La historia de Julia Holcomb

Marcha por la Vida 2012 

Julia Holcomb
Texas, Estados Unidos

Es aleccionador estar aquí delante de ustedes y confesar el pecado más serio que he cometido. Cuando tenía 16 años, conocí a Steven Tyler en un concierto de rock en Portland, Oregón. Comenzamos una relación de tres años que terminó en un espantoso aborto. Yo tenía al menos cinco meses de embarazo y Steven me coaccionó para que me sometiera a un aborto salino mientras estaba en un hospital recuperándome de un incendio que casi acaba con mi vida. Originalmente me había pedido que me casara con él.

Yo estaba feliz y emocionada de tener a mi bebé. Entonces él se me acercó mientras yo estaba en el hospital y me dijo que tenía que hacerme un aborto. Al principio me resistí, pero después de varias horas consentí con el aborto por miedo, ya que me había amenazado con botarme. Fui forzada a escoger entre Steven y mi bebé y tomé la decisión equivocada. Él me dijo que todo iba a estar bien si consentía con el aborto. El médico me había preparado para el aborto diciéndome «permanezca inmóvil o puede terminar muerta o herida». Antes de que pudiera preguntarle qué quería decir, me había apuñaleado el estómago con una aguja e iniciado la inyección de la solución salina. Recuerdo haberme quedado sin aliento en estado de shock e incredulidad y preguntándome cómo había terminado en aquella casa de horrores. Nada volvió a ser igual entre Steven y yo después de ese terrible día. Nunca pude mirarlo de nuevo sin recordar que habíamos abortado a nuestro bebé.

Cerca de un año después volví a casa con el espíritu triste y llena de una sensación de dolor y pérdida. Me sentía como si una parte de mí hubiese muerto el día que la vida le fue quitada a mi bebé con aquel aborto. Tuve terribles pesadillas que me despertaban y hacían revivir el aborto. Después de asistir a un retiro de la iglesia me volví a Dios en busca de sanidad y del coraje para tratar de reconstruir mi vida. Fui bautizada y le confesé mi aborto a Dios, pidiéndole su misericordia y perdón. Asistí a un retiro de Rachel’s Vineyard [el Viñedo de Raquel] donde experimenté la gracia sanadora de Dios y la esperanza de su misericordia.

A la mujer que se haya realizado un aborto me gustaría decirle que, sin importar lo lejos que hayamos caído de la gracia, la misericordia de Dios es mayor que el peor de nuestros pecados.

A la mujer que esté considerando la posibilidad de hacerse un aborto yo le diría: espera… piensa otra vez… y elige la vida. El aborto nunca es la respuesta. El aborto empeora las cosas. Voy a llorar la pérdida de mi hijo Michael todos los días de mi vida. Me gustaría poder volver atrás y elegir la vida para él. Ojalá pudiera haberlo visto crecer para convertirse en el hombre que Dios planeó que fuera.

No puedo regresar en el tiempo… pero puedo ser Silent No More [No Más Silencio] sobre el sincero pesar que siento por mi aborto. No puedo regresar en el tiempo… pero puedo abrazar la vida hoy y declarar que mi papel como madre de mis siete hijos es el regalo más grande que Dios nunca me ha dado. No puedo regresar en el tiempo… pero puedo ser una voz hoy, invitando a aquellos que han sido heridos por el aborto a volverse a Dios con todo su corazón en busca de su perdón y sanidad.

Los invito a que se unan a nosotros en esta Marcha por la Vida y a trabajar para proteger hoy a los bebés que están en el vientre.

¡Con la gracia de Dios tengo la intención de seguir adelante con No Más Silencio!