La raíz del problema de nuestra economía y la enfermedad social

Ramón Arias |17 de agosto de 2015

El experimento americano desarrollado por los Padres Fundadores de un gobierno federal limitado, con un mandato constitucional y una clara separación de los poderes iguales del Estado, no está resultando tan bien como se esperaba. La pregunta que debemos hacernos es ¿tendremos la voluntad y la fortaleza para cambiar las cosas y avanzar hacia una transformación profunda antes de que suceda un colapso total? Ciertamente no se trata de la transformación fundamental proclamada por Obama y sus predecesores presidenciales y federales oligárquicos.

Mientras que los expertos manipulan las estadísticas del desempleo para que se vean más bajas de lo que realmente son, hay una alarmante cifra de 93 millones de personas sin empleo. Si se añade a esta situación cerca de 46 millones de beneficiarios de estampillas de comida, y casi 50 millones en el nivel de la pobreza, incluso después de 50 años de la Gran Sociedad donde Lyndon B. Johnson le declaró la guerra a la pobreza. La cantidad exorbitante de $22 billones de dólares se han gastado y estamos todavía muy lejos de ganar esa guerra. La pérdida es grave no sólo monetariamente, sino en la dignidad humana, el valor y el ingenio. Sumemos a nuestros problemas económicos la población ilegal que cada vez es mayor, que ya son en los millones de personas que están recibiendo beneficios financieros sin que les cueste. Desde luego, hay que destacar la creciente deuda nacional en los billones de dólares y más de $200 billones de dólares en obligaciones no financiadas, que están creando una bomba de tiempo económica y social. Este es un punto de inflexión en la historia estadounidense.

Mientras que millones están buscando a la persona adecuada que pueda estimular la economía, debemos entender primero la causa de nuestro problema. Benjamín Franklin dijo: «Cuando las personas descubran que pueden votar a sí mismos el dinero esto anunciará el fin de la república». ¿Estaba Franklin acertado en esto? 

Si somos de mente abierta, podemos decir que la democracia es una de las causas que abre la compuerta a las ideas equivocadas en la nación. Una democracia es en sí una idea equivocada pues se cree erróneamente que esta idea está incrustada en el fundamento para construir grandes sociedades, pero los Padres Fundadores sabían lo contrario y estaban lejos de ser aficionados de esta ideología destructiva. Consideremos a dos de los Padres Fundadores y sus puntos de vista acerca de la democracia.

John Adams, escribió lo siguiente en su Ensayo sobre la lujuria del hombre por el poder, del 29 de agosto de 1763:

«La democracia pronto se degenerará en una anarquía, una anarquía tal que cada uno hará lo que es correcto en sus propios ojos y la vida de nadie o la propiedad o la reputación o la libertad estarán seguras, y cada una de ellas pronto se amoldará a ser un sistema de la subordinación de todas las virtudes morales y habilidades intelectuales, todos los poderes de la riqueza, la belleza, el ingenio y la ciencia, a los placeres desenfrenados, la voluntad caprichosa y la crueldad abominable de uno o unos pocos».

En The Federalist Papers [Los Papeles Federalistas] James Madison escribió lo siguiente en el Federalista No. 10, el 23 de noviembre de 1787: 

«Las democracias siempre han sido espectáculos de turbulencia y contención; siempre se han encontrado incompatibles con la seguridad personal, o los derechos de propiedad; y, en general, han sido tan cortas en sus vidas como han sido violentas en sus muertes». 

El pensador político e historiador francés, Alexis de Tocqueville, autor de la Democracy in America [Democracia en América], en 1835, escribió:

«El tipo de opresión con que los pueblos democráticos se ven amenazados no se parecerá a nada de lo que ha precedido en el mundo. . . La cosa es nueva, por lo tanto, tengo que tratar de definirla, ya que no puedo nombrarla. Me quiero imaginar con qué nuevas características producirá el despotismo en el mundo: veo una multitud innumerable de hombres a la altura e iguales que giran sobre sí mismos sin reposo, procurando la adquisición de los placeres pequeños y vulgares con los cuales llenan sus almas. . . . Por encima [del pueblo] un inmenso poder tutelar es elevado, que de lo único que se encarga es de asegurar sus goces y vigilar por su destino. Es absoluto, detallado, regular, leve y ve hacia el futuro. Se parecería a una potestad paternal si así fuera, si tuviera por objeto preparar a los hombres para la edad adulta; pero es al contrario, busca sólo mantenerlos irrevocablemente estáticos en la infancia; le gusta que los ciudadanos disfruten, siempre y cuando sólo piensen en disfrutarse a sí mismos. Trabaja voluntariamente para su felicidad; pero quiere ser el agente único y el único árbitro de eso; provee para su seguridad, prevé y asegura sus necesidades, facilita sus placeres, conduce sus asuntos principales, dirige su industria, regula sus patrimonios, divide sus herencias: ¿no puede quitar por completo la molestia de pensar y el dolor de vivir? Es de tal manera que todos los días hace el empleo del libre albedrío menos útil y más raro. No destruye, sino que impide que las cosas nazcan; no tiraniza, pero obstaculiza, hace concesiones, enerva, apaga, aturde y finalmente reduce a cada nación ser nada más que un rebaño de animales tímidos e industriosos de los cuales el gobierno es el pastor». 

