¡Estados Unidos, enfócate!

Ramón Arias | 5 de julio de 2015

La ley de la siembra y la cosecha no necesita explicación ya que la naturaleza nos dice que no podemos plantar una semilla de manzana y cosechar tomates. Tampoco hay que mencionar que cosechamos más de lo que sembramos, aunque no seas un agricultor o alguna vez has plantado un jardín sabes que esto es cierto, ¿o no? Hoy en día, a través del pensamiento crítico, no es difícil saber hacia dónde se dirige el pensamiento de la gente, sobre todo porque han sido testigos del embrutecimiento de la mente estadounidense que está en todo su apogeo.

En 1987, leí el libro, «The closing of the American Mind” [El cierre de la mente americana] ( se puede leer gratis en inglés en PDF), con el subtítulo «How Higher Education Has Failed Democracy and Impoverished the Souls of Today’s Students” [“Como la Educación Superior le ha fallado a la democracia y empobrecida las almas de los estudiantes de hoy en día”], de Allan Bloom (14 septiembre 1930 a 7 octubre 1992). Él era un profesor de filosofía política en la Universidad de Chicago. Rachel Donadio, en su ensayo Revisiting the Canon Wars [Repaso a las Guerras de los Cánones] publicado por The New York Times el 16 de septiembre de 2007, dice:

«El libro de Bloom estaba lleno de afirmaciones audaces: que abandonar el canon occidental había bajado el nivel las universidades, mientras que el ‘relativismo’, que la había sustituido había ‘extinguido el motivo verdadero de la educación, la búsqueda de una buena vida’; que la música rock ‘arruina la imaginación de los jóvenes’; que Estados Unidos no había producido ninguna contribución significativa a la vida intelectual desde la década de los 1950; y que las muchas contribuciones anteriores fueron simplemente versiones diluidas de Heidegger, Nietzsche, Weber, Freud y otros pensadores continentales. Para Bloom, las cosas habían ido mal desde los años 60, cuando las universidades adoptaron ‘el imperativo de promover la igualdad, erradicar el racismo, el sexismo y el elitismo (los crímenes peculiares de nuestra sociedad democrática), así como la guerra’, escribió él, porque pensaban que estos intentos de cambio social ‘poseían una verdad moral superior que cualquier universidad podría proporcionar’».

Donadio continúa diciendo:

«… El libro de Bloom compartió espacio en los primeros lugares de la lista de best-seller con E.D. Hirsch de ‘Cultural Literacy’ (1987) [Alfabetización Cultural], que argumentó que la educación progresista había dejado a los estadounidenses sin una comprensión de los conocimientos básicos. También inspiró nuevos ataques conservadores contra las universidades, incluyendo a los de Roger Kimball ‘Tenured Radicals’ [Radicales vitalicios] (1990) y el de Dinesh D’Souza en ‘Illiberal Education’ [Educación iliberal] (1991)».

Sus siguientes observaciones también son muy reveladoras:

«Hoy en día es generalmente aceptado que los multiculturalistas ganaron las guerras de los cánones. Las listas de lectura se ampliaron para incluir más obras escritas por las mujeres y los escritores de las minorías, y la mayoría de los eruditos consideran que ese fue un desarrollo positivo. Sin embargo, 20 años después, hay un sentido más complicado de los costos y beneficios de esas transformaciones. Aquí, las líneas no se trazan entre derecha e izquierda en el sentido político tradicional, sino entre los que defienden la idea de un cuerpo distinto del conocimiento y los textos que los estudiantes deben dominar y aquellos que se centran más en los modos de indagación e interpretación. Sin importar qué tan polarizado pudo haber sido Bloom, muchas de las cuestiones que plantea todavía resuenan – especialmente cuando se trata del lugar de las humanidades en el campus y en la cultura».

Ten en cuenta que Donadio escribió este ensayo en 2007.

A pesar de que Allan Bloom partió físicamente de este mundo hace 23 años, (al momento de escribir este artículo), hay clara evidencia innegable a través de sus escritos que él todavía le está diciendo a los estadounidenses del siglo 21, «te lo dije».

