Es hora de cerrar la industria porno de una vez por todas

Patrick A. Trueman | 25 de septiembre de 2013

La industria porno acaba de concluir su cierre autoimpuesto, pero uno debe preguntarse por qué. La industria cesó la producción de películas después que cuatro estrellas porno resultaron positivo en las pruebas de HIV el mes pasado. Sin embrago, el HIV es sólo uno de los muchos problemas de salud que son comunes en la industria. Otros incluyen la clamidia, la gonorrea y el herpes. Y aunque esas infecciones a menudo dejan secuelas permanentes, no son sino una pequeña parte de la devastación que produce la pornografía.

Los daños que causa la pornografía incluyen un aumento de la demanda de tráfico sexual, un aumento de la violencia contra las mujeres, una adicción generalizada, la explotación sexual de niños y una hueste de otros problemas que debilitan. 

El tráfico sexual ha estado vinculado desde hace mucho a la pornografía. La Dra. Donna M. Hughes, profesora de la Universidad de Delaware y prominente activista contra el tráfico humano, señala que, debido a que las mujeres que son usadas en la producción de pornografía comercial en los EE.UU. a menudo son víctimas de una violencia inesperada y de coerción durante las filmaciones, sus experiencias con frecuencia reúnen los requisitos para considerarlas tráfico sexual. Si es así, es hora que el Departamento de Justicia de los EE.UU. aplique la Ley Federal de Protección de las Víctimas del Tráfico Sexual contra los estudios porno y sus productores.

La Dra. Marie Anne Layton, psicóloga de la Universidad de Pennsylvania, advirtió que los consumidores frecuentes de pornografía estaban desarrollando «ideas permisivas» a partir de lo que veían, y por tanto llevaban a la práctica la violencia que se describe a menudo en las películas porno. La pornografía convierte la violencia en sexy, dice ella.

La adicción a la pornografía es un problema abrumador. Como promedio, un adicto encuentra la pornografía a una edad temprana y comienza a consumirla regularmente en su adolescencia. Cuando es un adulto joven, se ha movido hacia material más novedoso y tabú para mantener el estímulo. El psiquiatra Norman Doidge describe este deslizarse hacia la anormalidad en su libro exitoso «The Brain that Changes Itself» [«El cerebro que se cambia a sí mismo»], señalando que la pornografía, por ofrecer un harén inacabable de objetos sexuales, hiperactiva un sistema de apetitos en el cerebro que exige atención constante.

El daño a los consumidores va más allá de la adicción. Por ejemplo, hace dos años Psychology Today Online reportó un estudio que identificaba algo llamado «Disfunción Sexual Inducida por la Pornografía». El también llamado «problema de la Viagra»  es un fenómeno cada vez más difundido entre hombres de unos 20 años, indicaba el estudio. Es resultado de años de consumo de pornografía acompañado de masturbación.

Está además el problema cada vez mayor de la pornografía infantil, que debe tenerse en cuenta. Los agentes de la ley que trabajan con casos de pornografía infantil notan a menudo que muchos usuarios de la pornografía de adultos, después pasan a la porno infantil, para satisfacer un poderoso deseo de materiales más explícitos y más anómalos. Quizá esto sea un resultado de la hiperactividad cerebral descrita por Doidge, pero la relación entre porno de adultos y porno infantil no puede ser ignorada. La pornografía infantil es un problema explosivo en la sociedad.

Los niños son perjudicados también de otra manera. En la época de hoy, con la Internet, tienen un acceso fácil a la pornografía y a una industria de la porno muy dispuesta a suministrársela. Esta combinación volátil hace que los niños busquen la porno a edades más tempranas que nunca antes y eso les afecta negativamente.

La Dra. Sharon Cooper, profesora de pediatría de la Universidad de Carolina del Norte, advierte contra el daño a la corteza pre-frontal de los cerebros infantiles en desarrollo, causado por el consumo regular de porno. La corteza pre-frontal, dice ella, es el asiento del buen juicio, el sentido común, el control de los impulsos y la emoción.

Estamos comenzando a ver esos efectos dañinos. Un informe reciente del Reino Unido indica que la pornografía ha convertido a más de 4,500 niños británicos en delincuentes sexuales. Eso es en una nación de 62 millones. Nosotros tenemos más de 300 millones y no hay razón para esperar un resultado diferente aquí. El abuso de un niño contra otro niño es un problema creciente en los EUA y está relacionado con el uso de la pornografía por los niños.

La pornografía está causando una pandemia de daños que no se está tratando, y apenas hemos comenzado a enfrentarnos a las consecuencias. Sin embargo, las leyes federales que podrían poner freno a ese daño permanecen inertes, gracias al Fiscal General de los Estados Unidos, Eric Holder, que se niega a permitir que se usen a pesar de las demandas de muchos congresistas y del público. En la actualidad es una violación de la ley federal distribuir pornografía dura u «obscena» por Internet, por televisión de cable o satélite, de hotel o motel, en comercios de venta al menudeo, por correo y mediante transportadores públicos como Federal Express. Imagínese qué diferente sería el país si esas leyes se hicieran cumplir con todo su rigor.

El abogado Patrick A. Trueman es presidente de Morality in Media y fue jefe de la Sección de Explotación Infantil y Obscenidad del Departamento de Justicia de los Estados Unidos.

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