Los tres mitos de la cohabitación

El sociólogo Bradford Wilcox informa los resultados sorprendentes de su nuevo estudio internacional sobre el concubinato y su repercusión en los niños

Andrea Palpant Dilley | 29 de marzo de 2017

Crédito: rdegrie/Lightstock

(Christianity Today) – De acuerdo con un estudio sociológico reciente, el concubinato tiene un notable impacto pernicioso en un grupo particular: los niños. «En la medida en se hace menos probable que el matrimonio trace el rumbo de la vida adulta en todo el globo, una cantidad cada vez mayor de niños puede ser lanzada a las aguas cada vez más turbulentas de la vida familiar» escribe Bradford Wilcox en Foreign Affairs.

Wilcox es profesor de Sociología en la Universidad de Virginia, y él y sus colegas terminaron recientemente un nuevo estudio: El carrusel del concubinato: El concubinato y la inestabilidad familiar en todo el mundo. El informe es  la cuarta edición del proyecto Mapa de la Familia Mundial, el cual rastrea los distintos índices de la salud familiar, y es patrocinado en parte por el Instituto de las Tendencias Sociales y el Instituto de Estudios de la Familia.

El estudio principal abarcó los Estados Unidos y 16 países europeos. «Estábamos mirando las probabilidades de que los muchachos nacidos a padres casados o en concubinato permanezcan con sus progenitores cuando cumplen los 12 años» -dice Wilcox. «Después hicimos un muestreo de más de 60 países en todo el mundo. Cuando uno mira las tendencias internacionales, lo que percibe es que hay cierta cantidad de países en el África Subsahariana, como Sudáfrica, y en Latinoamérica, como Colombia, que ahora tienen una proporción considerable de niños nacidos a parejas en concubinato. Entonces la pregunta es: ¿Cómo está afectando el concubinato a la estabilidad familiar en esas otras partes del mundo, fuera de los Estados Unidos y Europa?».

Wilcox habló recientemente a Christianity Today de las respuestas que obtuvieron.

Desde su perspectiva ¿cuáles son los resultados más impactantes o sorprendentes del estudio?

En la vasta mayoría de los países que estudiamos en Europa, a todos los niveles educacionales, las personas que están casadas cuando tienen los hijos son marcadamente más estables que las personas que están cohabitando cuando tienen los suyos. Hablando en general, las familias casadas menos instruidas en Europa disfrutan de mayor estabilidad que las familias más instruidas que están en concubinato. Eso no es lo que yo habría pensado. Yo asumí que encontraría una especie de ventaja de estabilidad en el matrimonio, pero no me imaginé que iba a ser tan pronunciada ni que el matrimonio fuera un factor más poderoso para predecir la estabilidad familiar en Europa que la educación parental.

En otras palabras: la ventaja del matrimonio es bien consistente en toda Europa. Una buena cantidad de académicos y periodistas, políticos y profesionales ordinarios cometen el error de pensar que en Europa el concubinato y el matrimonio son equivalentes funcionales, pero en realidad no lo son.

¿Halló usted las mismas «ventajas del matrimonio» en todo el mundo?

Nosotros miramos los cambios en niveles de concubinato y estabilidad familiar en todo el mundo, y hallamos que, en general, a medida que aumentaba el concubinato, la probabilidad de que los niños estuvieran viviendo con dos padres biológicos en cualquier país disminuía con el tiempo. Esa pauta era realmente más sobresaliente o más dramática durante el aumento inicial del concubinato. Era trivial para países que ya habían tenido más de un 20 por ciento de sus nacimientos a parejas en concubinato. En general, nuestro estudio es bien consistente en mostrar que, para los niños, el matrimonio provee típicamente más estabilidad en Europa y en los  Estados Unidos. Es más: a nivel mundial, el matrimonio como norma para la procreación está también asociado con niveles más altos de estabilidad familiar a nivel social.

Su colega Laurie DeRose, una autora principal de este estudio, y profesora de Sociología en la Universidad de Georgetown, dice que el estudio contradice tres mitos sobre el concubinato y la estabilidad familiar. ¿Cuáles son esos tres mitos?

