El discernimiento de la oscuridad

Ramón Arias | 11 de abril de 2016

¿Haz nacido de nuevo en Jesucristo? La razón de esta pregunta es para facilitar lo que quiero compartir y también para aquellos de ustedes que aun no han tenido la experiencia de una poderosa transformación en sus vidas también puedan extraer esencia de este tema.

¿Qué nos llevó al lugar de querer cambiar nuestro modo de vida hasta el punto de aceptar la oferta de Dios en Cristo? Cada uno de nosotros tiene una historia única de ese día, un día que nunca se olvidará. De hecho, nuestras vidas antes de ese día memorable harían un gran libro y una película que describe lo que nos llevó a la decisión más importante de la vida. Lo mismo se puede decir sobre la forma en que vivimos la vida nueva en Cristo después de ese día providencial, si ha tenido éxito después de las pruebas que nos han llegado a lo largo o si nos dimos por vencidos y dijimos, “¡olvídalo!» ¿Nos fuimos por el camino del hijo pródigo que regresó a sus sentidos y aceptó las condiciones del Padre como las más sabias en vez de la insensata visión nuestra de la vida, que nos llevó a la deriva totalmente y nos alejamos de esta salvación tan grande?

Con el objetivo de aprender a discernir la oscuridad, permíteme apegarme al tema de este escrito. Estoy casi seguro de que entendemos lo que Pablo le escribió a los cristianos Colosenses declarando lo que Cristo hace para el creyente que se encuentra en Él:

“Porque El nos libró del de las tinieblas y nos trasladó al reino de Su Hijo amado.” (Colosenses 1:13)

¿»Nos libró del dominio de las tinieblas»? La palabra dominio y campo de dominio son sinónimos. Sabemos lo que es estar bajo el dominio de la fuerza de la oscuridad y la desesperación de no saber cómo librarnos de sus garras. Es mucho más poderoso que cualquier esfuerzo humano y nada de lo que hicimos para liberarnos funcionó, al contrario nos mantuvo aun más apretados hasta que finalmente comprendimos que sólo aceptando el poder liberador de Cristo podríamos lograr de verdad nuestra libertad.

Desde los albores de la historia, el dominio de la oscuridad controla a todo ser humano; y no hace acepción de persona, edad, raza o condición social. Ninguna institución social está fuera del alcance de este poder controlador; esto incluye a todas las áreas de la vida social y política, así como la iglesia y la familia. No seamos ingenuos en pensar que, sin la protección de Dios, estas áreas de la vida estarán exentas de este poder. No piensen por un momento que la ciencia, la tecnología, las humanidades, el comercio y la educación van a escapar de esta poderosa oscuridad.

Considera seriamente esta pregunta, ¿cómo estamos llevando a cabo las siguientes áreas: la economía, el empleo, los impuestos, el salario mínimo, la salud, la educación, la libertad, la seguridad nacional, las fuerzas armadas, la inmigración ilegal, las fronteras abiertas o la seguridad fronteriza, las ciudades santuario, el gobierno cada vez más grande, la tiranía judicial, extralimitación federal en todos los ámbitos de la vida, el crimen violento, los sistemas penitenciarios, los derechos de la mujer, el aborto (la elección de la madre de matar a su hijo en el útero), la igualdad, los derechos homosexuales, el racismo, y mucho más.

¿Estamos, como una «nación cristiana», mejorando o empeorando? De un vistazo, y en base a las pocas categorías mencionadas anteriormente, ¿cómo crees que estamos llevando los asuntos? ¿Quién crees que es más culpable, los que no tienen la vida de Cristo o los que profesan ser cristianos? Hace dos mil años Pablo respondió a esta pregunta con precisión:

Pero si nuestro evangelio está encubierto, lo está para los que se pierden. El dios de este mundo ha cegado la mente de estos incrédulos, para que no vean la luz del glorioso evangelio de Cristo, el cual es la imagen de Dios. No nos predicamos a nosotros mismos sino a Jesucristo como Señor; nosotros no somos más que servidores de ustedes por causa de Jesús. Porque Dios, que ordenó que la luz resplandeciera en las tinieblas, hizo brillar su luz en nuestro corazón para que conociéramos la gloria de Dios que resplandece en el rostro de Cristo”. (2 Corintios 4:3-6, NVI)

Cuando se menciona el dios de este mundo, es decir Satanás, no quiere decir que es dueño del mundo o que controla la humanidad. Si ese fuera el caso, la humanidad habría desaparecido hace mucho tiempo. El mal nunca tiene un buen fin, y eso es lo que la historia siempre nos está advertido.

