Ramon Arias | 19 de noviembre de 2013
Una vez más, estamos en otra temporada para celebrar el Día de Acción de Gracias. ¿Entiendes realmente de qué se trata la tradición del Día de Acción de Gracias? ¿Crees que la acción de gracias sólo se trata del pavo, la salsa de arándano, las calabazas, los panes horneados, el puré de papa y todas las guarniciones para una cena que se disfruta con familiares y amigos? ¿Será solo la época del año para la alimentación de los pobres? ¿De eso se trata esta tradición de Acción de Gracias?
Algunas tradiciones tienen significado y valor mientras se mantenga el enfoque original; tal es el caso con la tradición estadounidense de Acción de Gracias. No se puede negar que este día festivo se ha distorsionado en su enfoque no sólo en las escuelas públicas, sino a través de los medios de comunicación y es triste decir que también en la mayoría de las iglesias. Se está perdiendo el verdadero significado de Acción de Gracias, pero no es demasiado tarde para comprender y reclamar el verdadero significado de esta importante tradición.
Noah Webster, en su diccionario de 1828 del idioma inglés dice lo siguiente acerca de la tradición:
“2. La entrega de opiniones, doctrinas, prácticas, ritos y costumbres de padre a hijo, o de antepasados a la posteridad; la transmisión de opiniones o la práctica de los antepasados a descendientes por comunicación oral, o en escritos conmemorativos. Por lo tanto los niños derivan su lenguaje principalmente de la tradición. La mayoría de nuestras primeras nociones son recibidas por la tradición de nuestros padres.
3. Lo que se trasmite de generación en generación por comunicación oral. Los judíos prestan gran atención a la tradición en la religión, como también hacen los católicos romanos; los protestantes rechazan la tradición de ‘cosas sagradas’ y sólo dependen de la Palabra escrita de Dios. Las tradiciones pueden ser buenas o malas, verdaderas o ficticias».
Una tradición correcta de Acción de Gracias comenzó y data más allá de los peregrinos y puritanos que llegaron a estas tierras, de hecho, va más allá de miles de años en la historia de los hebreos. La Biblia revela lo que significaba la práctica de Acción de Gracias a los israelitas. Para el antiguo Israel, la acción de gracias era un tiempo de gran celebración con ayuno y grandes banquetes festivos para alabar a Dios; expresado con canciones y gran alegría. En el Israel moderno, algunos lugares todavía festejan con gran alegría y celebración que se desborda en las calles. Sí, la Biblia registra muchas ocasiones en las que se convoca a las personas para una celebración, pero también para reflexionar profundamente sobre la condición nacional.
Los Peregrinos, seguidos por los Puritanos, a su llegada a este continente, trajeron una esperanza viva de construir comunidades basadas en las Escrituras hebreas; lo que llamamos la Biblia. Los Peregrinos se vieron en la misma posición que el Israel antiguo; sabían que eran pueblo escogido por Dios, dirigidos por el Dios Todopoderoso a una tierra prometida. Siempre reconocieron la Providencia de Dios y no tenían problemas en reconocer y bendecir al Dios del Cielo que los había guiado a cruzar el Atlántico y los estableció en esta tierra nueva.
En Norteamérica colonial el Día de Acción de Gracias se celebraba en diferentes formas. Pero el 26 de noviembre de 1789, George Washington, el primer Presidente de la República, proclamó un día para dar gracias a Dios por todo lo que Dios había hecho en ir forjando a las colonias a través de pruebas enormes; el día se estableció como día festivo oficial.
George Washington era un estudiante disciplinado de las Escrituras bíblicas. Sin duda él sabía en su corazón que Estados Unidos sólo podía ser bendecido si reconocía la única fuente de todas las bendiciones.
La que sigue es su proclamación del 3 de octubre de 1789:
“Considerando que es el deber de todas las Naciones reconocer la Providencia de Dios Todopoderoso, para cumplir con Su voluntad, para estar agradecidos por Sus beneficios y suplicar humildemente Su protección y favor y Considerando que ambas Cámaras del Congreso, por Comisión, me solicitaron recomendar al pueblo de los Estados Unidos un día de acción de gracias y oración pública, para ser observado con corazones agradecidos por los muchos favores del Dios Todopoderoso, especialmente por ofrecernos una oportunidad de establecer pacíficamente una forma de Gobierno para la seguridad y la felicidad.
Ahora, por lo tanto, hago recomendar y asignar el jueves 26 de noviembre próximo, a los ciudadanos de estos estados para dedicarse al servicio de ese gran y glorioso Ser, que es el autor bondadoso de todo lo bueno que era, que es y que será; que nos podamos todos unir en entregar a Él nuestro agradecimiento sincero en humildad por sus amables atenciones y protección a los ciudadanos de este país, aun antes de convertirnos en una nación; nos mostró Sus misericordias múltiples únicas y el favor de Su Providencia en darnos valor para concluir la guerra; para obtener el alto grado de tranquilidad, la unidad y lo mucho que desde entonces hemos disfrutado; por la forma racional y pacífica en la que hemos sido habilitados para establecer las Constituciones de Gobierno para nuestra seguridad y felicidad y, particularmente, la nacional que ha sido instituida ahora; para las libertades civiles y religiosas con las que ahora estamos bendecidos y los medios que tenemos de adquirir y difundir conocimientos útiles y, en general, para todos los grandes y múltiples favores que Él se ha complacido conferir sobre nosotros.
