Hay que limpiar el desastre después de las elecciones

Ramón Arias | 5 de noviembre de 2014

Después de haber superado el bombardeo de mentiras, medias verdades y mitos de las campañas políticas, entregar nuestro voto no debe darnos una sensación de alivio. Lamentablemente, esta elección nos recordó muy claramente la condición deplorable de la nación. 

A pesar de la elección todavía nos enfrentamos a una sociedad fragmentada por la división y al borde del colapso. No debemos pensar por un momento que hemos cumplido con todo nuestro compromiso meramente por emitir un voto, lejos de eso. Esto sólo fue el principio. Ahora hay que involucrarnos como nunca antes en la restauración de la Unión al continuar trabajando con cada funcionario electo. No deben tener la idea de que ellos son libres de hacer lo que quieran. Al igual que dependían de nuestro apoyo para ser elegidos esto debe continuar durante la duración de su representación. Ellos trabajan para nosotros y no debemos dejarlos sin vigilancia y sin restricción. 

Tenemos que estar agradecidos con los de la izquierda, también conocidos como los liberales, los progresistas y la gente políticamente correcta, que hacen todo lo posible para ocultar su verdadera agenda del Socialismo Democrático; este no es muy distinto al Socialismo Nacionalista, el cual es idéntico al socialismo marxista. Estas agendas nos revelaron el daño que le han hecho a las generaciones presentes y futuras. Nos recordaron que se trata de «Nosotros, el pueblo» quienes votamos por ellos y les permitimos crecer y hacerse más fuertes intoxicándose con la idea de que somos un montón de idiotas útiles que con gusto aceptamos que estén a cargo de nuestras vidas. También estamos agradecidos con la izquierda por despertar a una gran parte de la comunidad cristiana de su letargo político y cultural. Los cristianos se están dando cuenta de que hay una agenda para destruir el cristianismo bíblico y que ya no es un mito.

Albert Einstein, declaró una verdad inmutable, que es más reveladora que sus descubrimientos científicos, él dijo: «El mundo es un lugar peligroso para vivir. No a causa de la gente que hace el mal, sino debido a las personas que no hacen nada al respecto».

Aun la persona más malvada reconoce la naturaleza, la influencia y la destrucción del mal. Las personas manifiestan diferentes aspectos del mal, ya que es algo natural y es parte de la naturaleza pecaminosa que guerrea dentro. El primer fratricidio se registró hace poco más de seis mil años, cuando Caín mató a su hermano Abel (Génesis 4). ¿Por qué mató Caín a su hermano? En 1 de Juan 3:12 leemos: «No debemos ser como Caín, que era del maligno y mató a su hermano. ¿Y por qué causa lo mató? Porque sus obras eran malas y las de su hermano, justas»

A lo largo de la historia humana la lucha siempre ha sido entre el bien y el mal. Aún así, no debemos ser engañados en pensar que el mal es invencible; más bien debemos definir de qué lado estamos. La siguiente cita se atribuye al filósofo británico Edmund Burke (1729-1797): «La única cosa necesaria para que el mal triunfe es que los hombres buenos no hagan nada». Una pregunta viene a la mente; ¿podrán las personas ser buenas si no hacen nada para detener el mal? Santiago de la Biblia respondió a la pregunta al escribirle a los cristianos de hace dos mil años: «El que sabe hacer el bien y no lo hace, comete pecado” (Santiago 4:17).

¿Quién puede entender mejor la forma de hacer las cosas bien más que los redimidos de Dios? Nadie entiende esto mejor que aquellos que han experimentado la redención y la sanidad de la devastación del mal. Estamos llamados a hacer buenas obras aquí y ahora; por esta razón hemos sido elegidos para ser salvado de las garras del maligno. «Pero ustedes son linaje escogido, real sacerdocio, nación santa, pueblo adquirido por Dios, para que anuncien las virtudes de aquel que los llamó de las tinieblas a su luz admirable”. 1 Pedro 2:9 

El cielo no está esperando que confrontemos el mal una vez que lleguemos allá. Hay una razón sencilla para esto; el mal no habita en el cielo. En la Tierra es donde el mal debe ser enfrentado y derrotado en todos los ámbitos de la vida. Hay aquellos que están buscando una manera de salir del control de una vida sin sentido y sin propósito. A otros no les importa y piensan que pueden vivir sin el plan de salvación de Dios. Esa es su elección, lo que no es su opción es imponer su mal vivir como un estilo de vida para otros. El mal nunca ha sido bueno para la humanidad y esto es donde al pueblo de Dios se les ordena que intervengan para cambiar las cosas y hacerlas de acuerdo a Su voluntad. 

