alto. Ellos son dos torres fuertes entre muchos a lo largo de la historia que valoraba el carácter por encima de todas las cosas.

Tal es el caso de la comisionada del condado de Carroll, Maryland, Robin Bartlett Frazier quien declaró el 27 de marzo de 2014 que estaba “dispuesta a ir a la cárcel” por desafiar el fallo despistado de un juez federal cuando se trata de la historia de Estados Unidos y la Constitución cuando se prohibió la oración en la apertura de la junta directiva. Esta mujer valiente declaró: «Si dejamos de creer que nuestros derechos provienen de Dios, dejamos de ser los Estados Unidos … Nos han dicho que tengamos cuidado. Pero vamos a tener cuidado todo el camino hacia el comunismo si no empezamos a ponernos de pie y decimos que no».

La comisionada Frazier conoce la Constitución de los EE.UU., la Constitución de Maryland, la historia cristiana de Estados Unidos y sobre todo la Palabra de Dios. Todos nosotros debemos saber lo que ella sabe y defender nuestra postura y unirnos a millones de estadounidenses que están empezando a despertar pues se dan cuenta de que el carácter importa ante Dios y ante los hombres.

Los hombres y mujeres de carácter nunca comprometen sus valores que vienen del carácter de Dios y Su Palabra revelada. El verdadero pueblo de Dios representa Su cultura y  moralidad en la sociedad de la misma manera que hizo Jesucristo y Sus discípulos después de Él. El pueblo de Dios no se encoge de enfrentar una cultura decadente, independientemente de las consecuencias. Ellos no se preocupan por la pérdida de favor, o tener que enfrentarse a la amenaza física, la pérdida financiera o de cualquier otro tipo de pérdida para el uso del juicio justo en los defectos de carácter ni tienen miedo de reconocer y alabar el buen carácter de los demás porque, ¡el carácter importa! Haz clic aquí para ver y escuchar las declaraciones y la oración de la comisionada [Video solamente está disponible en inglés].

No olvides nunca, el pueblo de Dios nunca está en la minoría, si nos ponemos del lado de Él y del lado de Su plan perfecto para nuestras vidas; al hacer esto dejamos un legado divino para las futuras generaciones.

«El consejo del Señor permanece para siempre, los designios de Su corazón de generación en generación», (Salmos 33:11).

«Porque somos hechura de Dios, creados en Cristo Jesús para buenas obras, las cuales Dios dispuso de antemano a fin de que las pongamos en práctica», (Efesios 2:10).

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