La arrogancia del hombre

Ramón Arias | 10 de agosto de 2014

La humanidad se está ahogando en su propia opinión absurda de pensar y aceptar la sabiduría de los hombres como la solución para resolver la enorme plaga de males que crecen cada día. La realidad es, e históricamente comprobado, que sólo pueden empeorar las cosas.

Estoy seguro de que estás de acuerdo que decapitar a hombres y niños, violar a las mujeres y venderlas como esclavas sexuales, ya que no se someten a una marca particular de denominación islámica (sunita) es una manifestación repugnante de maldad. Solo considera la guerra entre Israel y Hamas, los conflictos en Ucrania, el caos y el sufrimiento humano en el continente africano, las atrocidades sociales de China, los males de Europa Occidental y de Europa del Este, la tomada de control de América Central y América del Sur por los cárteles de la droga y todas las acciones escalofriantes que vienen con eso, mientras que en otras partes del mundo, cuyo suelo se está empapando con la sangre derramada de inocentes por aquellos cuya hambre insaciable de poder y de control continúa, que por cierto, esto de ninguna manera incluye a más de mil millones trescientos millones de bebés muertos por aborto simplemente porque los hombres y las mujeres han aprobado esta mala acción con sus leyes como es el derecho de una mujer de asesinar a la vida que está creciendo dentro de ella, y los  gobiernos locos y ricos maniacos jugando a ser Dios y que desean el control de la población. Añadido a todo esto están el resto de los males producidos por la codicia económica y todos sus derivados, nos preguntamos, ¿cuánto tiempo puede durar esto?

Aun con lo horrible que es todo esto, la humanidad ha viajado por este camino de infierno hecho por el hombre en el pasado. La única cosa que ha cambiado en nuestros tiempos, y especialmente desde la Revolución Industrial, que comenzó en el siglo 18, es el descubrimiento humano de la verdad en la ciencia y en su mayor parte la mala aplicación de la tecnología, esto sin pasar por alto también los beneficios que hemos recibido cuando se aplica la tecnología de manera ética. Pero, cuando se trata de maldad o bondad humana existen factores que determinan cuál dominará. 

Aproximadamente en 967 a.C. el rey Salomón dijo: “Lo que fue, eso será,
Y lo que se hizo, eso se hará;
No hay nada nuevo bajo el sol. ¿Hay algo de que se pueda decir:
’Mira, esto es nuevo?’
Ya existía en los siglos
Que nos precedieron.” Eclesiastés 1:9-10

Durante más de 50 años he estado estudiando los ciclos de la vida. Antes del verano de 1973, llegué a la conclusión de que no había esperanza para el futuro de la humanidad debido a lo que los ciclos revelan. Mi conclusión en ese momento era que los seres humanos se van a eliminar entre sí hasta el punto de la extinción. Sin embargo, cuando comencé a leer la Biblia por primera vez, los ciclos históricos tenían perfecto sentido. En 1986 R.E. McMaster, Jr. escribió un libro profundo titulado “No Time For Slaves” [No hay tiempo para esclavos]. En el capítulo 11, dos páginas y media de largo, escribió acerca de «Human Action Cycles” [Ciclos de la acción humana] cargado de información acerca de los ciclos importantes y establece lo siguiente: «estos ciclos nos dan una buena idea de la dirección que la vida está teniendo hoy».

Aquí están:

El ciclo psicológico de acción humana: Humildad – paz – riqueza – orgullo – guerra – pobreza – humildad.

El ciclo de fracaso de la acción humana: Éxito – complacencia – pereza mental – descuido moral – fracaso. 

El ciclo del poder humano: Humildad – verdad – confianza en sí mismo – confianza – asertividad – liderazgo – poder – orgullo – hacer concesiones – arrogancia – relatividad – fracaso – humildad.

Elijo estar del lado de la afirmación de Jesús de que sólo hay dos tipos de seres humanos: “Un buen árbol no puede producir frutos malos, y un árbol malo no puede producir frutos buenos. Al árbol se le identifica por su fruto. Los higos no se recogen de los espinos, y las uvas no se cosechan de las zarzas. Una persona buena produce cosas buenas del tesoro de su buen corazón, y una persona mala produce cosas malas del tesoro de su mal corazón. Lo que uno dice brota de lo que hay en el corazón. (Lucas 6: 43-45). «Porque del corazón salen los malos pensamientos, los homicidios, los adulterios, las fornicaciones, los hurtos, los falsos testimonios, las blasfemias» (Mateo 15:19).

La solución a todos los problemas de la humanidad en realidad no es compleja en  absoluto–es muy sencilla. El obstáculo más grande del hombre es la arrogancia. Una vez que la arrogancia es removida; el estire y afloje cesa y el corazón del hombre se abre a aceptar las soluciones de Dios, a medida que se revelan en Su Palabra. Podemos estar seguros de que la restauración le seguirá. La humildad juega un papel muy importante en el reconocimiento de la perspectiva bíblica, que distingue a las personas de aquellos que rechazan las normas de Dios para la vida.  “Los ojos del Señor recorren toda la tierra para fortalecer a los que tienen el corazón totalmente comprometido con él…” (2 Crónicas 16: 9).

Sin lugar a dudas, con la perspectiva de Dios, debemos ser expertos en discernir lo que está pasando y lo que debemos hacer. ¿A quién se le puede confiar en que se nos dé información precisa de lo que está ocurriendo? Conforme vemos a nuestra nación y las naciones que aceptan una visión del mundo que sólo puede producir un incremento de todos los males que estamos presenciando es abrumador y hay que buscar la sabiduría que viene de lo más alto. A pesar de que la desconfianza crece a pasos agigantados a nuestro alrededor no debemos aceptar una mentalidad fatalista. Lo que esto significa es que tú y yo tenemos que trabajar más duro para encontrar la verdad en el laberinto gigantesco de información; todo lo que escuchamos, leemos y vemos debe ser verificado a través del filtro de la Palabra de Dios, manteniendo a la historia en mente. Conforme hacemos esto revisemos nuestro corazón a diario por nuestra cuenta a través de la Palabra de Dios y el Espíritu Santo, y veamos si los resultados revelan arrogancia o humildad.

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