La historia de Kelly Clinger

Una voz para mis hijos
Kelly Clinger
Georgia, Estados Unidos

Esta semana ha sido un verdadero infierno. 

Alguien me preguntó si había oído de un doctor de Orlando que se había buscado muchos problemas, y cuando busqué noticias al respecto me di cuenta de que era James Pendergast, el médico que me había hecho los abortos. Ahora tiene su licencia médica suspendida por CUARTA vez, esta vez por realizar abortos tardíos, más allá del tiempo en que son legales.

Cuando vi una foto de la clínica, me desplomé. Cuando vi una foto del doctor, comencé a llorar y no podía detenerme. 

Cada imagen, cada sonido, cada sensación regresó. Todavía puedo recordar el afiche del techo. Fue lo último que vi antes de quedarme dormida por la anestesia, y lo primero que vi cuando me desperté.

El artículo estaba lleno de relatos de mujeres como yo… de mujeres que habían sufrido durante meses, hasta años, a causa de abortos incompletos.

Había una mujer que había estado despierta y había visto a su bebé cuando lo extraían de su cuerpo mientras su cuerpecito se deshacía en las manos del doctor. Ellos tenían su llamada frenética al número de emergencia cuando decidió que sí quería que su bebé viviera, después de ver que en realidad ERA un bebé, pero nadie de la clínica la ayudó. Cuando llegó la ambulancia, el bebé estaba muerto.

Es un tema nada gratificante… porque si digo que es un bebé, si admito que era un varón o una niña, que tenía 10 deditos en las manos y en los pies, y una vida que ya había sido planeada por Dios, entonces estoy llamándome asesina. Si hablo de eso, si blogueo de eso, si oro por eso, entonces eso lo hace real.

Pero justo cuando pienso que he rechazado los recuerdos lo bastante lejos como para que no me alcancen, están aquí de regreso.

El odio a mí misma es paralizante. Me acecha muy cerca de mí y me dice que no me merezco ser feliz. La culpa es sofocante. Ha afectado a cada relación que tengo. No puedo confiar, ni intentar tener intimidad.

Estaría dispuesta a recibir una bala por mis hijos que están fuera de mi matriz. ¿Por qué no protegí a los que tenía dentro?

He dejado de pensar que el pasado pudo haber sido diferente. No puedo cambiar lo que ya hice. Cada estudio bíblico, cada sesión de consejería y cada oración parece ser apenas una curita por encima de una herida que NUNCA sanará.

Entonces, voy a ser una voz por mis hijos que sólo conocen el cielo. Seré una voz por las millones de mujeres que viven con el lamento, la culpa, el  odio a sí mismas y el temor de ser «descubiertas». Seré dolorosamente honesta sobre cada sentimiento que tenga, y defenderé la vida aunque eso sea impopular y políticamente incorrecto. Así que, por favor, ahórrense sus argumentos pro-vida/pro-aborto. Yo sé lo que yo vi. Yo sé cómo me siento. NUNCA volveré a ser la misma. NUNCA lo superaré. 

Y si no asumo este dolor y lo convierto en mi propósito, creo que eso me podría matar.