Nuestras únicas opciones: el consejo del Hombre o el de Dios

Ramón Arias | 11 de enero de 2016

Aquellos que están preocupados por el futuro de Estados Unidos se sorprenden al verlo en la vía rápida hacia el exterminio; esto no es cosa de risa para los pensadores críticos.

Antes de que se desanimen de seguir leyendo, les aseguro que no soy un pesimista, sino un realista. Desde mi niñez, comencé una búsqueda para entender el comportamiento humano malo y los efectos negativos en la sociedad. Yo no nací un pesimista, pero rápidamente me convertí en uno a una temprana edad. Cuanto más  aprendía de los ciclos de la historia, menos esperanza tenía para el futuro de la humanidad. Decidí convertirme en un ateo. Fue en esta mentalidad atea que empecé a leer la Biblia por primera vez en mi vida y me ayudó a darle forma al rompecabezas en mi mente acerca de la estructura sociológica e histórica de la humanidad; porque la Biblia tenía sentido. Todas las respuestas a la problemática humana están ahí en las páginas de la Biblia si queremos entender el documento como lo que es en lugar de verlo como un libro religioso.

La humanidad ha estado dominada por diferentes perspectivas del mundo, cada una tratando de explicar por qué creen de la manera que creen para sus expectativas sociales y del mundo. Estas diferentes visiones del mundo han dominado a la humanidad desde el principio.

Cuando estudiamos todas las cosmovisiones del mundo, llegamos a la conclusión de que, en realidad, sólo hay dos visiones del mundo: la cosmovisión bíblica y la visión del mundo anti-bíblica, que forma parte de todas las religiones e ideologías. Tenemos la historia de nuestro lado para corroborar mi declaración. Es una tontería pensar que podemos tener un mejor resultado para el futuro basándonos en el consejo de la visión del mundo equivocado. 

Estoy totalmente de acuerdo con Benjamín Franklin, que declaró: «Cualquier necio puede criticar, condenar y quejarse y la mayoría de los necios lo hacen». Si no queremos estar en el campamento de los tontos, entonces, antes de criticar y condenar a alguien y a algo, debemos hacer nuestra debida diligencia, no sólo en el ámbito de la economía, sino también en cualquier situación adversa que la raza humana enfrenta; incluso el aparente progreso, es totalmente ficticio. Cada idea debe ser examinada a la luz de la historia, el sentido común y el consejo de la Palabra revelada de Dios, la Biblia.

Los que están decididos a destruir la cosmovisión bíblica logran el éxito mediante el uso de la desinformación y la distorsión de los hechos. Día tras día convencen a la gente de sus mentiras venenosas de la mejor manera que saben que se digiere fácilmente. Su éxito depende en gran medida de la ignorancia de la gente acerca de los hechos verídicos. Cuando son confrontados con los hechos hacen un berrinche salvaje utilizando todos los recursos bajo su control para adoctrinar a la gente gritando: «No hagas caso a los hechos sólo lo que les decimos es la manera correcta y la única solución». John Adams dijo lo siguiente acerca de los hechos: «Los hechos son cosas obstinadas; y cualquiera que sean nuestros deseos, nuestras inclinaciones, o los dictados de nuestra pasión, no pueden alterar el estado de los hechos y las pruebas».

A lo largo de la Biblia, vemos una clara diferencia entre los que siguen el consejo del hombre y los que optan por seguir el consejo de Dios. En el Salmo capítulo uno, hay un claro contraste entre el consejo de los justos y los impíos: “¡Cuán bienaventurado es el hombre que no anda en el consejo de los impíos, ni se detiene en el camino de los pecadores, ni se sienta en la silla de los escarnecedores, sino que en la ley del Señor está su deleite, y en Su ley medita de día y de noche!” (vv 1-2).

Como hijos de Dios y discípulos de Jesucristo, tenemos que tomar la responsabilidad personal de nuestro conocimiento bíblico para enfrentar con eficacia a los humanistas y a todas las visiones del mundo anti-bíblicas y sus conceptos erróneos e influencia en todos los niveles de la sociedad, incluyendo a la iglesia cristiana. El futuro de la sociedad depende de la gente de Dios que tomen la iniciativa para reconstruir los cimientos en descomposición. Esto significa que los cristianos bíblicos deben tomar en serio todo el consejo de la Biblia con gran deleite sin ignorar versos y pasajes difíciles  de las Escrituras. En su segunda carta, Pedro dijo: 

“Y así tenemos la palabra profética más segura, a la cual ustedes hacen bien en prestar atención como a una lámpara que brilla en el lugar oscuro, hasta que el día despunte y el lucero de la mañana aparezca en sus corazones. Pero ante todo sepan esto, que ninguna profecía de la Escritura es asunto de interpretación personal, pues ninguna profecía fue dada jamás por un acto de voluntad humana, sino que hombres inspirados por el Espíritu Santo hablaron de parte de Dios». (2 Pedro 1:19-21)

El apóstol Pablo, dirigiéndose al liderazgo cristiano en Éfeso, dijo: “pues no rehuí declararles todo el propósito de Dios”. (Hechos 20:27)

Si cada iglesia cristiana afirma que se funda en la Palabra inspirada e infalible, inerrante y autoritativa de Dios con el compromiso a las enseñanzas bíblicas, ¿cuál es la explicación lógica dada para la corrupción ética, moral y espiritual que está desintegrando el fundamento de la nación? ¿Podemos humildemente admitir que todo el consejo de la Palabra de Dios no se está aplicando y esta es la razón por la que tenemos una condición social tan decadente? 

A pesar del estado de la iglesia cristiana, ella se encuentra en una posición privilegiada histórica de dos mil años para poder resolver las doctrinas que se derivan de todo el consejo del hombre y poder distinguir las que provienen de todo el consejo de Dios revelado en la Escritura. La comprensión del hombre acerca de Dios, la vida y el mundo es oscuro, vaga, confusa y contradictoria. No es así, para el que se instruye por la ley de Dios.

La fe bíblica es vital para el orden social y político establecido por las generaciones pasadas que ahora exigen de esta generación cristiana que reconstruya sobre las leyes sociales de la Escritura. El consejo de Dios expresa Su norma inmutable de justicia y debe ser estudiado a fondo con el fin de resolver todos nuestros problemas sociales.

“Pero gracias a Dios, que en Cristo siempre nos lleva en triunfo, y que por medio de nosotros manifiesta la fragancia de Su conocimiento en todo lugar. Porque fragante aroma de Cristo somos para Dios entre los que se salvan y entre los que se pierden. Para unos, olor de muerte para muerte, y para otros, olor de vida para vida. Y para estas cosas ¿quién está capacitado? (¿quién es suficiente?) Pues no somos como muchos, que comercian (corrompen) la palabra de Dios, sino que con sinceridad, como de parte de Dios, hablamos en Cristo delante de Dios». (2 Corintios 2:14-17)

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