Ramón Arias | 2 de marzo de 2015
Las personas se sorprenden por el mal que está abrumando a esta nación y al mundo. No se pueden negar los crecientes horrores del mal; sin embargo, si la gente supiera un poco acerca de la historia no debería estar sorprendida por los males con los que estamos plagados.
¿Todavía te suscribes a la idea de que los humanos nacen intrínsecamente buenos? Si es así, debes ver algunos de los videos de la conducta de los bebés que revelan el lado feo de la conducta humana. Aprenderás cómo los bebés, incluso los niños pequeños y lindos, se inclinan a hacer el mal a pesar de que todavía están en la «edad de la inocencia».
Hace dos años, el 14 de enero de 2013, la BBC publicó un artículo de Tom Stafford titulado, «¿Somos naturalmente buenos o malos?» Él hace los siguientes comentarios:
«Fundamentalmente, ¿son los seres humanos buenos o malos? Es una pregunta que en repetidas ocasiones se le ha hecho a toda la humanidad. Durante miles de años, los filósofos han debatido si tenemos básicamente una buena naturaleza que está corrompida por la sociedad, o tenemos una naturaleza básicamente mala que se mantiene bajo control por la sociedad. La psicología ha descubierto algunas pruebas, lo que podría dar al viejo debate una perspectiva distinta.
Una manera de preguntarnos acerca de nuestras características más fundamentales es observando a los bebés. Las mentes de los bebés son un escaparate maravilloso para contemplar la naturaleza humana. Los bebés son seres humanos con la mínima influencia cultural – no tienen muchos amigos, nunca han ido a la escuela y no han leído ningún libro. Ni siquiera pueden controlar sus propias entrañas, y mucho menos hablan el idioma, por lo tanto, sus mentes están lo más cerca a la inocencia que una mente humana puede estar.
Afortunadamente, no necesariamente se tiene que hablar para revelar las opiniones. Los bebés estrechan las manos para alcanzar las cosas que quieren o que les gusta, y ellos tienden a fijar la mirada más tiempo en cosas que les llaman la atención. Ingeniosos experimentos llevados a cabo en la Universidad de Yale en los EE.UU. utilizan estas medidas para observar a las mentes de los bebés. Sus resultados sugieren que incluso los seres humanos más pequeños tienen un sentido del bien y del mal, y, además, un instinto que prefieren el bien sobre el mal». 1
Ante estos resultados, son anulados los argumentos de haber nacido inherentemente buenos o el argumento que culpa a las condiciones culturales sociales. A menos que aceptemos la realidad de la naturaleza humana y su dicotomía, vamos a seguir siendo decepcionados por aquellos de los cuales solo se espera nada más lo bueno.
Por miles de años, la razón que los filósofos han hecho la pregunta si los seres humanos son buenos o malos se debe al resultado de las malas decisiones de las personas y de su incapacidad para vivir en armonía con los demás. Hemos visto al fuerte doblegar al débil y obligarlo a cumplir con las ideas y la cultura del conquistador. A las personas se les puede esclavizar por un tiempo, pero no para siempre. La capacidad de discernir el bien del mal está dentro de los seres humanos, a pesar de que no sepan cómo lograr consistentemente una vida transformacional para permanecer en buen estado. Los seres humanos quieren lo que es bueno aunque tengan que hacer el mal para obtener su concepto de lo que es bueno, y esto es donde siempre ha estado la raíz del problema. ¿Quién define lo que es bueno y lo que es malo?
Los padres de la raza humana, Adán y Eva, fueron creados perfectos, es decir, hasta que la madre Eva decidió rebelarse contra el mandamiento de Dios. Satanás, a través de la serpiente, convenció a Eva que ella no tenía ninguna necesidad de obedecer a la palabra hablada de Dios y que podía ser su propio dios para determinar lo que es bueno y lo que es malo. Y, henos aquí.
En el momento de la concepción de una vida humana, el pecado se introduce como parte inherente de nuestra naturaleza, porque heredamos el pecado original. Esta es una de las razones que el rey David dijo: “Pues soy pecador de nacimiento, así es, desde el momento en que me concibió mi madre” (Salmo 51:5). David admitió abiertamente este hecho después de que el profeta, quien le reveló su adulterio y el asesinato del marido de Betsabé y otros junto con él, lo confrontó.
El rey David era un hombre conforme al corazón de Dios, pero aun así abrió su corazón y decidió rebelarse contra la ley moral de Dios. David sufrió las consecuencias de sus pecados, a pesar de que Dios aceptó su arrepentimiento.
Sólo hay una manera de superar nuestra dicotomía, y eso es por la manera de Dios a través de su provisión en Cristo Jesús. Pablo escribió lo siguiente:
“¡Soy un pobre desgraciado! ¿Quién me libertará de esta vida dominada por el pecado y la muerte? ¡Gracias a Dios! La respuesta está en Jesucristo nuestro Señor. Así que ya ven: en mi mente de verdad quiero obedecer la ley de Dios, pero a causa de mi naturaleza pecaminosa, soy esclavo del pecado. Por lo tanto, ya no hay condenación para los que pertenecen a Cristo Jesús; y porque ustedes pertenecen a él, el poder del Espíritu que da vida los ha libertado del poder del pecado, que lleva a la muerte” (Romanos 7:24-25, 8:1-2).
¿Tienen remedio nuestros problemas monumentales? La respuesta es no y sí. No, porque no podemos arreglar nuestros problemas sociales si seguimos ignorando la raíz del problema que está en la naturaleza pecaminosa de la humanidad. Y sí, porque podemos solucionar nuestros problemas sociales cuando reconocemos lo terrible de la naturaleza pecaminosa, individual y colectiva. Hace 2000 años Juan, el discípulo de Cristo, escribió:
“Sin embargo, cuando alguien sigue pecando, demuestra que pertenece al diablo, el cual peca desde el principio; pero el Hijo de Dios vino para destruir las obras del diablo. Los que han nacido en la familia de Dios no se caracterizan por practicar el pecado, porque la vida de Dios está en ellos. Así que no pueden seguir pecando, porque son hijos de Dios. Por lo tanto, podemos identificar quiénes son hijos de Dios y quiénes son hijos del diablo. Todo el que no se conduce con rectitud y no ama a los creyentes no pertenece a Dios” (1 Juan 3:8-10).
Dios hizo provisiones para que podamos destruir nuestra dicotomía y superar nuestra naturaleza pecaminosa. ¿Qué futuro podemos esperar para la nación? Se determinará por las decisiones que esta generación haga. Yo te animo a no esperar a que otros hagan lo que tú estás llamado a hacer.
Oremos diariamente por la Reforma bíblica para que el pueblo de Dios se levante a brillar para que otros pueden ser atraídos a la salvación y el señorío de Cristo, esta es nuestra única esperanza y la esperanza para las futuras generaciones.
Permíteme dejarte con las siguientes reflexiones de Thomas Jefferson:
«La experiencia ha demostrado que, incluso en las mejores formas de gobierno los encargados del poder, con en el tiempo, y a través de operaciones lentas, se han pervertido hacia la tiranía».
«¿Quieres saber quién eres? No preguntes. ¡Actúa! La acción te delineará y definirá”.