Ramon Arias | 17 de junio de 2013
¿Estarías en desacuerdo total si digo que el mal es real y tiene consecuencias devastadoras? En caso de que no estés de acuerdo, ¿a qué o a quién le atribuyes el mal? Independientemente de la definición de los orígenes del mal, una cosa es cierta: por miles de años, la historia de la raza humana es una de gran sufrimiento y la destrucción que se ha manifestado de muchas maneras.
El hombre, con el fin de aplicar su comprensión de la vida y del mundo, en su mayoría, ha utilizado los medios más violentos para lograrlo. Un vistazo rápido al ascenso y la caída de grandes imperios y naciones debería darnos una mayor comprensión de la vida social irracional de los seres humanos.
¿Quién define lo que está bien y lo que está mal? ¿Quién determina lo que es bueno y lo que es malo, lo que es justo y lo que es injusto? Una vez más, mirando a través de los anales de la historia hasta la actualidad vemos que el ser humano lucha para llegar a una conclusión con respecto a la fuente de que define el buen orden moral de la vida. A pesar de los malos resultados, algunos dicen estar convencidos, sin lugar a duda, que su fuente es la verdadera. Sin ir muy lejos en la historia solo tenemos que mirar al Siglo XX, ya que se ha juzgado como el más sangriento de todos. Y, sin embargo, la totalidad de los protagonistas más conocidos como Stalin, Hitler, Mao al igual que los otros manipuladores desconocidos, no se veían a sí mismos como hombres malvados detrás de la cortina que sirvieron como instrumentos para la destrucción de millones de vidas. Todos ellos tienen como meta en común, el llegar a dominar al mundo. Los hombres siempre sueñan con ser los que controlan todo por cualquier medio a su disposición. Ellos no ven a sus objetivos y acciones como algo malo. Ellos creen que pueden crear un mundo mejor, con sus ideas, independientemente de donde provenga esa fuente.
La mayoría de las veces esas ideas se elaboran de tal manera que una vez que se aceptan como algo verdadero, es muy difícil desprenderse de ellas, es decir, hasta que todo a su alrededor se derrumbe y es obvio que no hay nadie más a quien culpar. Sólo entonces, los fracasos serán reemplazados por otro conjunto de ideas elaboradas y la gente desesperadamente los acoge con la esperanza de que ahora sí han encontrado la fórmula mágica para una sociedad mejor ingeniada. Piensan que son indestructibles, que están listos para asumir el control del mundo y después esperan que las naciones se conformen a su visión torcida de la vida, sólo para repetir los mismos errores de los demás, y caen en la ruina.
Permíteme simplificar el motivo de este círculo vicioso a lo largo de la historia humana. El hombre realmente cree que él puede ser soberano y dueño de su propio destino aunque tenga que ignorar y rechazar las leyes de su conciencia.
¿Y cuáles son esas leyes? Que el universo y todo lo que hay en la tierra fueron creados, y el hombre no es el que los creó. Por otro lado, hay quienes creen que el universo y el mundo tienen un Creador, pero que pueden prescindir de Su dirección y pueden formular sus propias ideas pensando que pueden se saldrán con la suya, sólo para descubrir que la insensatez viene con un precio muy alto. Luego está otro grupo que cree que el adversario del Creador es superior. Por lo tanto, le prometen su lealtad a él aceptando las mentiras de que él les va a entregar el mundo y a las naciones en sus manos.
Haríamos muy bien en adquirir conocimiento sobre los orígenes verdaderos de la lucha del ser humano para comprender mejor que cada persona viviente siempre ha tenido sólo dos opciones de gobierno, y no tiene nada que ver con ninguna forma de gobierno creada por los seres humanos, como puede demostrarse en todas las acciones sociales. Si realmente entendemos y aceptamos la realidad de quién realmente gobierna el mundo y las naciones, entonces podemos estar seguros, que no sólo vamos a restaurar nuestra sensatez personal sino que también podremos contribuir a la sensatez de esta nación y las naciones del mundo.
Continuará…
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