Sólo hay una Autoridad Superior

Ramón Arias | 2 de noviembre de 2015

El Juez de la Corte Suprema de Estados Unidos Anthony M. Kennedy, quien es considerado un moderado, fue un orador invitado a la Escuela de Derecho de Harvard, según informó LifeSiteNews, y un estudiante le preguntó si “los funcionarios del gobierno que no están de acuerdo con las decisiones de la Corte Suprema sobre el matrimonio homosexual, o el aborto, tienen el derecho constitucional de actuar de acuerdo a sus creencias morales sinceras”.

Kennedy respondió: «no, no tienen el derecho de negarse a cumplir con la ley».

El artículo continúa diciendo que, Kennedy, en defensa de su declaración, citó que bajo el gobierno del Tercer Reich de Adolfo Hitler, sólo tres jueces renunciaron. Él complementó su declaración reconociendo que los cristianos se enfrentan a decisiones difíciles en «la aplicación de una ley que ellos creen que es una cuestión moral difícil y moralmente corrupta». «Sin embargo, la ley es que, como funcionario público, en el desempeño de sus deberes legales, están obligados a cumplir la ley».

Sí, él realmente dijo eso. Esto no es una broma. No sólo se le está pidiendo a los funcionarios públicos que olviden su moralidad cristiana, también has de saber que los negocios de cristianos son perseguidos por su propio gobierno. Se les está obligando a someterse a la definición del hombre de lo que es moral con total desprecio por la ley moral de Dios, que es el fundamento de esta nación. 

El que Kennedy utilice las leyes del gobierno de Hitler como la base para las nuevas leyes en los Estados Unidos, y obligar a nuestra sociedad a someterse a leyes inmorales, debe ser una llamada de atención definitiva para que se adopten las medidas necesarias para unirse a los que realmente entienden lo que está destruyendo a la nación.

¿Estaba el juez Kennedy comparando el gobierno de Estados Unidos con el Tercer Reich? Habrá quienes querrán reinterpretar su declaración, pero el juez ya se delató.  Esto está sucediendo no sólo en el nivel de la Corte Suprema de Estados Unidos, sino también en los otros dos poderes del Estado. Sin el conocimiento de la mayoría de la gente, esto ha estado sucediendo durante un poco más de 200 años.

¿Ha estudiado el juez Kennedy alguna vez la vida y las acciones de John Jay? Si no lo ha hecho, lo debería hacer. Jay era un fundador, firmante del Tratado de París, segundo gobernador de Nueva York, y el Primer Presidente del Tribunal Supremo de la Corte Suprema de los Estados Unidos. En una carta a Peter Augustus Jay, en 1784, dijo lo siguiente sobre el cristianismo y la moral:

«La Biblia es el mejor de todos los libros, porque es la palabra de Dios y nos enseña la manera de ser feliz en este mundo y en el próximo. Por lo tanto, continúa leyéndola y regula tu vida por sus preceptos».

En su testamento escribió:

«A Aquel que es el autor y dador de todo bien, rindo sincera y humilde gratitud por Sus múltiples bendiciones inmerecidas, y sobre todo por nuestra redención y la salvación por medio de Su amado Hijo. A Él le ha complacido bendecirme con excelentes padres, con una esposa virtuosa, y con hijos dignos. Su protección me ha acompañado a través de muchos años llenos de acontecimientos, fielmente empleadas al servicio de mi país; Su providencia no sólo me ha conducido a esta situación tranquila, pero también me ha dado abundantes razones para estar contento y agradecido. ¡Bendito sea su santo nombre!» 

¿Tiene el “juez” Kennedy algún conocimiento acerca de los Juicios de Núremberg? Si no lo tiene, debería estudiarlos. Los procedimientos judiciales de Núremberg, y el por qué sucedieron en primer lugar, totalmente desbarata la premisa de Kennedy de confiar en la ley nazi y en decir que todos los estadounidenses deberían someterse a ella. Quienes se benefician mediante la promoción de su estilo de vida inmoral pueden estar muy animados en la aprobación y admiración de leyes tiránicas de Kennedy para detener a los cristianos bíblicos. Ellos también deberían saber y darle un buen vistazo a lo que le sucedió a Alemania por abrazar leyes contrarias a las de Dios. El resultado de la Segunda Guerra Mundial no es nada de que jactarse.

