La historia de la Dra. Alveda King

¿Cómo puede sobrevivir el Sueño si asesinamos a nuestros hijos?

En la actual parodia del debate de si el aborto y el infanticidio deben ser condonados, una voz sigue clamando en el desierto: «¿Y qué hay con los niños?». Hemos sido alimentados por el fuego de los «derechos de la mujer» durante tanto tiempo que nos hemos vuelto sordos al grito de las víctimas reales, cuyos derechos son hollados: los bebés y las madres. Por supuesto que una madre tiene derecho a decidir qué hacer con su propio cuerpo. Gracias a Dios por la Constitución. Sin embargo, también tiene derecho a saber las serias consecuencias y las repercusiones de tomar la decisión de abortar a su hijo. Además, ¿qué hay de los derechos de cada bebé que es expuesto artificialmente antes de llegar a término en el útero de su madre, sólo para que le perforen el cráneo y sienta, sí, «sienta» en agonía que la vida se le escapa antes de poder tomar su primera bocanada de libertad? ¿Qué hay de los derechos de esas mujeres que han sido llamadas a explorar las fronteras del nuevo milenio sólo para que les arrebaten las vidas antes de que se vuelvan las hojas del calendario?

Oh, Dios, ¿qué haría Martin Luther King hijo, que soñaba que sus hijos fueran juzgados por el contenido de su carácter, si estuviera vivo y viera vaciar el contenido de miles de cráneos infantiles en los pozos sin fondo de los abortistas?

¡Es hora de que los Estados Unidos, quizás la nación más bendecida de la tierra, guíen al mundo al arrepentimiento y la restauración de la vida! Si sólo pudiéramos llevar a su máximo potencial la libertad de arrepentirnos. Si los Estados Unidos al menos se arrepintieran y se alejaran de los pecados de nuestra nación. El aborto está a la vanguardia de nuestra destrucción. El aborto por nacimiento parcial es quizás la forma más atroz de este genocidio legal. ¡Debe tenerse en cuenta la relación directa que hay entre el aborto y condiciones graves como el cáncer de los senos y del cuello del útero, los desarreglos emocionales y otros males serios! La única sanidad y redención está en la sangre de Jesús, que fue derramada voluntariamente para que hoy pudiéramos ponernos de pie y clamar a favor de la sangre de los no nacidos que está empapando la tierra de nuestros hijos. 

¿Qué señales contradictorias estamos dando a nuestra sociedad hoy en día? Permitimos, e incluso alentamos, que se dediquen al sexo promiscuo. Después, cuando su pecado concibe, les decimos: «No maten a sus bebés; dejen que nuestras instalaciones para el aborto lo hagan». Hacemos una marcha por la cura del cáncer del seno, pero promovemos a uno de sus mayores contribuidores. Soy madre de seis niños vivos y soy abuela. También soy una madre post-abortiva. A principios de los ’70 tuve un aborto involuntario y otro voluntario.

Mi aborto involuntario me lo hizo poco antes de Roe contra Wade mi médico privado sin mi consentimiento. Yo había ido al doctor para ver por qué mi ciclo menstrual no se había reanudado después del nacimiento de mi hijo. No pedí un aborto ni lo quería. El doctor me dijo: «No necesitas estar embarazada. Vamos a ver». Procedió a hacerme un doloroso examen, que dio como resultado que un borbotón de sangre y tejidos emanara de mi útero. Me explicó que me había hecho una «dilatación y legrado local».

Poco después de la decisión de Roe vs Wade salí embarazada de nuevo. Había una presión en mi contra y amenazas de violencia por parte del padre del niño. La facilidad y conveniencia que brindaba Roe vs Wade hizo que me fuera demasiado fácil tomar la funesta y fatal decisión de abortar a nuestro hijo. 

Fui a un médico y me dijeron que el procedimiento no me iba a doler más que «si me sacaba un diente». Al día siguiente ingresé en el hospital y nuestro bebé fue abortado. Mi seguro médico pagó el procedimiento. Apenas me desperté supe que algo estaba muy mal. Me sentía muy enferma y muy vacía. Traté de hablar con el doctor y las enfermeras al respecto. Me aseguraron que «en unos pocos días todo va a desaparecer. Estarás bien». Ellos mintieron.