La mente humana que se ve influenciada por las ideas del mal está cegada a la realidad del plan divino de Dios que se completó en la resurrección de Cristo y porque Su vida mora en la vida del cristiano bíblico.

¿Qué ocurre con la sociedad si los cristianos no viven según la voluntad de Dios? Se convierten en parte del problema de la oscuridad cultural. Cuando los cristianos se niegan a ser la sal y la preservación y la luz del conocimiento de Dios para una mejor sociedad y nación, consciente o inconscientemente, obviamente están influenciados por el poder de la oscuridad. Nuestra lealtad es enteramente a los principios de Dios, y a su forma de gobierno aquí en la tierra como en el cielo. Negarse cumplir con nuestra nueva naturaleza en Cristo es pedirle a Dios que permita que la oscuridad permanezca con consecuencias devastadoras nacionales, no es diferente de lo que le sucedió al antiguo Israel antes de que el imperio pagano de los babilonios los dominara. El profeta Jeremías le advirtió a Israel:

“Glorifiquen al Señor su Dios, antes de que haga venir la oscuridad y ustedes tropiecen contra los montes sombríos. Ustedes esperan la luz, pero Él la cambiará en densas tinieblas; ¡la convertirá en profunda oscuridad! Pero si ustedes no obedecen, lloraré en secreto por causa de su orgullo; mis ojos llorarán amargamente y se desharán en lágrimas, porque el rebaño del será llevado al cautiverio.» (Jeremías 13:16-17, NVI)

La lealtad de los nacidos de nuevo en Cristo sólo debe ser hacia Dios y Su plan divino para mejorar todas las áreas de la sociedad en cualquier nación. Como discípulos de Cristo, estuvimos de acuerdo con el testimonio de Pablo que reconoce el propósito de nuestra salvación y la responsabilidad hacia el incrédulo, ya que ahí estábamos en un tiempo, y para exponer las obras de las tinieblas:

“…para que les abras sus ojos a fin de que se conviertan de las tinieblas a la luz, y del dominio de Satanás a Dios, para que reciban, por la fe en Mí, el perdón de pecados y herencia entre los que han sido santificados.” ( Hechos 26:18, NBLH)

Los cristianos bíblicos saben la importancia de la participación en la guerra de las ideas y no descartan la advertencia y el recordatorio de Pablo de lo que somos en Cristo y las cosas que tenemos que estar haciendo todos los días:

Miren que nadie los haga cautivos por medio de su filosofía y vanas sutilezas, según la tradición de los hombres, conforme a los principios (las normas) elementales del mundo y no según Cristo. Porque toda la plenitud de la Deidad reside corporalmente en El, y ustedes han sido hechos completos (han alcanzado plenitud) en El, que es la cabeza sobre todo poder y autoridad”. (Colosenses 2:8-10, NBLH)

“Por esta razón, también nosotros, desde el día que lo supimos (lo oímos), no hemos cesado de orar por ustedes, pidiendo que sean llenos del conocimiento de Su voluntad en toda sabiduría y comprensión espiritual, para que anden como es digno del Señor, haciendo en todo, lo que Le agrada, dando fruto en toda buena obra y creciendo en el conocimiento de Dios. Rogamos que ustedes sean fortalecidos con todo poder según la potencia de Su gloria, para obtener toda perseverancia y paciencia, con gozo dando gracias al Padre que nos ha capacitado para compartir la herencia de los santos en la Luz.” (Colosenses 1:9-20).

Seamos conscientes de que hay que diferenciar entre el conocimiento intelectual y la oscuridad desde la luz revelada de Dios que se encuentra en Su Palabra. Desde el momento en que nos levantamos hasta que nos acostamos a descansar en la noche permitamos que la Palabra de Dios y el Espíritu Santo nos equipen para conocer la diferencia. También hay que tener en cuenta los tiempos que estamos viviendo y no dejarnos atrapar por la histeria de la oscuridad en cualquier manera que desee manifestarse para influir en nuestros cinco sentidos. «Todos ustedes son hijos de la luz y del día. No somos de la noche ni de la oscuridad.» (1 Tesalonicenses 5:5)

Facebook
Twitter
LinkedIn
Reddit