Los Juicios de Núremberg se realizaron por el Tribunal Militar Internacional para el enjuiciamiento y ejecución de los criminales de guerra nazis. Los que fueron ahorcados fueron los últimos de altos mandos de los dirigentes comprometidos con total obediencia en llevar acabo el Reich de mil años para llegar a ser el dominio del mundo. Su defensa fue «que estaban siguiendo la ley». Ellos también creían que todos los que estaban en oposición a el gobierno de Hitler y sus leyes inmorales «no tenía el derecho de negarse a cumplir con la ley» y consiguieron lo que se merecían.

¿Será que el juez Kennedy también cree que los Padres Fundadores estaban equivocados por no someterse a las leyes inmorales del rey Jorge III y el Parlamento Británico? ¿Está diciendo que los firmantes de la Declaración de Independencia se equivocaron y que apelando al «propietario legal del mundo, Gobernante Supremo, Juez y Legislador» también fue un mal acto? Leamos parte de la Declaración de Independencia y veamos si Kennedy está en desacato:

Cuando en el curso de los acontecimientos humanos se hace necesario para un pueblo disolver los vínculos políticos que lo han ligado a otro, y asumir entre los poderes de la tierra, el puesto separado e igual a que las leyes de la naturaleza y del Dios de la naturaleza le dan derecho, un justo respeto al juicio de la humanidad exige que declare las causas que lo impulsan a la separación.

Sostenemos que estas verdades son evidentes: que todos los hombres son creados iguales; que son dotados por su Creador de ciertos derechos inalienables; que entre éstos están la vida, la libertad y la búsqueda de la felicidad. -Que Para garantizar estos derechos, los gobiernos se instituyen entre los hombres, derivando sus justos poderes del consentimiento de los gobernados. -Eso siempre que una forma de gobierno se haga destructora de estos principios, es el derecho del pueblo a reformarlo o abolirlo; e instituir un nuevo gobierno que se funde en dichos principios, y a organizar sus poderes en la forma que a su juicio ofrecerá las mayores probabilidades de alcanzar su seguridad y felicidad. La prudencia, claro está, aconsejará que los gobiernos  antiguamente establecidos no deben cambiarse a la ligera y por causas transitorias; y en efecto, toda la experiencia ha demostrado que la humanidad está más dispuesta a padecer, mientras los males sean tolerables, que a hacerse justicia aboliendo las formas a las que están acostumbrados. Pero cuando una larga serie de abusos y usurpaciones, dirigida invariablemente al mismo objetivo, demuestra el designio de someter bajo un despotismo absoluto, es su derecho, es su deber, derrocar ese gobierno y establecer nuevos resguardos para su futura seguridad.-Tal ha sido el paciente sufrimiento de estas colonias; y tal es ahora la necesidad que las obliga a reformar su anterior sistema de gobierno.

¿Entiende el juez Kennedy el preámbulo de la Constitución?

Nosotros, el Pueblo de los Estados Unidos, a fin de formar una Unión más perfecta, establecer Justicia, afirmar la tranquilidad interior, proveer para la defensa común, promover el bienestar general, y asegurar los beneficios de la libertad para nosotros y nuestra posteridad, ordenamos y establecemos esta Constitución para los Estados Unidos de América.

A finales de 1776, la población que se convertiría en los Estados Unidos de América se componía en un 98% de cristianos protestantes, 1.8% cristianos católicos, y 0.2 del uno por ciento judíos. ¿Crees que tenían en mente dar a luz a una nueva nación contra los absolutos morales de Dios? ¡Por supuesto que no! ¡Es absurdo concebir siquiera que esto sería así!