Durante los años siguientes tuve problemas de salud. Tuve problemas para relacionarme con mi hijo y con sus cinco hermanas que nacieron después de los abortos. Comencé a sufrir de desórdenes de la alimentación, depresión, pesadillas, disfunciones sexuales y una serie de otros problemas relacionados con el aborto que había escogido hacerme. Me sentía furiosa por ambos abortos, y muy culpable por el aborto que había decidido hacerme. La culpa me hizo sentir muy enferma.

Todos mis hijos han sufrido por saber que tienen un hermano o hermana que su madre prefirió abortar. A menudo me preguntan si alguna vez pensé en abortarlos a ellos y me han dicho: «Tú mataste a nuestro bebé». El padre del niño abortado también lamenta el aborto. Si no hubiera sido por Roe vs. Wade, nunca me habría hecho aquel aborto.

Mi cumpleaños es el 22 de enero, y cada año esta fecha está deslucida por el hecho de que es el aniversario de Roe vs. Wade, y el aniversario de la muerte para millones de bebés. Yo y mis hijos fallecidos hemos sido víctimas del aborto y, posteriormente, la decisión de Roe vs. Wade ha afectado negativamente las vidas de toda mi familia. A menudo oro por la liberación del dolor que acusó mi decisión de abortar a mi bebé. He corrido el riesgo del cáncer cervical y de los senos, y experimentado el dolor de tener mis brazos vacíos después que el bebé desapareció. Y de verdad que para mí, igual que para incontables madres que han pasado por abortos, nada en la tierra puede restaurar por completo lo que se ha perdido; sólo Jesús puede.

Mi abuelo, Martin Luther King padre, dijo una vez: «Nadie va a matar a un hijo mío» Trágicamente, dos de sus nietos ya habían sido abortados cuando él le salvó la vida a su siguiente bisnieto con esta declaración. Su hijo, King, dijo cierta vez: «El negro no puede ganar mientras esté dispuesto a sacrificar la vida de sus hijos en aras de la comodidad y la seguridad». ¿Cómo puede sobrevivir «el Sueño» si asesinamos a los niños? Cada bebé abortado es como un esclavo en el útero de su madre. La madre decide su destino.

Uno mi voz a las de miles en todos los Estados Unidos que YA NO VAN A CALLAR MÁS. No podemos seguir sentados ociosos y permitir que este horrible espíritu de asesinato arranque, sí, que arranque y eche fuera a nuestros nonatos, ni que destruya las vidas de nuestras madres. Le estoy muy agradecida a Dios por el Espíritu de Arrepentimiento que está recorriendo nuestra tierra. En el Arrepentimiento hay sanidad. En el nombre de Jesús debemos humillarnos y orar, y volvernos de nuestros caminos malvados; entonces Dios oirá desde los cielos y sanará nuestra tierra. 

Sólo puedo pedirles a los poderosos de este mundo que estén atentos a la voz del Señor y recuerden que la vida humana es sagrada. Al tomar las vidas de nuestros jóvenes y herir los vientres y las vidas de sus madres, estamos huyendo ante la faz de Dios. No podemos jugar a ser Dios. Si seguimos por esta senda de destrucción nos recibirá a las puertas nuestra destrucción. Este es el día para escoger la vida. Debemos vivir y permitir que nuestros bebés vivan. Tenemos que poner fin al dolor del trauma post-aborto. Si el Sueño del Dr. Martin Luther King hijo va a vivir, nuestros bebés deben vivir. Nuestras madres deben escoger la vida. Si nos negamos a escuchar el llanto de nuestros bebés pidiendo misericordia, e ignoramos el sufrimiento de las madres, estaremos entonces firmando nuestra propia sentencia de muerte.

Yo, al igual que Martin Luther King hijo, tengo también un sueño. Sueño que los hombres y mujeres, los muchachos y muchachas de los Estados Unidos vuelvan en sí, se humillen ante el Dios Todopoderoso, y oren pidiendo misericordia, y reciban Su gracia sanadora. Oro por que este sea el día, la hora de nuestra liberación. Que Dios tenga piedad de todos nosotros.