¿Se nos ha olvidado Quién es el dueño de la Tierra?

por Ramon Arias 

Necesitamos respirar aire fresco. Por supuesto que lo digo en sentido figurado, aunque en ciertas ciudades del mundo es literal. Nos estamos sofocando, no por falta de aire, sino por las ideas erróneas que tenemos acerca de cómo debe ser la vida y el mundo en el que vivimos. Como raza humana somos bastante “cómicos”, ¿en qué sentido? en creer que somos los que controlamos el destino de la vida y del mundo; en creer que somos dueños de la vida y de todo lo que tenemos, como posesiones. Haríamos bien en dar un paseo por el cementerio para recordar que sólo estamos de paso y que no hay absolutamente nada que pueda detenerlo indefinidamente, que ése es el lugar en el que nuestro cuerpo físico terminará, claro que entiendo que puede terminar en muchos otros lugares, pero terminará de funcionar en esta vida.

Por siglos el hombre ha soñado con ser el dueño absoluto del mundo, los medios que ha usado para lograrlo han sido de los más crueles y despiadados. Se han llevado coaliciones para lograr dominar al mundo y han fracasado. Los hombres sueñan con usar el poder económico y militar para dominar el mundo y han fracasado. La mayoría de quienes conforman las Naciones Unidas sueñan con llevar a cabo un gobierno mundial, pero sólo será eso, un sueño inalcanzable. 

Si le preguntas a los cristianos, ¿Quién es el dueño del mundo?, la mayoría contesta que Satanás y por esa razón la condición humana se encuentra en caos. Afirman que este caos social y ecológico continuará hasta que Jesucristo regrese a arreglar todas las situaciones. Ambas percepciones están equivocadas. En primer lugar, Satanás no es el dios de este mundo y cuando Pablo escribió: “El dios de este mundo ha cegado la mente de estos incrédulos, para que no vean la luz del glorioso evangelio de Cristo, el cual es la imagen de Dios”, (2 Corintios 4:4), la palabra griega que utiliza para mundo es aion y se traduce de manera correcta “época”, en referencia a un período de tiempo y no al mundo material. Para quien se resista creerlo, permíteme hacerte una pregunta: ¿tu estómago es un dios? Espero que inteligentemente contestes con un contundente no, sin embargo, Pablo dice que el estómago se convierte en un dios (Filipenses 3:19). Satanás no es dios, nunca ha sido y nunca lo será, no tiene la naturaleza ni los atributos de Dios que son Omnisciencia, Omnipotencia y Omnipresencia.  A través de la historia, el ser humano ha construido ídolos que cree que tienen poderes sobrenaturales para favorecerlo y estos ídolos, al igual que Satanás, no son dioses que ayuden al humano y un vistazo rápido a los siguientes pasajes nos lo confirman (Gálatas 4:8; Deuteronomio 32:17; Salmos 96:5; Isaías 44:9-20; 1 Corintios 8:4; 10:20). Jesús nos dejó una excelente descripción de la verdadera naturaleza de Satanás, es un mentiroso y padre de las mentiras (Juan 8:44). El hecho de que Satanás se proyecte como un dios, no hace que lo sea, de la misma manera que no porque una persona diga que es marciana lo es.

Toda persona que está en rebelión en contra del verdadero Dios y de Su plan ético moral automáticamente está afiliada con el autor de la rebelión que es Satanás. Todo cristiano debería tener en cuenta que ser hijos de Dios no es un nombre como con el que nos registraron nuestros padres y se nos identifica ante la sociedad. Ser hijos de Dios, más que un nombre, es una manifestación de cualidades otorgadas que reflejan exactamente la naturaleza divina de Dios Padre. 