En su discurso en la Convención Constitucional, del 26 de Junio ​​de 1787, Alexander Hamilton dijo:

«Ahora estamos formando un gobierno republicano. La libertad ideal no se encuentra en el despotismo o en los extremos de la democracia, sino en gobiernos moderados». 

La historia revela que la democracia sólo funciona para apoderar a los tiranos que oprimen y esclavizan a la gente, a excepción de las élites que se ven favorecidas. Los liberales, los progresistas, los socialistas, los comunistas y los marxistas sueñan con un mundo utópico de la distribución de la riqueza y se olvidan de la importancia de la libertad de las personas para crear la riqueza.

La habilidad del experimento estadounidense de gobierno para poder desarrollar a la sociedad, la política, la economía y la cultura sólo es posible si los motivos de la gente, los pensamientos, las aspiraciones y las acciones se basan en la perspectiva bíblica. Tal fue la posición de los Padres de la Patria y la mayoría en su generación. Si esta generación no tiene en cuenta la revelación bíblica que da forma a la vida de las personas, forma su economía y a la sociedad, que son las raíces espirituales del verdadero progreso social, perderá el fundamento cultural de la visión bíblica.

La Biblia nos revela que nuestro Creador comisionó a su pueblo para transformar a este mundo y son los responsables ante Él, el único Juez de toda la tierra. Las causas fundamentales para el desastre financiero y la pobreza son espirituales y la falta de entendimiento sobre cómo manejar el mundo material. Es prudente pensar que la solución para una sociedad sana es espiritual y para la transformación material hay que enseñar y aplicar la verdad bíblica; esta es la Buena Noticia de proclamar el Reino de Dios. Si fallamos y nos rebelamos contra los absolutos morales de Dios, como lo revelan los Diez Mandamientos, vamos a poner el último clavo en nuestro ataúd nacional. 

Esta advertencia dada al Antiguo Israel en Deuteronomio 8:11-20 se aplica a los Estados Unidos del Siglo 21: 

Sin embargo, ¡ese es el momento cuando debes tener mucho cuidado! En tu abundancia, ten cuidado de no olvidar al Señor tu Dios al desobedecer los mandatos, las ordenanzas y los decretos que te entrego hoy. Pues cuando te sientas satisfecho y hayas prosperado y edificado casas hermosas donde vivir, cuando haya aumentado mucho el número de tus rebaños y tu ganado, y se haya multiplicado tu plata y tu oro junto con todo lo demás, ¡ten mucho cuidado! No te vuelvas orgulloso en esos días y entonces te olvides del Señor tu Dios, quien te rescató de la esclavitud en la tierra de Egipto. No olvides que él te guió por el inmenso y terrible desierto, que estaba lleno de escorpiones y serpientes venenosas, y que era tan árido y caliente. ¡Él te dio agua de la roca! En el desierto, te alimentó con maná, un alimento desconocido para tus antepasados. Lo hizo para humillarte y para ponerte a prueba por tu propio bien. Todo esto lo hizo para que nunca se te ocurriera pensar: ‘He conseguido toda esta riqueza con mis propias fuerzas y energías’. Acuérdate del Señor tu Dios. Él es quien te da las fuerzas para obtener riquezas, a fin de cumplir el pacto que les confirmó a tus antepasados mediante un juramento. Pero una cosa te aseguro: si alguna vez te olvidas del Señor tu Dios y sigues a otros dioses, y les rindes culto y te inclinas ante ellos, sin duda serás destruido. Tal como el Señor destruyó a otras naciones en tu paso, así también tú serás destruido si te niegas a obedecer al Señor tu Dios.” Deuteronomio 8:11-20, Nueva Traducción Viviente (NTV)

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