Rissa Arias

Ramón Arias | 29 de junio de 2015

Dos días seguidos, la Corte Suprema de los Estados Unidos, por mayoría de votos, actuó en contra de la Declaración de Independencia, la Constitución y la estructura misma de la cultura cristiana de la nación. 

La decisión del viernes pasado de cinco jueces vestidos con togas negras redefinió al matrimonio, la familia y el futuro cultural de Estados Unidos de América. Su agenda para transformar fundamentalmente a la nación lleva su curso previsto en obediencia a los autores intelectuales.

A estas alturas ya debes estar consciente de la reacción en contra de la sentencia totalitaria de estos cinco jueces vestidos de túnicas negras llamados «Los Supremos». Vamos a seguir escuchando y leyendo sobre esta ley vergonzosa hecha por el hombre, y a pesar de que es una farsa, con el tiempo será aplicada con todo el rigor para destruir a los cristianos no conformes. Los activistas homosexuales no se detendrán ante nada y están muy contentos con esta decisión; ellos cooperarán con sus maestros que los están manipulando para lograr el objetivo de exterminar el cristianismo bíblico. No, no estoy exagerando; dos mil años de historia están de mi lado desde que el cristianismo se convirtió en una fuerza a tener en cuenta en las naciones.

Para los verdaderos cristianos en Estados Unidos, las preguntas se harán más evidentes: ¿de qué lado están del lado del Dios de la Biblia o del lado del hombre? Será mejor que lo creas que este es el momento para definir en dónde radica nuestra lealtad.

Mi siguiente afirmación puede sorprender cuando digo que debemos darle la bienvenida a esta batalla y aceptar con humildad y sabiduría, porque ya era hora. Estados Unidos y el mundo no necesitan de los CINOs [Christians in name only — cristianos sólo de nombre]; históricamente, sólo sirven a los amos de la oscuridad. Una vez más, no estoy inventando esto, dos mil años de cristianismo me dice que así es. Así que, anímate y ponte toda la armadura de Dios, la batalla va a enfurecerse, pero no debemos ser controlados por el miedo o la cobardía. Tampoco debemos correr a escondernos para protegernos esperando a que Jesús venga a rescatarnos de todo esto, o adormilados ser llevados a la masacre sencillamente porque los maestros de la oscuridad lo dicen.

Tenemos que darle un buen vistazo a la carta de Pablo donde ofrece ánimo a los cristianos de Éfeso que estaban bajo el Imperio Romano:

“Por lo demás, fortalézcanse en el Señor y en el poder de su fuerza.  Revístanse con toda la armadura de Dios para que puedan estar firmes contra las insidias del diablo. Porque nuestra lucha no es contra sangre y carne, sino contra principados, contra potestades, contra los poderes (gobernantes) de este mundo de tinieblas, contra las fuerzas espirituales de maldad en las regiones celestes. Por tanto, tomen toda la armadura de Dios, para que puedan resistir en el día malo, y habiéndolo hecho todo, estar firmes. Estén, pues, firmes, ceñida su cintura con la verdad, revestidos con la coraza de la justicia, y calzados los pies con la preparación para anunciar el evangelio de la paz. Sobre todo, tomen el escudo de la fe con el que podrán apagar todos los dardos encendidos del maligno. Tomen también el casco de la salvación, y la espada del Espíritu que es la palabra de Dios. Con toda oración y súplica oren en todo tiempo en el Espíritu, y así, velen con toda perseverancia y súplica por todos los santos.” (Efesios 6:10-18)

Los primeros seguidores de Cristo, (no sólo en referencia a los apóstoles), enfrentaron al Estado romano poderoso, así como la persecución de los judíos por haber abrazado al Mesías, Jesucristo.

