Por la gracia de Dios es que puedo hablar
Era el mes de noviembre de 1973… Me dijeron que era legal…. Yo tenía 18 años, estaba asustada y tenía un novio que no quería tener nada que ver con toda aquella situación. Yo tenía una gran fuerza de voluntad y era rebelde, y esto dio inicio a mi jornada de «Yo les voy a enseñar a ustedes». Como resultado, tomé decisiones irresponsables, y entre las edades de 18 y 26 aborté a tres de mis hijos. No estaba practicando ningún tipo de control de la natalidad ni me daba cuenta de que el sexo es dado por Dios, mucho menos entender las consecuencias. Intelectualmente lo sabía, pero era descuidada y egocéntrica. Era muy fácil tomar decisiones por mi cuenta, de manera renuente, con rapidez y sin mirar atrás. No le rendía cuentas a nadie, excepto a mí misma. Después de cada aborto salía de mi situación por mi cuenta, y sepultaba la realidad tan profundo que nada podía hacerla regresar.
Me entregué a mi trabajo y tuve éxito. Me casé a los 29 y quería hijos. Le dije a mi marido que me había hecho un aborto. Me convencí a mí misma de que había sido uno solo. Mi matrimonio terminó cinco años después, sin hijos. Una vez más me entregué al trabajo y al uso de drogas. Tenía un trabajo de mucha responsabilidad y por fuera parecía estar bien, pero por dentro me estaba muriendo. Mi terrible pasado me creó un gran hueco por dentro que yo no podía llenar.
Quiero que se escuche mi voz. No creo que el aborto sea la respuesta a nada y lamento que se haya legalizado alguna vez. Si no hubiera sido por eso, tal vez hubiera tomado decisiones diferentes, como decírselo a mis padres, o buscar ayuda.
Lo que yo hice estuvo mal. Me gustaría mucho tener esos 3 niños hoy. Sé que los voy a ver en el Cielo, porque he sido salva y soy nacida de nuevo por medio de la gracia y de la fe. Alabado sea Dios.
Mary Jo