La historia de Holly

Aborto forzado

por Holly Faust

Siete años. Parece una eternidad. Yo estaba con alguien que adoraba a pesar de que no siempre era el mejor de los hombres. Él era guapo e inteligente y cuando nos conocimos, pensé que estaba lejos de mi alcance. Sin embargo, realmente sentí que me amaba, y que me amaba por mi verdadero yo, no por mi apariencia externa sino por mi inteligencia y mi personalidad. Tuvimos unos pocos años maravillosos, después las cosas se pusieron mal y él se volvió abusivo mentalmente, luego física y sexualmente. Al principio pensé que esa era la forma en que se suponía debía ser. Después de todo mi primera experiencia sexual había sido casi la misma, aunque luego descubrí que lo sucedido había sido una violación en una cita.

Siempre me dijeron que no iba a poder tener hijos debido a una severa endometriosis; imagine mi sorpresa cuando descubrí que estaba embarazada. Estaba tan emocionada que no podía esperar para contárselo. Tenía 6 o 7 semanas de embarazo. Se lo conté y él parecía muy molesto. Me dijo que de ninguna forma tendría un hijo. Como yo estaba totalmente en contra del aborto, le dije que de ninguna manera. Aparentemente comenzamos a tener más peleas y el abuso pareció también empeorar. Estaba determinada a tener ese bebé. Tenía cerca de 12 semanas aproximadamente cuando lo peor sucedió. Él me dijo que si no me realizaba un aborto, me mataría. De hecho, me puso una pistola en la cabeza. Manejamos hacia algún lugar en Nueva Jersey.

Hasta el día de hoy todavía no sé por qué consentí, creo que fue más que nada por miedo por mi vida y la de mi familia. Su padre era médico y esa era la oficina de uno de sus amigos. Fue un fin de semana y parecía que no había otra persona en el planeta. Estaba tan asustada. Le rogué y supliqué diciéndole que no le diría a nadie que era suyo. Sólo me dijo que me callara y dejara de ser un bebé; este tipo de cosas sucede todos los días.

Cuando llegamos allí le rogué al doctor que no lo hiciera. Pareció ignorarme. Lloré y supliqué. Recuerdo haber tenido algo que me sujetaba los brazos y eso es todo. No tengo ningún recuerdo real del procedimiento en sí. Lo siguiente que recuerdo es despertar en casa, en mi apartamento. A partir de ahí las cosas sólo empeoraron. Sangré tanto que pensé iba a morir, y lloré tanto que con el tiempo me volví insensible. Las palizas empeoraron. Por último, tuve la fuerza para marcharme. Nadie sabía por lo que estaba pasando. Creía que si no hablaba sobre eso, era como si no sucediera.

Conocí al hombre con el que me casaría algunos meses más tarde. Tuve pesadillas horribles y le conté sobre ellas. Finalmente se volvió real. Tuve más pesadillas y me sentía terrible. Después de un mes de salir con mi actual marido, me sorprendí al descubrir que estaba embarazada de nuevo. Había pasado sólo un año desde mi aborto. Me asustaba mucho decírselo. Entonces, finalmente, en la peor noche de su vida cuando la mamá de su mejor amigo había sido asesinada, le dije que estaba embarazada. Nueve meses más tarde tuvimos el primero de nuestros tres hijos. Mi primer hijo estaba muy enfermo cuando nació. Terminó pasando casi dos meses en la Unidad de Cuidados Intensivos (UCIN) y fue operado cuando tenía tres semanas de edad. Me culpaba a mí misma; pensé que Dios me estaba castigando.

Queríamos tener más hijos, por lo que intentamos durante meses y no pasó nada. Otra vez pensé que estaba siendo castigada. Una masa fue encontrada y retirada de mi ovario derecho, y quedé embarazada de nuevo. Me quedé horrorizada cuando el doctor me dijo mi fecha de parto, 17 de julio, porque el bebé que había abortado debía haber nacido el 10 de julio. La depresión golpeó duro otra vez. Después que mi hija nació el 10 de julio, realmente me desplomé.

Pensé en el suicidio diariamente. Simplemente no podía manejar el dolor. Pensaba que el hecho que mi hija hubiera nacido en la misma fecha que lo hubiera hecho mi hijo abortado, era una broma de mal gusto. Había perdido la fe. Durante dos meses estuve entrando y saliendo en hospitales psiquiátricos; nadie sabía qué hacer por mí. Me pusieron de medicamentos en medicamentos, pero nada ayudó. Intenté suicidarme tres o cuatro veces. Entonces tan rápido como los sentimientos llegaban se iban. Yo estaba bajo suficientes psicotrópicos como para matar un caballo. Entonces descubrí que estaba embarazada nuevamente y di a luz a mi tercer hijo. Ella nació un mes prematura y tenía dos caderas dislocadas. Descubrí el Viñedo de Raquel cuatro meses más tarde, mientras buscaba en la web información sobre el aborto.

Miré el sitio y encontré que tenían retiros. Llamé a la persona de contacto para la zona en la que crecí y me dijo que el retiro era ese fin de semana. Me quedé muy sorprendida. Le dije que le dejaría saber. Ella me contestó que podía darle una respuesta hasta la misma mañana del retiro. Esa noche cuando mi marido llegó la casa era una pesadilla. Le dije que me iba lejos. Fui al retiro y descubrí que no estaba sola. También descubrí por qué durante años había oído dos bebés llorando en mis sueños. Yo llevaba gemelos. Así lo reconoció un año más tarde el padre de mi ex. Los llamé Grayson y Hope.

Tuve un momento difícil nuevamente para recomenzar. La depresión y los pensamientos suicidas o de auto lesión continuaron durante meses. Cuando mi hijo menor fue diagnosticado con parálisis cerebral, y una resonancia magnética de rutina mostró que tenía una malformación rara en su cerebro, otra vez me culpé y me odié a mí misma. La única cosa que me sostuvo fue recordar que una de las mujeres de mi grupo del retiro había dicho que Dios da niños especiales a gente especial porque sabe que se harán cargo de ellos. Esto me dio la fuerza para seguir adelante. Ahora mis hijos, los que viven y los que están en el cielo, me dan la fuerza para seguir adelante. Actualmente ayudo en los retiros del Viñedo de Raquel, y hablo públicamente sobre el dolor y la vergüenza del aborto. Cuando mis hijos crezcan, espero que ni siquiera consideren el aborto como una opción.