El precio alto de la estupidez

Nota: Aunque este editorial fue escrito hace dos años, los eventos recientes y los intentos del hombre para solucionarlos hacen este editorial relevante para todo aquel que está honestamente buscando soluciones.

Ramon Arias | 9 de junio de 2014

Quizás has oído decir: «Si me engañas una vez, la culpa es tuya; si me engañas dos veces, la culpa es mía». Sin embargo, ¿cómo le llamamos a una persona o a una sociedad que constantemente está siendo engañada sin final a la vista? ¿A qué se parece esa sociedad? ¿Habrá una manera de salir de un círculo vicioso en una cultura dominada por la falsedad? ¿Sabes las respuestas a esas preguntas? ¿Te importa? Espero que tu respuesta a la última pregunta sea en afirmativo.

El rey Salomón dijo: «El necio no tiene deseos de aprender;
sólo le importa presumir de lo que sabe» (Proverbios 18:2). Comprender cualquier asunto requiere disciplina para llegar a la verdad sin importar las consecuencias que se encuentran en el proceso e incluso después de que el asunto se haya resuelto. Pero un tonto no se preocupa por los hechos verdaderos, porque sólo hay una cosa en su mente, es decir, el expresar opiniones que modelan la vida de acuerdo a su agenda sin importar si la historia revela claramente que no funciona.

Somos bombardeados constantemente con mentiras por los ideólogos necios influyentes y dominantes que están decididos a poner en práctica sus programas destructivos y esto ha estado sucediendo desde hace 6,000 años. Nunca me cansaré de señalar esto, ¡nunca! Toda sociedad que se formó en una nación o imperio sólo para derrumbarse más tarde es porque nació con una base ideológica defectuosa. Ha habido sólo dos naciones que en su concepción tenían un sistema adecuado de ideas. Este sistema forma la base de su vida, su libertad y su progreso: esas naciones son el Israel de antaño y los Estados Unidos de Norteamérica, dónde se implementó el experimento de una nueva forma de gobierno y de sociedad que nunca se había vivido en la historia humana. En ambos casos, los hombres no fueron los autores de esas ideas porque tenían la misma fuente, Dios—no el hombre.

El antiguo Israel recibió la ley que iba a ser el modelo e inspiración para que todas las naciones lo aprovecharan, “Yo les he enseñado las leyes y los decretos que el Señor mi Dios me ordenó, para que los pongan en práctica en el país que van a ocupar. Cúmplanlos y practíquenlos, porque de esta manera los pueblos reconocerán que en ustedes hay sabiduría y entendimiento, ya que cuando conozcan estas leyes no podrán menos que decir: «¡Qué sabia y entendida es esta gran nación!» Porque, ¿qué nación hay tan grande que tenga los dioses tan cerca de ella, como tenemos nosotros al Señor nuestro Dios cada vez que lo invocamos? ¿Y qué nación hay tan grande que tenga leyes y decretos tan justos como toda esta enseñanza que yo les presento hoy?» (Deuteronomio 4:5-8)

Como nación, Israel nunca fue consistente en vivir fielmente por los principios de los mandamientos de Dios. Abrazaron las ideas tontas de las naciones vecinas y pagaron un precio alto cada vez que se apartaban del conocimiento revelado, la comprensión y la sabiduría que se les dio en la ley de Dios. Al hacerlo, demuestran lo fácil que es para el pueblo de Dios elegir el camino de la estupidez y del fruto que la misma produce. Sabemos lo que pasó con la nación del antiguo Israel en el año 70 d.C., fue aniquilado.

A lo largo de las Escrituras (el Antiguo Testamento), es muy común encontrar las palabras «tonto», «necio» y «necedad» para describir la condición de una persona, grupo de personas o una nación que carece de inteligencia o de sentido común para resolver todo tipo de problemas en todos los ámbitos de la sociedad. Este es el resultado de abandonar el consejo completo de Dios. También encontramos la palabra «estúpido», por si acaso algunos no entienden los sinónimos. A continuación tenemos algunas de las Escrituras acerca de la estupidez:

“Porque él ve que aun los sabios mueren; el torpe y el necio perecen de igual manera, y dejan sus riquezas a otros”, (Salmo 49:10).

 Oh Señor, ¡qué grandes son tus obras!, ¡qué profundos tus pensamientos! ¡Sólo los necios no pueden entenderlo! Si los malvados y malhechores
crecen como la hierba, y prosperan,
es sólo para ser destruidos para siempre”, (Salmo 92:5-7).

«El que ama la disciplina ama el conocimiento, pero el que aborrece la reprensión, es estúpido», (Proverbios 12:1).

“Mi pueblo es estúpido, no me conoce
—dice el Señor.
Son hijos sin juicio, que no reflexionan.
 Les sobra talento para hacer el mal,
pero no saben hacer el bien”,  (Jeremías 4:22). 

