Christine Rousselle | 11 de diciembre de 2013
El 10 de diciembre es el Día Internacional de los Derechos Humanos. También fue el día en el cual el Parlamento Europeo votó en contra de una medida que hubiera establecido que todos los países de la UE declararan el aborto un «derecho humano».
Dos países miembros de la UE, Irlanda y Malta, tienen leyes muy restrictivas sobre el aborto. Si bien es cierto que la declaración de que el aborto es un «derecho humano» no hubiera necesariamente forzado a estos países a cambiar sus leyes, hubiera ejercido una presión significativa sobre ambas naciones en favor del establecimiento de una política más liberal sobre el aborto.
Si la medida de la UE se hubiera aprobado, esto hubiera limitado significativamente el derecho de los doctores a negarse a realizar un aborto, y no hubiera tenido en cuenta ningún tipo de límite gestacional.
LifeNews reportó:
«Esta medida pretende ser un asunto de derechos humanos, mientras ignora fundamentalmente los derechos humanos de las tres personas claves involucradas en este hecho trágico. Ignora el derecho más básico: el derecho a la vida del bebé que se encuentra en el centro de la cuestión. Ignora las necesidades reales de las mujeres, escondiéndolas detrás de la cortina de hierro que supone la retórica del aborto. E ignora la consciencia del doctor, a quien se le pide que termine con la vida de un ser humano después de haber empleado años de entrenamiento para aprender a preservarla,» dijo Sullivan. «La Unión Europea no debería pedirle a los médicos que supriman sus conciencias; debería estar tratando de encontrar la suya propia.»
Me alegra que la Unión Europea haya tomado la decisión correcta en este caso. Decir que el aborto, que acaba con la vida de un ser humano, es de alguna manera un «derecho humano» semejante a la libertad contra la tortura y la esclavitud, es absolutamente absurdo.