La historia de Leslie

Mi nombre es Leslie Graves y soy de Wisconsin. Me alegro de que todas ustedes estén aquí. Desde una edad muy temprana yo fui no sólo pro-elección, sino que pensaba que el aborto  era una cosa razonable, y quizás la cosa correcta que debía hacer una mujer para alcanzar una calidad, tener una carrera y sacar provecho de su educación. Así que, incluso antes de tener un embarazo inesperado, ya yo sabía que iba a decidirme por un aborto.

Apenas salí embarazada, a los 20 años, estaba en estudios de post-grado en filosofía. Inmediatamente saqué un turno para un aborto. Fue un aborto físicamente muy seguro, era un personal muy amable, una clínica limpia y elegante. Por eso fue bastante inexplicable para mí que dos meses más tarde no podía levantarme de la cama porque estaba muy deprimida. No comprendí por qué terminé abandonando los estudios más adelante, aquel mismo semestre. Y ciertamente que no entendí por qué, unos meses después, me volví a mi novio, del cual me había hecho el aborto, y le dije: «Vamos a casarnos». Y escogí como fecha para nuestra boda el fin de semana en que hubiera nacido nuestro hijo, porque esa era la única forma en que aquella vocecita suave dentro de mí que apoya la vida tenía para reconocer y recordar  a mi hijo en ese momento.

Así, la vida siguió y yo estaba decididamente a favor de la elección. No sabía por qué había comenzado a odiarme. No sabía por qué, cuando estaba embarazada, sería como a los dos y tres meses de embarazo, me levantaba cada mañana y pensaba que probablemente debería matarme. De modo que tuve pensamientos suicidas durante mis embarazos. Y cuando nacían mis bebés, por mucho que los amaba y los adoraba, me preguntaba por qué me sentía como si hubiera una muralla invisible entre nosotros.

Así que mi experiencia es que esa  vocecita suave con la que todos nacemos, que sabe que la vida es sagrada, a pesar de todas las ideologías que podamos aceptar cuando somos jóvenes y tontas, sigue todavía ahí y habla a través de nosotros. Y lamento que Georgette haya empezado a llorar, porque ahora yo también podría.

La única cosa – ha sido un día maravilloso – pero lo único que quería decir es que, como dice Hellen Keller, hay mucho sufrimiento en este mundo, paro también hay mucha victoria. Pero cuando vi ese cartel que decía que todo niño es deseado, lo que quería decir al respecto es que todas nosotras deseamos a nuestros niños, pero ellos se han ido para siempre…