Justin Haskins | 16 de enero de 2015
Más de 3.1 millones de trabajadores de todo el país recibieron un regalo de Navidad atrasado el 1º de enero, cuando se incrementó el salario mínimo en 21 estados. Aunque el aumento de sueldo obligatorio fue recibido con alegría por muchos trabajadores, pronto se darán cuenta de que el nuevo aumento de paga causará más mal que bien.
Es comprensible que los votantes apoyaran el aumento de sueldo mínimo. Vivir con $7.25 por hora —el requisito federal para el sueldo mínimo— es una tarea excepcionalmente dura y es difícil imaginar a una familia con niños progresar con tan bajo ingreso aunque los padres estén trabajando 40 horas a la semana o más. Sin embargo, detrás de todas las consignas compasivas y protestas bien intencionadas hay una realidad que destruye con facilidad los muchos mitos que rodean los aumentos del sueldo mínimo, económicos y de sentido común.
Al revés de lo que dicen los partidarios de los aumentos obligatorios, aumentar los sueldos en menos de un dólar hará muy poco para reducir la pobreza. En Colorado, por ejemplo, los sueldos subieron 23 centavos hasta llegar a $8.23, pero eso sólo quiere decir que los trabajadores de tiempo completo con el sueldo mínimo verán apenas $9.20 más por semana (antes de los impuestos) que lo que reciben ahora, y unos $478 más al año, asumiendo que el trabajador labore las 52 semanas.
Si las tendencias actuales de inflación y del índice de precios al consumidor continúan a las tasas comparables de los últimos tres años, esos aumentos del sueldo mínimo se evaporarán a fines de 2016 —y eso, asumiendo que el aumento del sueldo mínimo no surtirá ningún efecto en los precios en Colorado.
Básicamente, las leyes de sueldo mínimo hacen muy poco para ayudar a los trabajadores empobrecidos, y una economía básica explica por qué. Cuando cualquier mercado ve un aumento en los dólares disponibles, los precios de los bienes y servicios comunes como la gasolina y los alimentos suben de manera inevitable. La razón de eso es muy simple: si los consumidores tienen más dinero para gastar, los negocios van a cobrar más, con la esperanza de tener mayores ganancias.
Por ejemplo, un comercio pequeño en Colorado, donde el salario mínimo del estado aumentó 23 centavos para alcanzar $8.23, puede emplear a 10 trabajadores que ganen el sueldo mínimo y trabajen 40 horas a la semana. Al aprobarse el nuevo sueldo mínimo, el duelo del comercio tendrá que pagar a sus trabajadores un total de $92 más a la semana que en 2014. La manera más fácil de que un dueño de negocio recupere la diferencia es subiendo los precios lo que conduce a mayores costos para todos los consumidores en el mercado.
Sin embargo, muchos dueños de negocios ya están cobrando lo que piensan que son los precios más altos posibles para mantenerse competitivos, lo que quiere decir que los propietarios deberán asumir una pérdida de ganancias o reducir las horas de trabajo de los empleados. Miles de negocios son incluso forzados a despedir trabajadores.
Los que proponen sueldos mínimos dicen que tales sacrificios son necesarios para evitar que una clase entera de trabajadores que no pueden sobrevivir con el sueldo mínimo caiga en la pobreza, pero este mito no tiene en cuenta los muchos beneficios subsidiados por los contribuyentes que ya están recibiendo los que ganan los sueldos mínimos.
Solamente al nivel federal, los trabajadores de tiempo completo con el sueldo mínimo, con cualquier cantidad de hijos son elegibles para el Crédito Fiscal por Sueldo [Earned Income Tax Credit] (EIT) —$496 en 2014— y para el Crédito Fiscal por Hijos [Child Tax Credit] (CTC), que combinados con el salario mínimo federal de $7.25 equivale o excede el nivel de pobreza para cualquier familia concebible. Esto significa en la práctica que nadie que trabaje de tiempo completo con el sueldo mínimo en los Estados Unidos está realmente en la pobreza, según el gobierno federal, y la ayuda de los contribuyentes que recibe deja pequeño los diminutos beneficios que obtienen los trabajadores de sueldo mínimo con el incremento de la paga.
Aunque el deseo de los votantes de aumentar el sueldo mínimo está basado en la esperanza altruista de que el mandato del gobierno sacará a miles de estadounidenses de la pobreza, la realidad es que ningún trabajador de tiempo completo está en la pobreza según los propios estándares del gobierno federal, e incluso si lo estuvieran, aumentar el salario mínimo artificialmente hará muy poco para mejorar sus vidas.