El sueño americano falsificado

Nena Arias | 2 de diciembre de 2019

Todo en este mundo tiene un comienzo. La motivación de los primeros colonos del Mayflower de 1620 lo dijo todo; cómo expresaron formalmente su deseo de esta nueva aventura que comenzó con un viaje desde Europa a las costas de esta parte del continente norteamericano. Esta empresa, con el tiempo, resultó ser el comienzo de este país, los Estados Unidos de América. No hay duda, que esta visión nació y fue dirigida por Dios. No puede haber otra explicación cuando estudiamos la vida y los escritos de quienes la originaron a principios del siglo XVII.

Estas personas eran los peregrinos y los puritanos ingleses que llegaron a estas costas para liberarse de la opresión humana y la persecución de su fe. Tenían un deseo que se convirtió en un sueño que les dio la visión para el comienzo de una nueva colonia (nación) en lo que se conoció como el Nuevo Mundo. Para todos los efectos, ese fue el sueño americano original. Libertad para adorar al Dios de la Biblia e instruir a sus hijos en sus caminos para una verdadera herencia divina.

Pero todo ese énfasis original del verdadero sueño americano ha cambiado en los Estados Unidos modernos. El sueño americano original ha sido falsificado por uno de materialismo.

Durante muchos años, hemos escuchado con demasiada frecuencia que las personas se refieren a un «sueño americano» como si hablaran de dos palabras mágicas que se supone que significan lo mismo para todas las personas. La gente cree ilusoriamente que si llegan a poseer esta versión moderna del sueño americano, habrán llegado a la cima de una montaña para poder sentir que han llegado a un estado real y privilegiado que resolverá todos sus problemas y les dará la forma de existencia más despreocupada que se puede alcanzar en esta tierra.

El Internet está lleno de muchas explicaciones y descripciones de cómo se supone que debe ser el llamado «sueño americano» o cuándo se puede considerar que se ha llegado a este sueño americano por la cantidad de posesiones que se han acumulado.

En la década de 1920, la noción del sueño americano comenzó a formarse a partir de la idea de crear una vida mejor y el deseo de adquirir cosas materiales. Este cambio fue descrito en la novela de F. Scott Fitzgerald, The Great Gatsby.

El término comenzó a circular en 1931 después de un libro best-seller titulado «Epic of America» por James Truslow Adams y comenzó a circular. Lo describió como «ese sueño de una tierra en la que la vida debería ser mejor y más rica y plena para todos, con oportunidades para cada uno según su capacidad o logro».

Por lo tanto, las personas se esfuerzan más allá de los límites y sacrifican a sus familias, la salud, la espiritualidad, el tiempo de calidad con sus hijos para trabajar duro y lo más inteligente posible, obtener una educación que se supone que les abrirá las «ventanas del cielo» de oportunidades. Extienden su crédito, compran propiedades e intentan tenerlo todo para lograr el ilusorio sueño americano de  “nunca es suficiente”, solo para terminar haciendo un desastre en sus vidas, pero fingen que han llegado. Nada podría estar mas lejos de la verdad. Sin embargo, muchas personas en el mundo quieren venir a Estados Unidos para lograr esta ilusión de «felicidad» mientras se pierden el factor más importante. Marcos 8:36-37 dice: “Pues, ¿de qué le sirve al hombre ganar el mundo entero y perder su vida?  Porque, ¿qué dará el hombre en rescate por su vida?

La gente no ve que la prosperidad material en Estados Unidos fue un subproducto del fundamento espiritual de principios bíblicos que le dio esta grandeza. Para que Estados Unidos vuelva a ser grandioso, debemos restaurar el sueño americano original.

“Más bien, busquen primeramente el reino de Dios y su justicia,
 y todas estas cosas les serán añadidas.”
(Mateo 6:33)

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