Ramón Arias | 9 de marzo de 2015
El primer ministro israelí, Benjamín Netanyahu habló ante una sesión del Congreso de Estados Unidos el 3 de marzo de 2015. En la apertura de su discurso, afirmó:
«Mis amigos, estoy profundamente honrado por la oportunidad de hablar por tercera vez ante el cuerpo legislativo más importante del mundo, el Congreso de Estados Unidos».
Sin duda, desde el punto de vista humano, él acertó en decir que el Congreso de Estados Unidos es el cuerpo legislativo más importante del mundo. Los demócratas están de acuerdo con Netanyahu, aunque los republicanos son mayoría en ambas cámaras, han aprendido que pueden contar con dos tipos de republicanos: los Judas Iscariotes y los cobardes que son partidarios de su agenda. Cualquier conservador fuera de estos dos tipos, los demócratas saben que pueden contar con sus aliados para bloquearlos. A estas alturas, parece como que si la oleada en las elecciones de noviembre, que puso a los republicanos en la mayoría en ambas cámaras, fue una continuación de la aprobación al dominio demócrata.
¿Estarán conscientes la mayoría de los republicanos del por qué el Congreso fue establecido por los fundadores como un poder separado pero igual a las otras dos ramas? Lo que es peor aún, ellos o no saben lo que dice la Constitución o no les importa. Una cosa es cierta, el abuso de las tres ramas es cada vez mayor, y no dan muestras de desaceleración.
Cada vez más y más, las ramas del Ejecutivo y Judicial están constantemente usurpando el poder constitucional del Congreso. Interpretan la Constitución de acuerdo a sus antojos y hacen leyes caprichosas; el Congreso es el títere que aprueba sus deseos sin cuestionar. Esto sin duda nos hace cuestionar la relevancia del Congreso y el futuro del Estado de Derecho.
¿Habrá muerto la república constitucional, federal de poderes limitados y ahora sólo funciona como un sistema presidencial como se enseña en las universidades? ¿Cuánta semejanza queda del gobierno de los poderes enumerados, que se estableció en 1787? Si nos mantenemos en este camino, ¿qué futuro crees que le espera a Estados Unidos? Debes saber que los peligros del poder concentrado en el Poder Ejecutivo sólo pueden conducir a consecuencias terribles en nuestro futuro; esto es exactamente el camino que conduce a la tiranía. Un camino que muy a menudo han viajado las naciones y las civilizaciones colapsadas.
La carga de lo que se ha desplegado recae directamente sobre los hombros de los ciudadanos de estos Estados Unidos. No llegamos aquí de la noche a la mañana. Desde el principio del nacimiento de este experimento gubernamental, las personas descuidaron su responsabilidad de estar atentos y exigir que se rindan cuentas por parte de sus funcionarios electos. Ellos pronto olvidaron el precio de la libertad y ciegamente le confiaron a hombres pecadores una cantidad abrumadora de poder para gobernar sobre ellos. Tenemos un problema generacional de la ignorancia acumulada y la irresponsabilidad. Thomas Jefferson tenía razón cuando dijo:
«Ningún gobierno puede continuar bien, si no se mantiene bajo el control de las personas, y … sus mentes deben ser informadas por la educación lo que es correcto y lo que es incorrecto; deben fomentarse en los hábitos de la virtud y ser disuadidos de los vicios…. Estas son las inculcaciones necesarias para que las personas tengan una base segura para la estructura y el orden de gobierno».
No podemos esperar que los gobernantes impíos actúen de maneras piadosas; ellos van a definir el bien y el mal de acuerdo a sus ideologías resbaladizas, sus sentimientos y convicciones que constantemente evolucionan a su conveniencia. La extrema izquierda no va a respetar nuestros principios fundamentales y seguirá adelante con su agenda deformada si las personas permanecen mental y espiritualmente apáticas. John Philpot Curran (1750-1817), quien fue un orador irlandés, político, abogado, juez, y sirvió en el Parlamento, dijo lo siguiente:
«Es el destino común de los indolentes ver que sus derechos se convierten en una presa de los activos. La condición en la que Dios nos ha dado la libertad para el hombre es la eterna vigilancia; cuya condición si se rompe, la servidumbre es la inmediata consecuencia de su crimen y el castigo de su culpa».
Los derechos y la libertad vienen de Dios, el Dios de la Biblia. Ignorar esta realidad y abandonar el deber de la vigilancia eterna es un crimen contra las generaciones presentes y futuras. Como ya he mencionado, estas malas acciones se han transmitido de generaciones pasadas y no deben ser pasadas a otros indefinidamente si se quieren evitar las terribles consecuencias. La idea de postergar para evitar consecuencias es un cuento de hadas.
