La redistribución de la riqueza compra votos

Ramon Arias | 23 de octubre de 2012

«Los hechos están fijos y cualesquiera que sean nuestros deseos, nuestras inclinaciones, o los dictados de nuestras pasiones, no pueden alterar el estado de los hechos y las pruebas». – John Adams.

No podemos escondernos de la historia, no importa lo mucho que se quiera ocultar, cambiar o negar la verdad, los hechos siempre estarán ahí para probar si estamos bien o mal. El problema siempre ha sido que no importa la cantidad de evidencia en contra de la perspectiva errónea de la economía aquellos que a través de su capacidad han dominado el arte del engaño, siempre pueden contar con la codicia y la pereza de los que esperan que se les provean las cosas. Estados Unidos se ha convertido más en un lugar donde los que mienten mejor y más a menudo son los que ganan.

Seamos honestos, hoy en día el engaño es visto como un modelo a imitar en todos los ámbitos de la vida. A pesar de los deseos de la gente, sus inclinaciones o lo que les dictan sus pasiones, la corrupción, la división, la violencia, el crimen, la inestabilidad social y la inseguridad se han convertido en la norma y no la excepción, esto no puede seguir así indefinidamente. ¿Cuánto tiempo crees que una gran nación puede sobrevivir en un clima social de inmoralidad? ¿Cuánto tiempo? ¿Cuánto tiempo quienes se ven obligados a pagar por los caprichos de los demás permanecerán pasivos y dispuestos a ser explotados bajo la mano fuerte de un gobierno tiránico? Basta con mirar atrás en la historia y el estado actual de las naciones. Un sistema que sobrecarga las espaldas de los demás debido a la avaricia está condenado al colapso. ¡Esos son los hechos!

Ahora las palabras de Benjamín Franklin tienen más sentido que nunca: «Una vez que las personas descubren que pueden votar para apropiarse del dinero, esto anunciará el fin de la República». ¿Crees que puedes ser más astuto que la historia? ¿Crees que todas las «lenguas de plata» (mentirosos) en la política, la educación, el comercio, la ciencia, los púlpitos, el mundo del entretenimiento, los medios de comunicación y muchos más pueden ser más astutos que la evidencia en contra de ellos? ¡Por supuesto que no!

No debemos esperar hasta después de los hechos a fin de encontrar el resultado de su engaño, hay que familiarizarse con su fraude antes de que se propaguen sus malos conceptos.

Es un hecho que el 47% de los estadounidenses no pagan impuestos federales. Si nos fijamos en todos los políticos de todos los niveles, incluyendo la presidencia, apoyan a este segmento de la sociedad, porque la gente sabe que puede votar a favor de las personas que puedan garantizar el dinero, la salud, la alimentación, la vivienda, y tantos «beneficios». ¡Benjamín Franklin tenía razón!

Si miramos más cercana a las personas que apoyan y eligen a los funcionarios públicos a los puestos de autoridad nos daremos cuenta que son aquellos que dependen y demandan los beneficios del gobierno. Los políticos corruptos saben que deben apelar a este gran segmento que es adicto a la dependencia del gobierno. La mentalidad cultural de asistencia divide a la sociedad y corrompe a los políticos y funcionarios públicos que están más que dispuestos a comprar votos con solo tirarles algunas migajas y continuar con la redistribución de la riqueza de la clase trabajadora. Asimismo, en el proceso, estos políticos se convierten en millonarios y quieren mantener sus lujosos estilos de vida con el dinero de los contribuyentes, hay muchas pruebas para respaldar todo esto.

El autoproclamado socialista George Bernard Shaw a principios del Siglo XX declaró que la redistribución de la riqueza compraría votos: «Un gobierno que le roba a Pedro para pagarle a Pablo siempre puede contar con el apoyo de Pablo». ¿Podemos confiar en los políticos corruptos que están decididos a esclavizar a la clase productiva con el fin de mantenerse en el poder y la riqueza? Jesús llamó a este tipo de individuos lobos con piel de oveja.

Cualquiera que esté equivocadamente creyendo que el gobierno civil fue establecido para promover la distribución de la riqueza con el fin de lograr el bienestar general de la sociedad se convierte en uno de los que están cavando la tumba de esta nación. James Madison dijo: «Si el Congreso puede hacer lo que a su criterio se puede hacer con dinero, y promover el bienestar general, el Gobierno ha dejado de ser un cuerpo limitado, que posee poderes enumerados, por tiempo indefinido, salvo excepciones particulares».

Así que, ¿cuáles son tus opciones? Benjamín Franklin dijo: «Deroguen esa ley de [bienestar] y… la industria aumentará, y con ella mucha gente entre los menores, sus circunstancias podrán repararse, y se hará más por su felicidad para valerse por sí mismos, que si se dividieran todas sus propiedades entre ellos». Tu opción es elegir a las personas que entienden el valor de la moral en la economía, lo que a su vez significa el respeto a los productores de la riqueza y una visión clara sobre cómo ayudar más eficazmente a los que necesitan mejorar sus vidas. Cualquier político o funcionario público que no entiende la moralidad en la economía no se le puede confiar el futuro de las comunidades, los condados, los estados o la nación. Tú debes enviar un mensaje claro de que no eres ignorante de los hechos y que tu voto no se puede comprar. Tampoco estás a la venta o dispuesto a ser engañado por su retórica. Tienes que demostrarles que estás bien informado y en total acuerdo con el padre fundador Noah Webster, que dejó muy claro al decir: «En la selección de hombres para los puestos publicos, deja que el principio sea tu guía. No veas a la secta o denominación del candidato – ve su carácter».

Todo verdadero cristiano debe recordar su lealtad a la soberanía de Dios y sus principios. Por encima de todo hay que dejar que brille la comprensión de la verdad de Dios acerca de la economía:

«De todo el mandamiento que yo te mando hoy tendrás cuidado de hacer, para que vivas y seas multiplicado, y entres y poseas la tierra que el Señor juró dar a tus padres. Y te acordarás de todo el camino que el Señor tu Dios te ha traído estos cuarenta años en el desierto, para afligirte, para probarte para saber lo que había en tu corazón, si habías de guardar o no sus mandamientos. Y te afligió con hambre y te sustentó con maná, comida que no conocían, ni sabían tus padres, para hacerte saber que el hombre no vive sólo de pan, sino que vive de toda palabra que sale de la boca del Señor …. Ten cuidado de no olvidarte del Señor tu Dios, para cumplir sus mandamientos, sus normas y sus estatutos que yo te ordeno hoy, para que, cuando hayas comido y te encuentres lleno y te hayas construido buenas casas y las habites, y cuando tus rebaños se multipliquen y la plata y el oro se multipliquen y todo lo que tiene se multiplique, entonces tu corazón se eleve, y te olvides del Señor, tu Dios, que te saqué de la tierra de Egipto, de casa de servidumbre, … Cuidado, no sea que digas en tu corazón: Mi poder y la fuerza de mi mano me han traído esta riqueza. Acuérdate del Señor tu Dios, porque es él quien te da el poder para hacer las riquezas, para que puedas confirmar su pacto que juró a tus padres, como en este día. Y si te olvidas del Señor tu Dios y vas en pos de dioses ajenos y los sirves, y los adoras, en verdad te advierto hoy que de cierto perecerás como las naciones que el Señor hizo perecer, así que tu perderás, porque no quisiste obedecer la voz del Señor tu Dios». (Deuteronomio 8:1-3, 11-14, 17-20).

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