El primer mito del que ella escribe es que «el concubinato es menos estable solamente porque las personas más pobres lo escogen con más frecuencia». En realidad, el concubinato es menos estable que el matrimonio, sin importar el trasfondo educacional de la madre. En la abrumadora mayoría de los países, los progenitores más educados que viven en concubinato de todas formas tienen una proporción más alta de rupturas que las parejas casadas de más baja instrucción. Así que, si usted está observando los países de Europa y los Estados Unidos, es impactante que el estado marital sea un determinante de la estabilidad familiar más poderoso que la educación de los padres. Es lo contrario de lo que esperarían muchos profesores.

El segundo mito es que «el concubinato se hace más parecido al matrimonio en la medida en que se difunde más», que en los lugares en los que el concubinato es aceptable legal y culturalmente, serán tan estable como el matrimonio. Pero ese no es el caso para los niños.

El mito final -escribe ella- es que «donde el concubinato ha sido una alternativa al matrimonio durante mucho tiempo (los estudiosos que escriben sobre América Latina y el Caribe se refieren a un sistema de “dualidad nupcial”) el aumento ulterior de la institución no afectará las vidas de los niños». Una vez más, ese no es el caso.

Usted dice que se muestra que «los niños tienen vidas familiares más estables cuando nacen dentro del matrimonio, independientemente del trasfondo educacional de la madre». ¿Por qué es importante que el estudio tuviera en cuenta la educación y el estatus socioeconómico?

Es importante porque, al menos en los Estados Unidos, y ciertamente en los demás lugares, un menor ingreso y menor instrucción son pronosticadores poderosos de la inestabilidad familiar. Así que queremos cerciorarnos de que no estamos confundiendo el concubinato con las privaciones económicas, porque las familias en concubinato son más comunes entre la clase trabajadora y los ciudadanos pobres en los Estados Unidos y el Reino Unido.

Así que, en los análisis de Europa y los Estados Unidos tuvimos en cuenta la instrucción de la madre y la de la abuela; la edad de la madre al primer nacimiento y después el país, porque obviamente Bélgica es diferente a Italia, que a su vez es distinta de Rusia. En nuestros resultados vemos que los Estados Unidos, el Reino Unido, Rusia, Lituania y Estonia tienen niveles altos de inestabilidad familiar, y no estamos seguros exactamente de por qué. Es obvio que Rusia se ha enfrentado a muchas tensiones económicas en años recientes y a muchos cambios políticos y eso probablemente se aplique en cierta medida a Estonia y Lituania.

¿El estudio analizó o tuvo en cuenta los matrimonios del mismo sexo?

Probablemente haya unos pocos matrimonios de igual sexo en los datos, pero no los suficientes para llevar a cabo ningún tipo de análisis separado de esa población.

¿Observó usted alguna relación con las afiliaciones religiosas de cualquier tipo – católicas, protestantes u otras religiones?

No, no las observamos. No buscamos específicamente el papel de la religión en la estabilidad familiar en este estudio en particular.

No obstante, hablando en general, las familias de los países tradicionalmente católicos tendían a ser más estables que los niños o familias de las regiones históricamente protestantes. Algunos de los países más estables para los niños eran predominantemente católicos, como Italia, Polonia y España y algunos de los niveles más altos de inestabilidad estaban en los Estados Unidos y el Reino Unido. Por tanto, los países anglos con tradiciones protestantes e individualistas tenían unas de las más altas tasas de inestabilidad en Occidente.

¿Hay alguna relación causal entre el aumento del concubinato en Occidente y el aumento del concubinato a nivel mundial?

Yo sospecho que, en particular en América Latina y Asia, el concubinato está motivado en parte por el individualismo al estilo occidental. Es una forma de maximizar la libertad y la flexibilidad de uno en una relación y de minimizar los compromisos. Ciertamente, algunas tendencias en América Latina y Asia son en parte un reflejo de las tendencias intelectuales y de la cultura pop occidentales.  N obstante, en el África Subsahariana eso puede ser sui géneris de la región.

