No se trata de odio contra los homosexuales ni las lesbianas

por Ramon Arias

La comunidad homosexual debe comprender que el odio tiene varias interpretaciones y manifestaciones. Cuando protestamos ante el comportamiento homosexual no necesariamente es por odio. La protesta, o el rechazo, se debe a la lujuria y al lenguaje obsceno, sin importar que el grupo o la persona que lo manifieste sea homosexual o heterosexual. Es un estilo de vida y un comportamiento que, desde la perspectiva histórica de la sociología, ha sido inaceptable, ya que ha contribuido al decaimiento y, finalmente, a la destrucción de las civilizaciones.

El conflicto entre homosexuales y cristianos bíblicos se da porque son dos perspectivas opuestas acerca de la moral. El que un segmento del cristianismo dé concesiones a la moral no significa que esté fundamentado en los absolutos de la Biblia, que es el único documento que reglamenta lo correcto y lo incorrecto de la moral y de sus acciones. Las acciones de estos supuestos “cristianos” son reprensibles por alterar el significado de la moral bíblica y han causado confusión y daño.

Quienes aceptamos la ley ética y la moral de Dios, así como las leyes naturales creadas por Él, no estamos obligados a disculparnos por nuestra convicción. Originalmente Dios creó todo perfecto y, aunque el ser humano decidió pervertirlo, eso no hizo que la moral cambiara. Si Dios define las funciones del cuerpo biológico del hombre y de la mujer, y las leyes naturales lo confirman, pero las personas deciden alterar la función de ese orden, entonces los que están en un error son los seres humanos, no Dios. Dios es Quien establece que el comportamiento homosexual es erróneo y, por lo tanto, inaceptable. El mismo principio se aplica a cualquier desviación sexual que se separe de la intención original de relación sexual entre hombre y mujer bajo el compromiso y la responsabilidad del matrimonio.

Esta posición moral es la que hace que la comunidad homosexual se moleste con nuestra posición y falsamente se nos juzgue como personas odiosas e intolerantes. Quienes hemos decidido identificarnos con Dios, con Jesucristo y con la Palabra de Dios no tenemos nada de qué avergonzarnos o de qué disculparnos. Nos sentimos orgullosos y privilegiados de que Dios nos haya dado la oportunidad de reconciliarnos con Él, no porque éramos mejores que otros, sino porque Su oferta es la más inteligente y la mejor para una vida de calidad con propósito y significado. Por más que se nos grite, se nos ofenda o se nos amenace, no vamos a flaquear en nuestra posición de agradar sólo a Dios y no a los hombres.

También reconocemos que dentro del campamento cristiano existen personas con un comportamiento hacia la comunidad homosexual que deja mucho que desear. Su insensibilidad y su falta de compasión hacia la necesidad y hacia las luchas que libran espiritual y emocionalmente han contribuido al rechazo que sienten contra nosotros. Por estas indebidas actitudes y acciones les pedimos perdón. Dios espera que el amor que Él nos extiende a nosotros, lo extendamos a ustedes.

Amar no significa ceder ante la Verdad. Ser hijos de Dios tampoco significa aceptar a las personas tal como son. La razón por la que no debemos caer en el error de creer que a las personas se les acepta tal como son es por lo que Jesús hizo por toda la humanidad al morir para darnos la oportunidad de cambiar nuestro estilo de vida equivocado. No hay mayor expresión de amor que lo que Jesús hizo por nosotros. Venimos a Él tal como somos, con todos nuestros errores y malos antecedentes, pero con la esperanza que nos ofrece que podemos cambiar.

Con este amor debemos ser fieles a la Verdad de Dios y eso nos hace estar en una deuda de amor hacia ustedes. Pero que les quede muy claro que es precisamente nuestro amor por ustedes lo que nos impulsa a seguirles señalando el camino a una mejor vida. Ustedes podrán tachar nuestra posición de intransigente o de intolerante, inclusive podrán afirmar que los queremos privar de sus derechos civiles. No importa lo que piensen o digan de nosotros, eso no impide que sigamos orando por ustedes, que sintamos su dolor y que, entiendan o no, lo acepten o no, estamos para ayudarlos. 

También es de gran importancia que comprendan que no nos sentimos superiores a ustedes y que la homosexualidad no es el tema central del comportamiento humano. El problema primordial de la humanidad es su rebelión contra Dios y nuestra gran necesidad de la misericordia y de la gracia de Dios que nos extiende por la sangre derramada por Jesús para el perdón de nuestros pecados. Toda persona que esté enemistada con Dios necesita de Su perdón, debe abandonar su estilo de vida equivocado, reconciliarse con Dios y así iniciar una vida fundamentada en la ética y moral, como lo revela en Su Palabra.

Nosotros no somos los autores del mensaje con su ética y moral. Si nos rechazan, no es a nosotros a quienes rechazan, sino al autor de la vida, del mundo y del Universo. Estamos obligados a seguirlos amando, aunque persistan en señalarnos como odiosos e intolerantes.

Lo que debemos hacer de manera inteligente, y sin ser destructivos en nuestro comportamiento, es llevar a cabo diálogos, debates y análisis exhaustivos desde todos los ángulos y las perspectivas, para que la verdad histórica, científica e intelectual, sea la que dé las evidencias sobre nuestro argumento. Si nosotros estamos equivocados, entonces tendremos que modificar, de la misma manera si son ustedes lo que están en el error deberán iniciar el camino a la transformación que favorezca a la humanidad.

Confío en que, con lo antes expuesto comprendan que nuestra posición no es de odio o de intolerancia a su estilo de vida homosexual. Más bien de un amor genuino por su bienestar, en esta vida y por la eternidad.