El estudio excepcional en, “The Closing of the America Mind[El cierre de la mente estadounidense] (pp. 55-61), demuestra que la disminución del conocimiento bíblico en Estados Unidos es lo que llevó a la abdicación de la verdadera educación, una tarea que fue delegada por Dios únicamente a los padres. La responsabilidad total de esto está en el hogar:

«Nadie cree que la causa de esta decadencia del papel tradicional de la familia como la transmisora de la tradición es la misma que la de la decadencia de las humanidades de que los libros viejos pueden, o incluso que podrían, contener la verdad …. En los Estados Unidos, en términos prácticos, la Biblia era la única cultura común, misma que unía al sencillo y al sofisticado, a los ricos y a los pobres, a los jóvenes y a los viejos, y como el mismo modelo para una visión del orden en la totalidad de las cosas, así como la clave para el resto del arte occidental, y las más grandes obras de los que estaban en una u otra forma reflejadas en la Biblia— daban acceso a la seriedad de los libros. Con su desaparición gradual e inevitable, la misma idea de un libro tan completo en su totalidad y de la posibilidad y necesidad que explique todo el mundo está desapareciendo. Y los padres y las madres han perdido la idea de que la aspiración más elevada que podrían tener para sus hijos es que sean sabios, como sacerdotes, profetas o filósofos con sabiduría. La competencia especializada y el éxito son todo lo que pueden imaginar para sus hijos. Contrariamente a lo que se piensa comúnmente, sin el libro se pierde incluso la idea del orden de la totalidad.

… Mis abuelos eran gente ignorante de acuerdo a nuestros estándares, y mi abuelo tenía empleos solamente humildes. Sin embargo, su hogar era espiritualmente rico porque todas las cosas que se hacían en él, no sólo lo que era específicamente ritual, encontraron su origen en los mandamientos de la Biblia, y su explicación en las historias de la Biblia y los comentarios sobre ellos, y tenían sus contrapartes imaginativas en las obras de la gran cantidad de héroes ejemplares. 

Mis abuelos encontraron razones para la existencia de su familia y del cumplimiento de sus deberes en escritos serios, e interpretaron sus sufrimientos especiales con respecto a un grande y ennoblecedor pasado. Su fe sencilla y sus prácticas los vinculaba a los grandes eruditos y pensadores que trataron con el mismo material, no desde el exterior o desde una perspectiva ajena, sino como lo creyeron, y simplemente lo profundizaron para proporcionar orientación.

Había un respeto por el verdadero aprendizaje, porque tenía una conexión con sus vidas. Esto es lo que una comunidad y una historia significan, una experiencia común que invita a las altas y bajas de la vida en un solo cuerpo de creencias.

No creo que mi generación, ni mis primos que han sido educados al estilo estadounidense, todos los cuales son doctores en medicina o tienen doctorados, tenga ningún aprendizaje comparable. Cuando hablan del cielo y de la tierra, las relaciones entre hombres y mujeres, padres e hijos, la condición humana, solo escucho nada más que clichés, superficialidades, o el material de la sátira. No estoy diciendo algo tan trivial como que la vida es más plena cuando la gente vive de mitos. Me refiero más bien que una vida basada en el Libro se acerca más a la verdad, que proporciona el material para la investigación más profunda y el acceso a la verdadera naturaleza de las cosas. Sin las grandes revelaciones, epopeyas y filosofías como parte de nuestra visión natural, no hay nada que ver allá afuera, y, finalmente, poco por adentro. La Biblia no es el único medio para amueblar una mente, pero sin un libro de seriedad semejante, leído con la gravedad del creyente en potencia, permanecerá sin amueblar». (El énfasis en negritas es añadido)

¡Bien dicho, Allan Bloom, gracias! No es sólo la educación superior la que le ha fallado a la nación y empobrecido el alma de los estudiantes, en su mayoría; es también el hogar y la iglesia los que han contribuido para el empobrecimiento del alma de la nación. Estados Unidos no llegó a esta condición moral/cultural atroz de la noche a la mañana; es el resultado de malas semillas culturales que sembraron las generaciones pasadas.

