Rissa Arias

Ramon Arias | 25 de febrero de 2013

En mi tiempo de vida, y conforme sigo investigando en la historia, he visto un patrón que se repite muchas veces, es decir que las sociedades cambian una forma de gobierno tiránico por otro.

El cambio es un proceso. Al comienzo de una toma de posesión del gobierno tiránico, los líderes se levantan en armas y llenan a sus naciones con discursos y escritos de los males de la forma de gobierno existente; ganan el respeto y el apoyo de una población altamente oprimida que está gimiendo. Ellos toman armas, pagan un precio muy alto con una enorme pérdida de vidas y devastación, y una vez que se logre la victoria sus esperanzas están en alto y sus corazones están llenos de alegría y felicidad para un futuro deseado de estabilidad, progreso y libertad. Al poco rato se enteran de que los líderes políticos y militares abandonaron su visión de una gran sociedad. Una vez que están en control, caen como presa de los mismos males y la historia repite este ciclo sin fin.

Las ideas malvadas jamás producirán buenos resultados. ¡Imposible! Esto es similar a sembrar árboles de naranjas, pero se espera cosechar manzanas.

Como estudiante de por vida de la historia humana y su desarrollo social, encuentro un patrón distinguible: todas las naciones e imperios, con la excepción de dos, siguen las mismas ideologías y aunque aparenten ser diferentes, la raíz es la misma. Los dos que han sido diferentes en su nacimiento como naciones son el Israel antiguo y los Estados Unidos de América. De estos dos, Israel fue destruido y los Estados Unidos de América va en camino a su colapso si no hay un cambio inmediato. La única esperanza de los Estados Unidos es un regreso a su fundación original.

Los Padres Fundadores entendieron lo que la mayoría de los políticos y los ciudadanos no pueden, si el hombre centraliza el poder para gobernar a la sociedad, esto pronto corrompe todo y provocará el fallecimiento de esa nación. Thomas Jefferson en 1821, dijo:

«Washington como el centro de todo el poder, dejará sin autoridad a los controles proporcionados . . . y [este] va a ser tan corrupto y opresivo como el gobierno del que nos separamos».

¿Ha corregido Estados Unidos este problema? No, al contrario, lo ha hecho mucho más grande. ¡Ahora tenemos servidores públicos convertidos en pequeños dioses! ¿Quién los hizo dioses? ¡El pueblo! La historia ha desmentido el mito del hombre convirtiéndose en dios. 

El gobierno de Estados Unidos nació sometido a la gente, y la gente tenía que gobernarse a sí misma bajo la ley moral de Dios. La perspectiva bíblica es la única revelación verdadera para entender todo de la vida y el mundo. No puede haber un gobierno civil justo sin personas que vivan vidas rectas, virtuosas y libres. Esto es exactamente lo que John Adams escribió.

Por favor, lee y vuelva a leer la carta de Adams a continuación. Sobre todo, analiza y estudia la sección que he resaltado en negritas. Compáralo con nuestros tiempos y prepara tu corazón y mente para comprender los valores que construyeron a Estados Unidos. Después, haz planes para hacer tu parte en restaurar al país y dejar un legado para esta y futuras generaciones.

A LOS OFICIALES DE LA PRIMERA BRIGADA DE LA TERCERA DIVISION DE LA MILICIA DE MASSACHUSETTS

11 de octubre de 1798

CABALLEROS

He recibido del Teniente General Hull y del Brigadier General Walker sus conductas unánimes de Lexington, animadas con un espíritu marcial, y expresadas con una dignidad militar favoreciendo a su carácter y las llanuras memorables en las que se adoptó. Mientras que nuestro país sigue sin contaminarse con los principios y las costumbres que ahora están produciendo desolación en tantas partes del mundo; mientras ella continúe sincera, e incapaz de política insidiosa e impía, tendremos la razón más fuerte para regocijar en el destino local que la Providencia nos asignó. Pero si el pueblo de Estados Unidos una vez que sean capaces de esa simulación profunda hacia otros, y hacia las naciones extranjeras, que asume el lenguaje de la justicia y la moderación mientras está practicando la maldad y la extravagancia, y muestra de la manera más cautivante las imágenes encantadoras de honestidad, franqueza y sinceridad, mientras alborota en la rapiña y la insolencia, este país será la morada más miserable en el mundo; porque no tenemos gobierno armado con poder capaz de contender con las pasiones humanas desenfrenadas por la moralidad y la religión. La avaricia, la ambición, la venganza o la galantería, romperían las cuerdas más fuertes de nuestra Constitución como una ballena pasa por una red. Nuestra Constitución fue hecha sólo para un pueblo moral y religioso. Es totalmente inadecuada al gobierno de cualquier otro.

Un comunicado de los oficiales al mando de dos mil ochocientos hombres, que consiste de tales ciudadanos sustanciales como puedan y quieran completamente a su propio costo para armar y vestirse con uniformes espléndidos, hace honor a esa división de la milicia, que ha hecho tanto honor a su país. Juramentos en este país son aún universalmente considerados como obligaciones sagradas. Eso, el cual tomaron y tan solemnemente repitieron en ese lugar venerable, es un amplio compromiso de su sinceridad y devoción a su país y su gobierno.[1] – John Adams

“La justicia engrandece a la nación, pero el pecado es la deshonra de cualquier pueblo”. (Proverbios 14:34)

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