¿Por qué nos hemos vuelto blandos con el pecado?

Nena Arias | 14 de septiembre de 2020

Volverse blandos con el pecado es como pegarse un tiro en el pie debido a su inevitable destrucción. No podemos ser suaves con el pecado y seguir siendo libres. El pecado es esclavitud. “De cierto, de cierto les digo, todo el que practica el pecado es esclavo del pecado… Así que, si el Hijo los hace libres, serán verdaderamente libres.” (Juan 8:34-36). O elegimos ser esclavos del pecado o aceptamos la libertad de Dios a través de Cristo. Nadie puede estar en ambos lados al mismo tiempo.

¿Por qué los estadounidenses, especialmente los del cristianismo moderno, se han ablandado con el pecado? Este es nuestro mayor problema. La gente ha comprado la mentira de «no juzgar» y el malentendido de «tolerancia». Tolerancia y aprobación no son lo mismo. La gente dice: «Dios me ama tal como soy». Lo hacen citando porciones de las Escrituras fuera de contexto que distorsionan el significado. Proceden con esta distorsión y hacen que parezca un argumento legítimo, pero en realidad es falso. Su razonamiento para la tolerancia del pecado no es bíblico. No concuerda con la Palabra de Dios que dice: «Pues la ira de Dios se manifiesta desde el cielo contra toda impiedad e injusticia de los hombres, que con injusticia suprimen la verdad». (Romanos 1:18)

Dios siempre está atento contra el pecado, aunque tiene paciencia para darnos tiempo para arrepentirnos. Él nunca ha cambiado lo que ha definido como pecado y nunca lo hará. El hecho de que no aplique el castigo instantáneamente no significa que nos esté dando una aprobación del pecado.

Hoy en día, quienes quieren justificar su pecado hacen un mal uso de la acusación de “intolerancia” en un intento de avergonzar y silenciar a los cristianos y acusarlos de señalar el pecado por “odio”. No importa cuán respetuoso un cristiano defiende la verdad de Dios, se les llama «odiadores» y se les acusa de odiar la «diversidad».

Dios llama fieles a los que defienden su verdad y los bendice. «Bienaventurados los que son perseguidos por causa de la justicia, porque de ellos es el reino de los cielos». (Mateo 5:10) Experimenté esto recientemente y perdí a una persona que pensé que era una amiga y que yo me había esforzado por servirla desinteresadamente durante años. Pero la ruptura sucedió porque no me ablandé con su pecado y no cambié lo que la Palabra de Dios dice al respecto. Ella esperaba que mi amor por ella traicionara mi amor y compromiso que tengo con la Palabra de Dios.

El apóstol Pablo enseñó y animó a Timoteo a defender siempre la Palabra de verdad de Dios: “Predica la palabra; mantente dispuesto a tiempo y fuera de tiempo; convence, reprende y exhorta con completa paciencia y enseñanza. Porque vendrá el tiempo cuando no soportarán la sana doctrina; más bien, teniendo comezón de oir, amontonarán para sí maestros conforme a sus propias pasiones” (2 Timoteo 4:2-3).

¿Amamos a Jesús lo suficiente como para lidiar con nuestros pecados y los pecados de los demás de manera deliberada y diligente? Nuestra vida diaria debe incluir la confesión, el arrepentimiento y disciplinas para derrotar el pecado. Ablandar el pecado es la muerte de cualquiera. La única forma de tener lo mejor de Dios es vivir vidas puras de acuerdo con la Palabra de Dios. Debemos atesorar la Palabra de Dios en nuestro corazón para no pecar contra él. Hay deleite en la obediencia al Todopoderoso. Tenemos todo que perder y nada más que tristeza que ganar cuando nos ablandamos con el pecado y contaminamos nuestras almas.

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