En 2014 Ud. habló en una reunión de las Naciones Unidas, y después en 2015 testificó ante el Comité de Vías y Medios de la Cámara acerca de los retos que enfrentan las familias de bajos ingresos en todo el mundo. ¿De qué forma este nuevo estudio, junto con los anteriores, repercute en nuestra comprensión de la pobreza mundial y los esfuerzos por aliviar esa pobreza?

Aunque la estructura familiar no es lo único que afecta a los niños, por supuesto, la inestabilidad familiar sí tiende a reducir los recursos económicos que tienen los niños a su disposición y también tiende a producir la pobreza. Una edición anterior del Mapa Mundial de la Familia mostró que la inestabilidad familiar estaba relacionada con un aumento de la mortalidad infantil de al menos el 20 por ciento para los niños de América Latina, Asia y África Subsahariana. De modo que las personas que están preocupadas por cosas como la pobreza y la mortalidad infantil deberían estar al tanto de que la creciente fragilidad de la vida familiar y la disminución de los matrimonios –que vemos galopantes por una buena parte del globo- son factores que contribuyen a la pobreza. El matrimonio es una fuente importante de capital humano y financiero para los niños. Los niños que son criados en hogares estables matrimoniales, en el mundo en desarrollo, tienen más probabilidades de progresar, y las familias estables también están asociadas con mejores resultados sociales y de salud.

Usted trabaja con estudiantes universitarios de unos 20 años que están en una etapa formativa de la adultez y tienen que tomar decisiones relativas al concubinato. ¿Qué piensan sus estudiantes del trabajo suyo y las implicaciones del mismo?

He estado impartiendo clases de sociología familiar durante 14 años y el concubinato es un tópico que surge regularmente, a causa de la idea de que el concubinato es una buena preparación para el matrimonio. De lo que no se dan cuenta muchos estudiantes es que, si uno tiene un niño en una relación de concubinato, aumenta el riesgo de que su niño no viva en una familia estable, y en especial si uno rompe la relación con esa persona, eso afectará nuestra capacidad para contraer un matrimonio más adelante. De modo que mis estudiantes están al tanto de ese tipo de información.

Ellos después también aprenden  (y aquí estoy en deuda con el trabajo de Scott Stanley, de la Universidad de Dénver) que las parejas que cohabitan antes de un compromiso público tienen más probabilidades de  fallar en sus matrimonios. Creemos que eso se debe a que con más probabilidad piensan en deslizarse hacia el matrimonio y no en estar juntos y después casarse. En cierta manera, el concubinato es como estar en un McDonald comparado con una buena cena en la casa de uno. El concubinato es rápido, es cómodo y puede saber bien, pero no produce la misma sensación en su estómago que una buena comida preparada en casa, ni es tan saludable ni tan nutritivo para uno…

Una buena parte de la retórica del matrimonio moderno gira alrededor de la identidad y la auto-realización. En el contexto de esta campaña hipotética, ¿cómo contrarrestaría usted dicha retórica?

Tenemos que dejar bien claro que los niños que nacen y son criados por padres casados tienen muchas más posibilidades de prosperar. Tenemos una especie de obligación intergeneracional, la de tratar de tener a nuestros hijos dentro del matrimonio, para darles el regalo de dos progenitores casados que están comprometidos el uno con el otro y con ellos a largo plazo. Tenemos más posibilidades de progresar cuando vivimos vidas marcadas por la generosidad y por lazos profundos y duraderos con otras personas. Y, por supuesto, es más probable que esas dos cosas ocurran en el contexto del matrimonio que en otro contexto. Así que es un llamado a las personas a dar lo mejor de sí, a tratar de convencerlas de que esto es una oportunidad para vivir con una serie de valores como la fidelidad, la lealtad y la tolerancia.

El poder del matrimonio es realmente internacional, es transcultural, y es una forma en que las comunidades supervisen el proceso de unir a dos personas, de que las ayuden a hacer una vida en común que va a estar  más firme y arraigada en lo que respecta a tener hijos y criarlos.

(A menos que se especifique lo contrario, las opiniones expresadas son las del autor.)