También, que nos podamos unir la mayoría humildemente ofreciendo nuestras oraciones y suplicas al gran Señor y Gobernante de las naciones y suplicarle nos perdone nuestras transgresiones nacionales y demás; que nos ayude, ya sea en instituciones públicas o privadas, a realizar nuestros varios deberes correcta y puntualmente; para entregar nuestro Gobierno nacional a la gente y que sea de bendición a todas las personas, al ser consistentemente un Gobierno de leyes sabias, justas y constitucionales, ejecutadas discreta y fielmente para que sean de bendición; para proteger y guiar a todos los soberanos y a las naciones (especialmente a los que nos han demostrado bondad) y que sean bendecidos con buenos gobiernos, paz y armonía; para promover el conocimiento y la práctica de la verdadera religión, la virtud y el aumento de la ciencia, entre ellos y nosotros y, en general, conceder a todos los humanos un grado de prosperidad temporal como sólo Él considere mejor”.
Considera la proclamación de Washington y evalúa lo que está sucediendo hoy en Estados Unidos. Nota lo que los funcionarios del Gobierno han hecho caso omiso de los antecedentes históricos de esta nación, cómo han pisoteado la Biblia, la Declaración de Independencia, la Constitución y la Carta de derechos humanos.
Conviene también que consideremos porciones de la proclamación de Acción de Gracias de Abraham Lincoln, el 3 de octubre de 1863, en un momento en el que había devastación y gran pérdida de vidas, resultando en miles de viudas y huérfanos dispersos por todos lados como resultado de la guerra entre los estados. Lincoln reconoció que, a pesar de esta terrible situación, la nación estaba avanzando con el crecimiento y prosperidad, no cometió el error de atribuir esto al ingenio americano:
«Ninguna mano mortal, ningún abogado humano ha ideado ni ha trabajado estas grandes cosas. Son los regalos de gracia del Dios Altísimo, que, no obstante nos castiga con Su ira por nuestros pecados, se ha acordado de Su misericordia.
Me parece oportuno y adecuado que solemne, reverentemente y con agradecimiento el pueblo estadounidense reconozca como con un solo corazón y a una voz la bondad de nuestro Dios. Invito, por lo tanto a mis conciudadanos en cada parte de los Estados Unidos y también aquellos que viajan en el mar y aquellos que viven en tierras extranjeras, distingan y observen el ultimo jueves de noviembre próximo, como un Día de Acción de Gracias y alabanza a nuestro Padre bondadoso que mora en los Cielos. Y recomiendo que mientras ofrezcan lo indicado por Sus grandes y singulares bendiciones, hagan también humilde penitencia por nuestra perversión nacional y desobediencia, para que cuide de todas las que se han convertido en viudas y a los huérfanos, a los padres y a las personas que padecen en lamentables disturbios civiles inevitables y suplico fervientemente la intervención de la mano Omnipotente para curar las heridas de la nación y para restaurarla tan pronto como puede ser afín con los propósitos divinos al máximo se disfrute de la paz, la armonía, la tranquilidad y la unión».
En 1941, mientras la Segunda Guerra Mundial estaba en su apogeo, el Congreso de Estados Unidos estableció el cuarto jueves de noviembre como día para que los ciudadanos dieran gracias a Dios. Mirar a tu alrededor, 69 años más tarde tenemos una nación muy diferente, tan diferente que incluso los Padres Fundadores no podrían reconocer ni podrían prever que vendría a esto. Una nación que ha destruido la mayor parte del fundamento original, que mata a los más indefensos e inocentes de todos los seres humanos, en el vientre de la madre (más de cincuenta millones y se sigue contando), un gobierno degenerado, anárquico, grande que está tan cerca de quitar la libertad y la libre empresa, la corrupción está en grande a todos los niveles y la lista de perversión no deja de crecer. En lugar de ser el modelo para otras naciones, parece que muchos de los ciudadanos de Estados Unidos están dispuestos a ser como el resto de las naciones del mundo.
Nuestros síntomas nacionales revelan que tenemos un liderazgo cristiano muy débil haciendo proclamaciones que no llegan a nada más que felicitarse a sí mismos por hacerlas. Estos líderes no se dan cuenta que tratan los males aberrantes con guantes blancos cuando la nación lo que necesita es el mensaje que Lincoln reconoció que Dios estaba tratando con nosotros a través de Su ira por nuestros pecados.
Que este Día de Acción de Gracias nos permita reconocer que América se encuentra en un cruce como nunca en su historia, que nosotros nos humillemos ante Dios y oremos por la salvación de la nación para que Dios no derrame sobre nosotros la plenitud de Su ira. Nunca nos olvidemos de qué se trata el Día de Acción de Gracias.