La historia de Heather

Yo me hice mi aborto el 5 de mayo de 2004, cuando tenía 19 años. Había crecido con mis abuelos porque mi madre tenía solamente 14 años cuando me tuvo. Ellos habían querido que mi mamá se hiciera un aborto cuando estaba embarazada de mí, pero no lo hizo. Ella se ha realizado varios abortos después de tenernos a mí y a mi hermano. Cuando vine a vivir con mis abuelos con 4 años, los llamé mamá y papá. Ellos eran los únicos que me querían. Desde una edad muy temprana se me dijo que si alguna vez quedaba embarazada mientras viviera en su casa, me tendría que hacer un aborto.

Cuando le dije a mi prometido que creía podía estar embarazada, compramos una prueba de embarazo el cual dio positivo. Como no estábamos seguros de cuán preciso era, decidimos esperar un par de días para ver si me venía la menstruación y para buscar una segunda opinión en una de las clínicas gratuitas. El doctor me dijo que tenía 6 semanas y medias. Estaba en shock y confundida. Mi novio y yo conversamos al respecto y decidimos que aunque éramos jóvenes, íbamos a tener al bebé porque el embarazo era nuestra culpa y no la del bebé. Decidimos que no se lo diríamos a nuestros padres porque sabíamos lo que mis padres me iban a decir. No conocíamos acerca de esto.

Todo iba bien hasta que comencé a tener unas náuseas matutinas muy fuertes. No podía mantener nada en el estómago, ni siquiera agua o Pedialite. Entonces supimos que tendríamos que decírselo a nuestros padres. Llamé a mi mamá al trabajo y le pregunté si podía venir del trabajo temprano porque necesitaba hablar con ella. Yo estaba segura que ella ya lo sabía y sólo estaba esperando que yo se lo dijera. Le dije que estaba embarazada y ella colgó. Ella vino a casa temprano y me preguntó qué iba a hacer. Cuando le dije que estábamos planificando tener el bebé, dijo: « Bueno, si haces eso tienes que irte de nuestra casa. Nosotros te dijimos las reglas». Le dije que estaba bien porque iba a tenerlo. Después de nuestra conversación, ella llamó a la mamá de mi novio, quien nos dijo que iba a apoyar cualquier decisión que tomáramos. No podía creer lo diferente que eran nuestros padres.

Mis padres continuaron preguntando si me iba a realizar un aborto. Dije que no, pero mi mamá me dijo que si quería vivir en la casa y quedarme con el carro, entonces me tenía que realizar un aborto. Estaba confundida y necesitaba que mis padres estuvieran apoyándome en lugar de presionándome. Al día siguiente me dijo que me vistiera con ropa cómoda porque iba al doctor. No sabía qué pensar. Llamé a mi prometido y le dije lo que estaba sucediendo. El comenzó a gritar y me suplicó que no siguiera adelante. Le dije que no tenía opción.

Todo el camino hacia el médico lloré. No podía mirar a mi madre en lo absoluto. Ella continuaba preguntándome si quería saber cómo iban a hacerlo. ¿Por qué iba yo a querer saber eso? Yo ni siquiera quería hacerlo. Cuando llegamos a la oficina del doctor, el consejero preguntó si quería saber lo que iban a hacer. Dije que no. Estaba cansada de que todo el mundo me preguntara si yo quería saber. No podía dejar de llorar. 

Cuando me pusieron en la mesa, dije que no varias veces y casi me desmayé a causa de la histeria. De todas formas lo hicieron. En la sala de recuperación la consejera me dijo que parara de llorar porque estaba molestando a todas las que estaban tratando de recuperarse. Me dijo que me masajeara el estómago y presionara hacia abajo para aliviar el dolor. Cuando llegué a casa no quería hablarle a nadie. Me sentía deprimida y miserable. Mi graduación se acercaba y se suponía que mi familia fuera, pero mis padres les dijeron a todos que no fueran porque se sentían avergonzados a causa de que yo me había realizado un aborto. Estaban avergonzados de algo que ellos me obligaron a hacer. Me sentí traicionada.

Para colmo de males, me echaron de todos modos. Me volví suicida y no podía salir de la casa donde mi novio y yo nos alojábamos. Si veía a una mujer embarazada o a un bebé, me podía poner a gritar. A veces tenía la esperanza que habían cometido un error y que todavía estaba embarazada. Me culpaba a mí misma por todo lo que salió mal. Con el tiempo, mi novio y yo empezamos a tener problemas, pero estamos tratando de resolver las cosas. El odia a mis padres, quienes todavía creen que el aborto fue lo mejor para mí. Incluso después de decirles las numerosas veces que intenté suicidarme, lo único que responden es que voy a superarlo.

Nunca voy a superarlo, pero después de asistir al Viñedo de Raquel sé lo que tengo que hacer. Tengo que ayudar a otros en sus momentos de necesidad y sufrimiento. Siento que mi llamado es ayudar a otros. El aborto no sólo mata al bebé; mata un pedazo de todos los involucrados. Incluso si mis padres no se dan cuenta, la decisión que ellos tomaron por mí, me ha afectado a mí, a mi prometido y a toda su familia. El nombre de nuestra niña habría sido Samantha Lauren. Hablo con ella todas las noches. Ella habría nacido en diciembre de 2004. Pienso en ella todos los días y utilizo la fuerza que me da del cielo para ayudar a otros.

Heather