Es obvio que la mayoría de los políticos se aprovechan de la gente y saben que pueden llegar a ser expertos en mentir sin ninguna repercusión. La frase «Que Dios me ayude» en el juramento fue tomada muy en serio por Dios Todopoderoso, a pesar de que puede ser sólo una formalidad para la mayoría. No es de consuelo saber que la mentalidad de querer burlarse de Dios no es una cosa nueva. Esto se remonta a Adán que decidió ignorar la orden de Dios de «no comerás …» Más tarde, los israelitas tomaron su liberación de la esclavitud a la ligera, y generación tras generación ignoró y se rebeló contra los mandamientos de «no hacer» ordenados por Dios.
No hay mejores leyes o leyes más justas para garantizar la vida, la libertad y la propiedad que las leyes de Dios. Sin embargo, Israel, durante más de mil años, constantemente aceptó las falsas enseñanzas de mentes corruptas que invalidaron la verdad revelada de Dios ante los ojos de Su pueblo. Dios enviaba profetas o reformadores sociales, para pedirle a Israel que dejara de escuchar a los falsos maestros y regresara a Sus normas, pero fue en vano.
Jesús fue directo en la condena de los maestros de la ley por la defensa de anteponer sus tradiciones por encima de la ética de Dios:
“Pues ustedes pasan por alto la ley de Dios y la reemplazan con su propia tradición. Entonces dijo:—Ustedes esquivan hábilmente la ley de Dios para aferrarse a su propia tradición…Y entonces anulan la palabra de Dios para transmitir su propia tradición. Y este es solo un ejemplo entre muchos otros.” (Marcos 7:8-9, 13).
Tristemente, el que Jesús haya desenmascarado la falsedad de los maestros de la ley no prevaleció en la mente y el corazón de la gente. Ellos preferían sus tradiciones hechas por los hombres, independientemente de los resultados; después de todo, ellos estaban esperando a que Dios los librara de la opresión romana. El resto es historia; sabemos lo que pasó con la nación de Israel en el año 70 d.C. Tal como Jesús les dijo que iba a suceder, la destrucción total vino sobre ellos.
En nuestro tiempo, todo parece ser tan desalentador. Mucha gente tenía grandes esperanzas de que las cosas iban a cambiar ahora que los republicanos son mayoría en el Congreso, pero recordemos que sin un nuevo corazón, nuevo espíritu y nueva mente, los políticos no pueden hacer lo que es completamente correcto. Nuestra presente condición política y social demanda que abandonemos nuestras idolatrías nacionales, hay muchos ídolos ante los cuales los políticos, así como las personas, se les inclinan.
Podemos exigir el cambio y hacer todas las enmiendas a la Constitución que queremos para poner todo tipo de bloqueos para detener a la élite gobernante destructiva, sin embargo, será en vano si no renunciamos a la idolatría. Debemos buscar el entendimiento a través del estudio serio de la ley moral de Dios, para encontrar el camino de vuelta y reconstruir según el modelo bíblico.
Los babilonios, como fue predicho por los profetas, destruyeron a Israel. Dios le preguntó a Ezequiel en cautiverio, hace poco más de 2,600 años, en relación al futuro de Israel: “‘Hijo de hombre, ¿podrán estos huesos volver a convertirse en personas vivas?’, Y él respondió: ‘Oh Señor Soberano’ —respondí—, ‘solo tú sabes la respuesta’. Entonces me dijo: ‘— Anuncia un mensaje profético a estos huesos y diles: «¡Huesos secos, escuchen la palabra del Señor! Esto dice el Señor Soberano: ¡Atención! ¡Pondré aliento dentro de ustedes y haré que vuelvan a vivir!»’” (Ezequiel 37:1-14).
¿Puede Estados Unidos vivir de nuevo? La respuesta no depende de Dios, sino de Su pueblo, si estamos dispuestos a escuchar y a obedecer Su voz. Muchos en Estados Unidos piensan que los problemas son los Judas Iscariotes y los cobardes en la política de ambos partidos políticos, que siempre están dispuestos a vender el futuro de la nación para su propio beneficio, pero, no lo creas. El paisaje de Estados Unidos está lleno de gente espiritualmente muerta no diferentes a la continuación de la visión de Ezequiel del valle de huesos secos. ¡Ese es nuestro verdadero dilema!
Estados Unidos necesita el mover del Espíritu Santo en toda la tierra para que los muertos espirituales e intelectuales puedan vivir. Oremos que todavía tengamos tiempo para interceder ante el trono de Dios de misericordia para un verdadero cambio.
Y, señor Primer Ministro Netanyahu, usted debe saber que el Legislador, el Juez y el Ejecutivo más poderoso en el mundo y en el universo es el Dios de Abraham, Isaac, Jacob y de Su Mesías, Jesucristo (Isaías 33:22). Es el Todopoderoso quien controla los asuntos de los hombres y de las naciones y trata con ellos de acuerdo a sus acciones. Usted ha mencionado muy acertadamente el libro de Ester como un recordatorio de la liberación de los Judíos del exterminio, pero se le olvidó advertirle a Estados Unidos lo que históricamente le sucedió a la nación de Israel por darle la espalda a Dios.