John Stossel | 1 de agosto de 2018
(Fox News) – Manifestantes sindicales y celebridades simpatizantes han decidido que las propinas de los camareros no son lo suficientemente generosas.
Están molestos porque en 43 estados, a los trabajadores que reciben propinas se les puede pagar un salario mínimo más bajo de lo establecido: tan bajo como $ 2.13 por hora.
¡No es justo! Gritan celebridades como Jane Fonda, quien grabó comerciales que decían: “¡Eso es apenas suficiente para comprar una gran taza de café!”.
Como es habitual, aquellos que quieren que el gobierno decida que se debe pagar más a los trabajadores insisten en “las mujeres y las minorías” se ven afectados por el mercado.
Sin embargo, la camarera Alcieli Felipe es minoría y es mujer. Ella dice que las celebridades y los políticos no deberían entrometerse.
Gracias a las propina, dice Felipe en mi nuevo video de internet, ella gana “$25 por hora. Para finales de año, entre $48,000 y $50,000”.
Ella cree que si el gobierno aumenta el salario mínimo, “será más difícil para los restaurantes mantener la misma cantidad de empleados … Se eliminará al ayudante de mesero”.
Tiene razón.
Las leyes sobre el salario mínimo no aumentan simplemente los salarios sin consecuencias. Si lo hicieran, ¿por qué no establecer el mínimo a $ 100 por hora?
Cada vez que se eleva un salario mínimo, alguien pierde algo. “En el área de la Bahía (de San Francisco), se ha tenido un aumento del 14 por ciento en el cierre de restaurantes por cada dólar que se ha aumentado de salario mínimo», dice Michael Saltsman del Employment Policy Institute [Instituto de Política de Empleo].
Los activistas son impasibles. “El problema con las propinas es que son muy inconsistentes”, me dijo Nicole Hallett, profesora de Derecho de la Universidad de Búfalo. Hallett es una de esas profesoras activistas que logra que los estudiantes se le unan en protestas de “justicia social”.
“Simplemente no creo que aumentar el salario mínimo a los trabajadores con propinas conduzca a una reducción en la fuerza laboral de los restaurantes”, dijo. “Los estudios han demostrado que los restaurantes han podido soportar esos costos”.
Señalé que la última vez que Nueva York aumentó su salario mínimo, la ciudad perdió 270 restaurantes.
“Los restaurantes siempre cierran”, respondió ella.
“Los restaurantes no siempre cierran”, responde Saltsman. “Sí, hay un malestar en la industria, pero qué le estamos haciendo ahora a una industria en la que los márgenes de beneficio son bajos, aumentando los cierres de restaurantes … Algo no está bien”.
Los medios rara vez se enfocan en dichos cierres. No podemos entrevistar a personas que nunca son contratadas; no sabemos quiénes son. En cambio, los activistas guían a los reporteros hacia trabajadores que hablan sobre la dificultad de pagar el alquiler.
“Cuarenta y seis por ciento de los trabajadores con propinas en todo el país dependen de los beneficios públicos” como cupones de alimentos, me dijo Hallett.
Señalé que muchos trabajadores que reciben propinas son elegibles para recibir beneficios porque no le informan al gobierno los ingresos que reciben por dichas propinas.
Ella no me lo discutió. “Muchos restaurantes y trabajadores de restaurantes no reportan el 100% de sus ingresos”, reconoció.
Hallett y otros activistas a favor de aumentar el salario mínimo, también afirman que la propina no debe estimularse porque produce acoso sexual. Sarah Jessica Parker, Reese Witherspoon, Natalie Portman, Jane Fonda y otras 12 actrices escribieron una carta instando al gobernador de Nueva York a aumentar el salario mínimo, alegando que “depender de las propinas crea un ambiente laboral más permisivo donde los clientes se sienten autorizados a abusar de las mujeres a cambio de ‘servicio’”.
¿Provocan las propinas que los clientes abusen de las mujeres?
Saltsman dice que las investigaciones que utilizan datos federales no respaldan esto. “Los datos muestran que algunos de los estados que han recorrido este camino que los activistas quieren, cambiando su sistema de propinas, en realidad tienen una mayor tasa de acoso sexual”.
Cuando se lo indiqué a Hallett, ella respondió: “El acoso sexual es complicado; ninguna política va a eliminar ese problema”.
Por lo tanto, aumentar el salario mínimo no reducirá el acoso sexual sino que aumentará los precios, obligará a algunos restaurantes a despedir a los trabajadores o a cerrar y reducirá los ingresos por propinas.
¿Se supone que esto ayude a los trabajadores de los restaurantes?
Muchos se oponen a que se les “ayude”. Cuando los votantes de Maine aumentaron el salario mínimo, tantos trabajadores de restaurantes protestaron que los políticos revirtieron la decisión.
Alcieli Felipe tampoco quiere que el gobierno la “ayude”: “Estamos bien. ¿Quiénes son esas personas? ¿Han trabajado en la industria de la restauración?”.
La mayoría no lo ha hecho.
Soy un hombre del mercado libre. Me pregunto: “¿Por qué debería haber un salario mínimo? ¿Por qué no pueden el empleador y el empleado hacer el trato que deseen?”.
“Esa política ha sido rechazada”, me dijo Hallett, “rechazada durante los últimos cien años. No estamos en ese mundo”.
Lamentablemente, no lo estamos. Vivimos en un mundo donde los activistas y el gobierno simplemente “protegen” a los trabajadores de sus trabajos.