Desde finales del siglo 1700 hasta la actualidad, podemos rastrear el abandono del consejo completo de Dios tal como se revela en Su Palabra y se comenzó a abrazar gradualmente y a incrementar esas semillas del conocimiento de la destrucción. Las leyes de la siembra y la cosecha no se aplican sólo para la naturaleza, también a las ideas del hombre para el comportamiento moral, y al igual que en la naturaleza, una sola semilla produce cientos y miles de este tipo. «No se dejen engañar, de Dios nadie se burla; pues todo lo que el hombre siembre, eso también segará» (Gálatas 6:7).

La batalla por el alma de Estados Unidos ya no es una mera frase cliché como muchos pensaron que era; sólo el que está moralmente y espiritualmente ciego no puede ver dónde estamos y hacia dónde vamos. Jesús dijo a los judíos de Su generación: “Entren por la puerta estrecha, porque ancha es la puerta y amplia es la senda que lleva a la perdición (destrucción), y muchos son los que entran por ella. Pero estrecha es la puerta y angosta la senda que lleva a la vida, y pocos son los que la hallan”,  Mateo 7:13-14 (NBLH).

Una generación más tarde, en el año 70 d.C., la nación fue destruida tal como Jesús dijo que iba a suceder. (Mateo 2, Marcos 13 y Lucas 21). Sin embargo, antes de que sucediera, Jesús les habló de todas las señales que indicarían la destrucción venidera. Las señales de advertencia iban a ser tiempos difíciles, guerras, hambrunas, terremotos, persecución y especialmente líderes religiosos falsos que a través de sus enseñanzas corruptas causarían más devastación que cualquier otra cosa. Jesús le dijo a sus discípulos las buenas noticias de que durante este período la propagación del evangelio del reino iba a aumentar. El relevo de la pared en el Arco de Tito revela a los soldados romanos que llevaban el botín de la destrucción del Templo de Jerusalén en el año 70 d.C. La verdad revelada de Dios y de Jesús fueron precisas y las de los  líderes religiosos de Israel resultaron ser equivocadas. 

Las señales de advertencia contra Estados Unidos han aumentado considerablemente y sólo Dios Todopoderoso sabe si hay suficientes personas justas para evitarle a la nación Su justa ira. Estados Unidos no tiene excusa; el fundamento bíblico establecido por los antepasados ​​a principios del siglo 17 está allí para ser reclamado. La Biblia es el único documento que es relevante ahora más que nunca, y me refiero que es ¡EL ÚNICO! El gobierno ha destruido la Declaración de Independencia, la Constitución y la Carta de Derechos. La pregunta para los cristianos bíblicos es: ¿vamos a enfocarnos en el documento original de la verdadera libertad, la Biblia, y seguir adelante enfrentando todas las adversidades, que incluye a los socialistas humanistas, a los progresistas, las sociedades liberales y a los fariseos, a los saduceos y a los escribas que están al timón del liderazgo en nuestras iglesias, seminarios e institutos bíblicos? ¿Somos la generación con las agallas y la determinación inquebrantable para recuperar lo que por derecho pertenece a nuestro Dios y Salvador Jesucristo y reconstruir lo destruido por las generaciones pasadas? (Isaías 61:1-4)

El futuro le revelará a las generaciones por venir lo que nuestra decisión será.

«Les dejo un regalo: Paz en la mente y en el corazón. Y la paz que yo doy es un regalo que el mundo no puede dar. Así que no se angustien ni tengan miedo», Juan 14:27 (NTV).

 «… a pesar de todas estas cosas, nuestra victoria es absoluta por medio de Cristo, quien nos amó», Romanos 8:37 (NTV).

«Pero gracias a Dios, que en Cristo siempre nos lleva en triunfo, y que por medio de nosotros manifiesta la fragancia de Su conocimiento en todo lugar», 2 Corintios 2:14 (NBLH).

Ya es hora: ¡ Estados Unidos, enfócate!

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