“Nosotros, el pueblo” y “Si mi pueblo”

Ramón Arias | 8 de agosto de 2016

Es incuestionable que las personas determinan la dirección de la nación. En 1787, la responsabilidad del futuro del país se colocó en las decisiones de la ciudadanía. El preámbulo de la Constitución lo declara así:

Nosotros, el pueblo de los Estados Unidos, a fin de formar una Unión más perfecta, establecer la justicia, garantizar la tranquilidad nacional, tender a la defensa común, fomentar el bienestar general y asegurar los beneficios de la libertad para nosotros y para nuestra posterioridad, por la presente promulgamos y establecemos esta Constitución para los Estados Unidos de América.

Generación tras generación, «Nosotros el Pueblo» eligen por mayoría de votos a los puestos políticos a los que quieren como «servidores públicos». Lee todas las palabras del preámbulo de la Constitución con cuidado y luego haz la pregunta, ¿quien nos metió en este lío?

Después de servir nueve términos en la Cámara de Representantes de EE.UU., James Garfield se convirtió en el 20º presidente de los Estados Unidos. El 2 de julio de 1881, recibió un disparo y murió a causa de la infección y la hemorragia interna el 19 de septiembre de 1881. En su discurso centenario al Congreso en 1876 él dio una advertencia profética a la nación:

«Ahora, más que nunca, la gente es responsable del carácter de su Congreso. Si ese cuerpo es ignorante, imprudente, y corrupto, es porque las personas toleran la ignorancia, imprudencia, y la corrupción. Si es inteligente, valiente y puro, es porque el pueblo exige estas altas cualidades para representarlos en el Congreso Nacional … Si el próximo centenario no nos encuentra como una gran nación … será porque los que representan a la empresa, la cultura y la moral de la nación no ayudan en el control de las fuerzas políticas».

Sólo 89 años después de la firma de la Constitución de los Estados Unidos de América, Garfield habló a la conciencia de la nación reconociendo que los únicos responsables del carácter de los funcionarios elegidos son las personas que toleran la ignorancia, imprudencia, y la corrupción, que es una receta segura para la destrucción nacional. Todavía estamos luchando contra esto en el siglo 21 —140 años después.

El fundador, Patrick Henry (1736-1799), es reconocido como uno de los líderes más importantes de los patriotas de la revolución americana. Él dijo lo siguiente en relación al futuro de Estados Unidos de América:

La Constitución no es un instrumento para que el gobierno frene a las personas, es un instrumento para que la gente frene al gobierno – para que no lleguen a dominar nuestras vidas e intereses.

Los hombres malos no pueden ser buenos ciudadanos. Es cuando un pueblo olvida a Dios que los tiranos forjan sus cadenas. Un estado viciado en la moral, y de conciencia pública corrupta, es incompatible con la libertad. Ningún gobierno libre, o las bendiciones de la libertad, pueden ser conservadas a ningún pueblo sino con una firme adhesión a la justicia, la moderación, la templanza, la frugalidad y la virtud; y por una recurrencia frecuente a los principios fundamentales”.  

Asegurar los beneficios de la libertad sólo puede lograrse por aquellos que no son ignorantes del pasado, que entienden el presente y están dispuestos a hacer lo que demandan los tiempos para darle el giro a la nación. Se ha hecho en el pasado y se puede hacer de nuevo; las generaciones futuras sabrán si  hicimos nuestra parte para asegurar su libertad o no.

Dentro de la ciudadanía, hay una gran mayoría que no debe tener ningún problema para entender lo que dijo Henry, Es cuando un pueblo olvida a Dios que los tiranos forjan sus cadenas”. Es imposible obtener la libertad sin la verdad revelada de Dios como un fundamento que se encuentra en las Sagradas Escrituras.

Hace más de 3,000 años, el pueblo de Dios recibió las leyes para ser implementadas como las normas para vivir. Estas leyes no eran el resultado de los hombres que se unen para averiguar la mejor manera de gobernarse a sí mismos y sus instituciones sociales para el éxito total, sino que éstas eran leyes dadas por Dios.

El pueblo de Dios en este país podría convertir a esta nación y darle un giro hacia la dirección correcta tan rápido que sorprendería al mundo. ¿Cómo es eso posible? Al aceptar tres palabras: “Si mi pueblo…”

Los requisitos no son difíciles de seguir y 2 Crónicas 7:14 da la fórmula:

“[Si] mi pueblo, que lleva mi nombre, se humilla y ora, busca mi rostro y se aparta de su conducta perversa, yo oiré desde el cielo, perdonaré sus pecados y restauraré su tierra.

Comprométete a estudiar este pasaje de la Escritura con profundidad; una vez que entiendas el significado completo, actúa sobre él y comunícaselo a cuantos creyentes puedas, utiliza todos los recursos disponibles. No tenemos ninguna otra alternativa si queremos detener el mal que está dominando a nuestro país.

Cuando los buenos ciudadanos de «Nosotros el pueblo” y “Si mi pueblo» se unen, solamente pueden suceder grandes cosas y en el proceso se logran los beneficios de la libertad, no sólo para nosotros sino también para las generaciones futuras.

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