¡Iglesias, es hora de luchar!

Michael Reagan | 28 de marzo de 2013

Uno no puede ganar la pelea si no se pone los guantes.

Un boxeador viejo de peso completo, embrutecido por los golpes, sabe eso muy bien, pero no las iglesias de los Estados Unidos. 

La Corte Suprema escuchó esta semana argumentos sobre el carácter constitucional de la Proposición 8 de California, que prohibió en 2008 los matrimonios del mismo sexo en el estado, por un margen de 52 a 47, pero que desde entonces ha sido declarada inconstitucional por las cortes federales.

Fox TV, Rush Limbaugh y otros personajes de los programas de participación han entrado a la palestra, expresando la posición conservadora –y moral– de que santificar el matrimonio homosexual con la gracia de la Constitución de los EE.UU. no sólo está mal, sino que es una seria amenaza a la cultura de este país.

Pero esos medios de difusión a menudo hablan a los que ya están en el coro. Eso deja a muchos otros estadounidenses que no escuchan a nadie exponer la posición conservadora sobre el matrimonio homosexual.

No espero que el Partido Republicano asuma ningún liderazgo. Los republicanos están demasiado ocupados peleando unos con otros y asegurándose de que su candidatura presidencial sea aplastada por Hillary Clinton en 2016.

Y ¿dónde rayos están las iglesias con relación a ese asunto de legalizar el matrimonio homosexual?

¿Dónde están los protestantes, judíos y católicos? ¿Les comieron la lengua? ¿Sus corazones y voluntades? ¿La valentía?

¿Dónde está la indignación moral? ¿Por qué no están gritando desde los púlpitos cientos de nuestros pastores, sacerdotes y rabinos? ¿Por qué no están guiando a sus congragaciones por las calles en protestas masivas?

¿Por qué sus obispos no aparecen en pantalla con David Gregory y Piers Morgan para defender la institución del matrimonio como la unión de un hombre y una mujer?

Igual que esos ejecutivos bancarios demasiado cobardes para enfrentarse a los abusadores de Washington y los jefes de las compañías energéticas de California, que no se enfrentan a los Socialistas Verdes de Sacramento, las iglesias tiemblan de miedo.

¿Tienen miedo de perder su estatus de 501(c)(3) exentas de impuesto por dedicarse a la actividad política? ¿Tienen temor de que los medios de prensa liberales les digan que son unos locos religiosos y cromañones culturales?

¿O es que nuestras iglesias y sus cómodos líderes simplemente no desean luchar por lo que es correcto?

Esta lucha por la Proposición 8 no es sólo por decir que debería ser legal ante los ojos del gobierno que dos personas del mismo sexo se casen en California.

Se trata, en un final de cuentas, de cambiar la cultura del país entero; eso inevitablemente conduciría a que en nuestras escuelas públicas se enseñara a los niños que el matrimonio homosexual es una alternativa perfectamente buena y nada diferente del matrimonio tradicional. También hay una cuesta muy resbalosa que conduce a otras relaciones alternativas y la inconstitucionalidad de cualquier ley basada en la moral. Piensa en la poligamia, la bestialidad y quizás en el asesinato.

Las iglesias deben estar a la vanguardia de la lucha por defender la cultura frente al matrimonio homosexual legalizado, no escondiéndose en sus bancos. 

Seguro, los principales medios de prensa liberales estarán contra ellas, y las ignorarán todo lo que puedan. Pero si las iglesias se dejan ver en masa, y se aseguran de que millones de voces de sus miembros sean escuchadas, los medios se verán obligados a cubrir las noticias e incluso la Corte Suprema sentirá el viento político.

Mientras tanto, en lo que la Corte Suprema decide nuestro destino, es hora de que las iglesias se involucren y comiencen a luchar por los Estados Unidos en vez de lloriquear. Si tienen que renunciar a su estatus de 501(c)(3) para comenzar a luchar por la justicia, entonces yo estoy a completamente favor de eso.

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