Desde el día de Pentecostés, los discípulos de Cristo están equipados para enfrentar el reino de los hombres y salir victoriosos. Aquellos de nosotros que hemos experimentado esto en muchos países con diferentes culturas antagónicas contra la soberanía de Dios, podemos dar testimonio de la realidad de la fuerza de Dios frente al peligro mortal. El compartir las Buenas Nuevas del Reino de Dios a veces viene con la confrontación como los cristianos que están siendo masacrados por los islamistas en el Medio Oriente; esto nos lo trae a la memoria. Hay otros en muchas partes del mundo donde la batalla contra el cristianismo es un hecho muy real. (Lee 1 Pedro 6:6-9).

A medida que «celebres» el cuatro de julio, debes recordar lo que ocurrió hace 239 años, cuando los Patriotas cristianos de las Colonias se hartaron y dijeron basta a la tiranía de la monarquía. En 1776, con la excepción de una pequeña población judía, la mayoría de las colonias se identificaban como cristianas; aproximadamente el 98 por ciento eran protestantes y el 1.9 por ciento eran católicos romanos.[1]

Los púlpitos coloniales, que guiaron hacia la Guerra de la Independencia, estaban definidos y determinados.

Con estas estadísticas no se tiene que ser genio para darse cuenta de que la Declaración de Independencia, que fue producida por el Congreso Continental durante la lucha por la independencia, hizo sus convicciones bíblicas claras al proclamar:

«Sostenemos como evidentes por sí mismas dichas verdades: que todos los hombres son creados iguales; que son dotados por su Creador de ciertos derechos inalienables; que entre estos están la vida, la libertad y la búsqueda de la felicidad». Hacen referencias en el texto acerca de «las leyes de la naturaleza y del Dios de la naturaleza», e inician su discurso de clausura «apelando al Juez Supremo del universo» seguido por la afirmación de los firmantes de su «confianza en la protección de la Divina Providencia».

La separación de Iglesia y el Estado, como se promueve en nuestros tiempos era inconcebible en sus mentes. La promoción de la perversión histórica de opciones homosexuales, y mucho menos el matrimonio entre personas del mismo sexo y el apoyo a tantas ideas contrarias a la ley moral bíblica, habría sido imposible. Los británicos bautizaron a los pastores de la época como, «El Regimiento con túnicas negras» quiénes eran los principales maestros y motivadores con la visión bíblica de la política de reforma para declarar su independencia de Inglaterra. Incluso el rey Jorge, se dice, hizo referencia a la Guerra de Independencia como «una rebelión presbiteriana». El comandante británico Harry Rooke estuvo acertado en gran medida cuando confiscó un libro supuestamente calvinista de un prisionero americano y comentó: «[e]s tu maldita Religión de este País que arruina al País; Maldita sea tu religión».[2,3,4]

Una vez más, los cristianos y los púlpitos de Estados Unidos podrían beneficiarse enormemente de la lectura de la riqueza que se encuentra en los sermones de los pastores del Regimiento con túnicas negras. Tu no encontrarás mensajes para satisfacer los oídos con comezón de los CINO’s. Más bien, encontrarás las enseñanzas bíblicas sólidas para preservar la libertad dada por Dios Todopoderoso contra todos los enemigos.

En el Recordatorio de la Corte Suprema para el 4 de julio a la cristianad estadounidense es este: la sociedad no bíblica y el gobierno te desprecian. Aunque sus antepasados de 1620 trajeron la cosmovisión bíblica, están en contra de su memoria y desafían al Todopoderoso. Los van a encadenar, esclavizar, y a enterrar.

Ahora escucha la respuesta del Todopoderoso, Dueño y Soberano del cielo y la tierra:

“Pero el que gobierna en el cielo se ríe; el Señor se burla de ellos” (Salmos 2:4).

Muy bien, hijo de Dios, ahora sabes sin duda alguna que estamos en guerra. Seamos sabios, fuertes y valientes (Josué 1:6-9), y proclamemos las Buenas Nuevas del Reino de nuestro Dios y Su Cristo, el único y verdadero Salvador de la humanidad. Vamos a arremangarnos y a ponernos a dar una buena pelea que tenemos ante nosotros sabiendo en qué nombre hemos creído y quién nos lleva hacia adelante.

 “No te pido que los saques del mundo, sino que los protejas del mal” (Juan 17:15). 

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