“¡Señor, no hay nadie como tú!
Pues eres grande y tu nombre está lleno de poder. ¿Quién no te temería, oh Rey de las naciones? ¡Ese título te pertenece sólo a ti!
Entre todos los sabios de la tierra
 y en todos los reinos del mundo no hay nadie como tú. Los que rinden culto a ídolos son estúpidos y necios… ¡Toda la raza humana es necia y le falta conocimiento!… Los pastores de mi pueblo han perdido la razón.
Ya no buscan la sabiduría del Señor”, (Jeremías 10:6-8, 14, 21).

En su mayoría, las primeras 13 colonias se establecieron con lo que se conoce como los principios judeocristianos. Otras religiones e ideologías no fueron consideradas por encima de la perspectiva bíblica. La jornada como una nueva nación basada en estos principios ha sido tormentosa, y durante los últimos 200 años, poco a poco, la mayoría de los cristianos han hecho lo mismo que hizo el antiguo Israel. Es decir, han rechazado los absolutos de Dios como una forma de vida y los han cambiado por la irracionalidad del hombre. No debería ser ninguna sorpresa que nos encontramos adoctrinados con ideas que, en su mayoría, han erosionado los beneficios de conocer y aplicar la ley de Dios.  El fundamento está infestado de ladrones, corrupción, codicia y anarquía en todos los niveles de la sociedad. Los tontos siempre se han opuesto a la verdad y han utilizado la mentira para lograr llevar acabo sus maldades.

El apóstol Pablo le hizo algunas preguntas a los Gálatas, “¡Gálatas, duros para entender! ¿Quién los embrujó?... ¿Son tan duros para entender, que habiendo comenzado con el Espíritu quieren ahora terminar con algo puramente humano?” (Gálatas 3:1, 3)

En otras traducciones la palabra «tonto» es «estúpido», «¡Oh, estúpidos Gálatas! ¿Quién te ha hechizado?» (Biblia en Arameo al Inglés sencillo). «¡Ustedes tontos de Galacia! ¿Quién te puso bajo un hechizo del mal?» (traducción GOD’S WORD).

¿Por qué utilizó Pablo un lenguaje tan fuerte? Porque es el lenguaje de la ética de Dios contra los que después de abrazar la única verdad revelada por el Dios de la Escritura, más tarde hacen concesiones y le dan la espalda a Dios, empeorando las cosas no sólo para ellos sino para la cultura en general.

Veamos brevemente las preguntas de Pablo a los Gálatas. Primera pregunta: «¡Gálatas, duros para entender! ¿Quién los embrujó?» En otras palabras, ¿por qué han dado el control de su mente a las fuerzas de la oscuridad estúpidamente en vez de a Dios? La segunda pregunta, está formada en dos partes, «¿Son tan duros para entender, que habiendo comenzado con el Espíritu quieren ahora terminar con algo puramente humano?» Una vez más, ¿por qué son tan estúpidos? Recibieron la vida, la libertad, el conocimiento, la comprensión y la sabiduría por el Espíritu de Dios, y ¿ahora quieren perfeccionar su vida con entendimiento humano que se opone a Dios? ¿Están locos? ¿Por qué quieren volver a la condición patética de una sociedad en esas situaciones injustificadas? ¿Crees que Pablo le haría la misma pregunta a los cristianos estadounidenses de hoy?

¿Cuánto tiempo crees que le va a tomar a los cristianos en Estados Unidos para comprender plenamente que no hay verdad o lógica aparte de la Verdad Revelada de Dios? ¿Puedes esperarte a que todos los demás lo hagan o debes tú asumir la responsabilidad personal para conocer al Dios de la Biblia? ¿Te esforzarás hoy para conocer la naturaleza del hombre, los beneficios de la ley bíblica, las consecuencias positivas y negativas de nuestras ideas y acciones, y que individualmente somos responsables del legado que dejamos a las futuras generaciones?

Independientemente de lo que se conozca acerca de Abraham Lincoln, estoy seguro de que todos podemos estar de acuerdo con él cuando dijo: «Se puede engañar a algunas personas todo el tiempo, y a todas las personas parte del tiempo, pero no se puede engañar a todas las personas todo el tiempo».

He estado diciendo durante décadas que la ignorancia es una maldición y la única manera en que podemos romper ese yugo es con un compromiso inquebrantable en la participación personal que comienza con el estudio de la Palabra de Dios, la oración, y estar bien informados. Debemos ser educados en las cuestiones con el fin de tener una participación inteligente en la solución de problemas en nuestra comunidad, estado, nación y el mundo. El precio que hemos estado pagando por nuestra estupidez debe parar. Lo hacemos al desprendernos y ya no dejarnos engañar.

«Si una nación espera ser ignorante – y libre – en un estado de civilización, espera lo que nunca fue y nunca lo será.» – Thomas Jefferson, carta al coronel Charles Yancey, 1816.

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