Estados Unidos esta espiritual y moralmente en bancarrota; esta es la razón del mal que se está extendiendo por todo el país. Los principios bíblicos de Dios son el fundamento de esta nación y el traicionar esos principios demanda que la ira de Dios se derrame. 

Marco Tulio Cicerón (106-43 a.C.) vio la muerte de la república romana. Aunque no tenía el conocimiento de Dios, tenía una buena comprensión de la importancia de que la gente buena esté en el timón de la cultura. También entendió la influencia mortal de los que traicionan los buenos principios:

«Una nación puede sobrevivir a sus tontos, e incluso a los ambiciosos. Pero no puede sobrevivir la traición de adentro. Un enemigo a las puertas es menos formidable, porque es conocido y lleva su bandera abiertamente. Pero el traidor se mueve libremente entre los que están dentro de la puerta, sus susurros astutos que se escuchan a través de todos los callejones, escuchados en las mismas salas del propio gobierno. El traidor no parece un traidor; él habla con lenguaje conocido a sus víctimas, y aparenta ser como ellos y conoce sus argumentos, apela a la bajeza que se encuentra profundamente en los corazones de todos los hombres. Él pudre el alma de una nación, trabaja en secreto y de noche para minar los pilares de la ciudad, infecta el cuerpo político de modo que no se podrá resistir. A un asesino se le tiene menos temor”.

Los pilares bíblicos de Estados Unidos sólo pueden sobrevivir si los cristianos son pro-activo en la destrucción de la cultura de la muerte y de la depravación y participan en la restauración a la justicia de Dios; no hay otra alternativa. 

“La esperanza del cristiano es inseparable de su fe. El que cree en la inspiración divina de las Sagradas Escrituras debe esperar que la religión de Jesús prevalezca en toda la tierra. Nunca desde la fundación del mundo las perspectivas de la humanidad han estado más alentadoras que la esperanza de lo que parecen estar en la actualidad. Y que la distribución de la Biblia continúe prosperando hasta que el Señor haya ‘…mostrado su poder a la vista de todas las naciones. Por toda la tierra se sabrá que nuestro Dios nos ha salvado’ [Isaías 52:10 ]”. – John Quincy Adams

«Yo concibo que no podemos expresarnos mejor que con humildad supliquemos al  Gobernante Supremo del mundo. . . que las confusiones que son y han sido entre las naciones puedan ser revocadas por la promoción rápida que en un período de santidad y felicidad cuando los reinos de nuestro Señor y Salvador Jesucristo, podrán establecerse en todas partes, y que la gente voluntariamente se incline ante el cetro de Él, quien es el Príncipe de la Paz”. – Samuel Adams

¿A quién le vamos a creer, los que quieren alejarnos de los principios de Dios o a aquellos que los entienden? Durante mucho tiempo Estados Unidos ha seguido las voces equivocadas que lo han llevado al abismo de la destrucción con mentiras. Ahora es el momento de arremangarse, levantar nuestras voces y liderar bajo la dirección del Espíritu Santo conforme nos determinamos a limpiar este desastre generacional; no debemos permitir que la próxima nos maldiga por no hacer nuestro trabajo.

“De la misma manera, dejen que sus buenas acciones brillen a la vista de todos, para que todos alaben a su Padre celestial”. Mateo 5:16

 “Pues somos la obra maestra de Dios. Él nos creó de nuevo en Cristo Jesús, a fin de que hagamos las cosas buenas que preparó para nosotros tiempo atrás”. Efesios 2:10

“Si uno se mantiene limpio de esas faltas, será como un objeto precioso, consagrado y útil al Señor, apropiado para cualquier cosa buena”.  2 Timoteo 2:21

“Sean ustedes perfectos, como su Padre que está en el cielo es perfecto”. Mateo 5:48

«Sean, pues, imitadores de Dios como hijos amados». Efesios 5:1

“Ustedes son la sal de este mundo. Pero si la sal deja de estar salada, ¿cómo podrá recobrar su sabor? Ya no sirve para nada, así que se la tira a la calle y la gente la pisotea”. Mateo 5:13

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