La historia de Jeanette

Sucedió cuando tenía 16

por Jeanette

Nos amábamos. O cualquier cosa que eso signifique cuando se tienen 16 años. Cuando miro hacia atrás ahora sé que todo lo que pensamos que era el amor, no era lo suficientemente importante como para pensar en el futuro de cada uno. Cuando nos enteramos de que estaba embarazada mi primer pensamiento fue: «¿qué pensarán mis padres? ¿Cómo van a enfrentarse a sus amigos y a nuestra familia?» Así que estaba decidido. Tendría un aborto. Pasamos un mes recaudando dinero juntos y luego pedimos prestado el resto a un amigo cuya abuela le había dado dinero para Navidad.

Ahora, 20 años después, mis recuerdos de ese día son claros, pero extraños. Es como si estuviera viendo una película que está llena de clips que se encienden al azar. No teníamos un coche o una licencia para manejar, así que cogimos los autobuses y el metro hacia la ciudad. Recuerdo que una parte del dinero con el que pagamos eran rollos de 25 centavos. En la clínica me acuerdo que llevaron a todas las mujeres (y niñas) a una habitación para una sesión de información en grupo. Había una mujer que quería saber qué tan pronto ella podría volver a hacer aeróbicos después de la intervención. Recuerdo que pensé: «¿¡no sabe qué tan grave es… qué cosa tan horrible estamos haciendo, y sin embargo, esta es su única pregunta!?».

Me acuerdo que estaba sobre la mesa, llena de miedo y terror, las lágrimas rodando por mi cara y preguntándole nerviosamente a la enfermera, que me sostenía la mano, acerca de cómo teníamos que tomar un autobús. Yo era demasiado joven e ingenua para saber que cuando me habían dicho que no comiera por la mañana antes de venir a la clínica, eso incluía el jugo de naranja. Por tanto, mientras estaba en recuperación vomité en el piso mientras una enfermera se enojaba conmigo por no haber pedido un cesto de basura o bacinica. ¿No se daba cuenta que era una niña? ¿No se suponía que alguien estuviera cuidando de mí?

No sé qué tiempo estuve acostada ahí; sólo quería marcharme.

Cuando salimos, mientras caminábamos desde la entrada de la clínica a la parada del autobús, recuerdo a una mujer, que obviamente sabía que no podía venir a la propiedad, gritándome cosas desde el otro lado de una valla de tela metálica. No sé lo que gritaba, era demasiado el dolor que sentía y muy fuerte el llanto como para escucharla. 

Teníamos suficiente dinero en cambio como para comprar algunas papas fritas; necesitaba algo en mi estómago. Recuerdo haberme acostado en el asiento trasero del autobús y haber dormido la mayor parte del camino a casa. Recuerdo haber ido a su casa a dormir el resto del día, y su madre que no hacía preguntas y era muy amable conmigo.

Recuerdo no haber entendido que cuando me dieron el antibiótico y me dijeron que lo tomara dos veces al día, se referían a dos veces durante el día… y no a que tenía que poner mi alarma para media noche durante 10 días para levantarme y tomar las pastillas… que fue lo que hice. Por qué debería haberlo sabido… Yo tenía 16 años, no se me debería haber permitido obtener una receta por mí misma. Necesitaba ser atendida por un adulto. Pero ningún adulto fue requerido… así que en secreto me hice cargo de mí misma.

Ahora, casada con niños pequeños… siempre miro al hijo de 20 años de otra persona… pensando: «Esa es la edad que tendría mi primer bebé». Podría continuar acerca de cuántos años esperé que un rayo me fulminara por mi pecado. Podría escribir sobre las muchas mentiras que he dicho para cubrirlo. Pero todo eso sería un insulto a Dios que me ha amado a pesar de todo y me ha consolado en mi dolor, tristeza y pérdida. Ya no me condeno a mí misma: pasé muchos años haciendo eso. Todo lo que puedo hacer ahora es confiar en la misericordia de Dios y en que a través de Su gracia soy perdonada.

A veces le hablo a mi bebé y le pido que ore por mí.