Haríamos bien en prestar mucha atención a la reprensión que Jesús les hizo a los israelitas, quienes se consideraban hijos de Dios porque había nacido en una nación escogida por parte de Dios, era la única nación que tenía la revelación escrita del Dios verdadero, desde niños eran educados en las Escrituras que les revelaban la Ley de Dios, conocían de los profetas y eran conocedores de su historia como nación única entre las naciones. A pesar de esto, Jesús los tuvo que ubicar, despertar del engaño, al decirles: “Ustedes son de su padre, el diablo, cuyos deseos quieren cumplir. Desde el principio éste ha sido un asesino, y no se mantiene en la verdad, porque no hay verdad en él. Cuando miente, expresa su propia naturaleza, porque es un mentiroso. ¡Es el padre de la mentira!” (Juan 8:44).

¿Por qué fue tan severo Jesús al señalarles que eran hijos del diablo y no de Dios? Porque no obedecían lo establecido por parte de Dios y lo reflejaban en su vida y en su sociedad, rechazaron a Jesús no sólo en Su mensaje, sino a Su persona (Juan 8:31-46). También les afirmó lo siguiente: “El que es de Dios escucha lo que Dios dice. Pero ustedes no escuchan, porque no son de Dios” (Juan 8:47).  

Una persona no regenerada en su corazón y mente, sirve a Satanás como si fuera su dios. Aunque muchos viven con la falsa creencia que con sólo rechazar a Dios quedan inmunes y no están sujetos al gobierno ético moral que está establecido por Él, esto no los hace escapar de la justicia del verdadero Dios. Sólo existe una verdad absoluta y cualquiera otra alternativa es una mentira. Sólo hay un Dios verdadero del Universo y cualquier otro concepto que el hombre adore y sirva es un dios falso.

Todo cristiano debe dejar de ver a Satanás como el dios de este mundo y reconocer lo que es: un ser destruido y su único poder es el de la mentira, que, por cierto, es muy destructiva y le complace enormemente que cualquiera crea sus mentiras. No hay que darle ni credibilidad ni autoridad sobre la realidad de la vida y del mundo. Una vez más la iglesia debe reconocer, exaltar y dar a conocer que Jesús tiene toda autoridad en el Cielo y en la Tierra y esa autoridad está delegada a sus seguidores (Mateo 28:18).

La iglesia también tiene que reconsiderar su perspectiva de los últimos tiempos y amar la Palabra de Dios al grado de no cuestionar la integridad de su contenido y de su aplicación para traer la transformación no sólo del ser humano, sino de toda la cultura. La advertencia que Pablo le dijo a Timoteo tiene validez para nuestros tiempos: “El Espíritu dice claramente que, en los últimos tiempos, algunos abandonarán la fe para seguir a inspiraciones engañosas y doctrinas diabólicas. Tales enseñanzas provienen de embusteros hipócritas, que tienen la conciencia encallecida. Prohíben el matrimonio y no permiten comer ciertos alimentos que Dios ha creado para que los creyentes, conocedores de la verdad, los coman con acción de gracias. Todo lo que Dios ha creado es bueno, y nada es despreciable si se recibe con acción de gracias”, (1 Timoteo 4:1-4).  

Si la iglesia de Jesucristo no ocupa el lugar legítimo que Dios le ha dado como sal y luz de la Tierra, otras religiones, filosofías e ideologías ocuparán el espacio y la dominarán. Todo verdadero cristiano debe ocupar su mente, su energía y su dinero, no en especulaciones ni escenarios catastróficos de los cuales cree que va a ser rescatado, sino en cumplir las órdenes de establecer el Reino de Dios aquí en la Tierra como es en el Cielo. 

Después de todo, ¿a quién le vamos a creer?, ¿a los teólogos y su falsa percepción de la voluntad de Dios para la Tierra o al que establece la verdad inmutable? ¿Qué tipo de personas reflejarían mejor la voluntad de Dios, quienes le obedecen o quienes desobedecen? ¿A quién debemos creerle cómo debe ser el orden de la vida y del mundo, al hombre o a Dios? ¿A qué dueño de algún negocio que sea sensato le agrada el desorden y la desgracia en su empresa o negocio? Entonces, ¿qué le trae mayor gloria a Dios?, ¿una Tierra en orden o en desorden?

“Del Señor es la tierra y todo cuanto hay en ella, el mundo y cuantos lo habitan”, (Salmos 24:1).