El 19 de noviembre de 1863, en el Cementerio Nacional de los Soldados en Gettysburg, Pennsylvania, el presidente Abraham Lincoln, terminó su famoso discurso ofreciendo esperanza:

«Que esta nación, bajo Dios, tendrá un nuevo nacimiento de la libertad, y que el gobierno del pueblo, por el pueblo y para el pueblo, no perecerá de la tierra». 

¿Crees que Lincoln estaba hablando de un gobierno regido por los que se creen ser semidioses? Eso no es lo que quería decir en lo más remoto de la imaginación. Sin embargo, debemos tener en cuenta que una nación o pueblo bajo el Dios de la Biblia son los únicos responsables de la forma de gobierno civil y cultura que producen.

Nuestra generación no reconoce la fuente de la declaración final de Lincoln. John Wycliffe (1331-1384) fue un filósofo Inglés, teólogo, predicador laico, traductor y reformador, que enseñó en Oxford, Inglaterra. En el siglo 14 comenzó un movimiento de disidentes de la Iglesia Católica Romana y predicaba la Biblia para llevar a cabo la reforma. Él es uno de los líderes que plantaron las semillas que 100 años más tarde se convirtieron en la Reforma Protestante; a él se le llama La Estrella de la Mañana de la Reforma.

Wycliffe era un defensor de la traducción de la Biblia al idioma Inglés para que todos pudieran leerla y entenderla. En1384, escribió en el prólogo: «Esta Biblia es para el gobierno del pueblo, por el pueblo y para el pueblo». 

George Washington escribió en una carta a Thomas Nelson, en 1778, lo siguiente:

“La mano de la providencia ha sido tan notable en todo esto, que debe ser peor que un infiel el que carece de fe, y más que malvados, los que no tiene gratitud suficiente para reconocer sus obligaciones”.

En su discurso de despedida de 1796, escribió lo siguiente:

“Donde está la seguridad de la propiedad, de la reputación, de la vida, si el sentido de obligación religiosa [bíblica] abandona los juramentos …?

“De todas las disposiciones y hábitos que conducen a la prosperidad política, la religión [el cristianismo bíblico] y la moralidad son soportes indispensables. En vano sería que el hombre reclame el tributo de patriotismo a quienes laboran para subvertir estos grandes pilares de la felicidad humana”.

El juez Anthony M. Kennedy ha escrito muchos fallos que legislan leyes inconstitucionales. ¿Va a renunciar?

La actual Corte Suprema de Estados Unidos está dominada por los cristianos profesantes: John Roberts (Presidente del Tribunal Supremo), Antonio M. Kennedy, Anthony Scalia, Samuel Alito, Sonia Sotomayor y Clarence Thomas, son católicos. Stephen G. Breyer, Elena Kagan y Ruth Bader Ginsburg, son judíos.

¿Qué tienen todos ellos en común? Todos ellos profesan la fe en Dios, el Creador de todas las cosas. La pregunta es, ¿consultan Su ley moral? No si creen que están por encima de la ley de Dios. Tal vez algunos de ellos no creen realmente que van a dar cuenta a la Suprema Corte Celestial ante el Juez Supremo de todo el universo.

Los cristianos bíblicos tienen sólo una Autoridad Superior y no proviene de ningún ser humano, independientemente de su título:

“Pues el Señor es nuestro juez, nuestro legislador y nuestro rey; él cuidará de nosotros y nos salvará.” (Isaías 33:22)

¿Significa esto que debemos rebelarnos abiertamente por el simple hecho de rebelarse? No, significa que hay que reconocer que los hombres están en profunda crisis de su propia creación. Es tiempo para que todos los cristianos profesantes obtengan perfecto conocimiento de la ley moral de Dios, la verdadera historia del cristianismo, Sus planes para esta nación y de un mayor compromiso de proclamar la luz de las Buenas Noticias del Reino de Dios a un mundo perdido en oscuridad profunda. Cada uno de nosotros es responsable de buscar este conocimiento y  debemos determinarnos de desintoxicarnos de la comida chatarra espiritual.

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