Por J. Warner Wallace | 6 de septiembre de 2013
Después de asistir a las universidades del sur de California desde hace nueve años, yo era un ateo comprometido. ¿Acaso mi ateísmo era el resultado de mi destreza y la educación intelectual, o algo más? Un estudio reciente y polémico* parece implicar una correlación directa entre la inteligencia y el ateísmo. Una investigación de 63 estudios de inteligencia y religión de 1928-2012 supuestamente revela lo siguiente: los no creyentes, en promedio, tenían una puntuación más alta que las personas religiosas en las pruebas de inteligencia. Creo que puede, de hecho, haber algo de verdad en este descubrimiento, pero las personas no religiosas deberían titubear antes de comenzar a celebrar. Creo que las personas con mayor coeficiente intelectual pueden estar más inclinadas a rechazar a Dios, no porque sean más capaces de evaluar las pruebas y hacer inferencias razonables, pero debido a que son mucho más propensos a rechazar cualquier autoridad que no sea ellos mismos.
Cuando yo era un niño, mi maestro animó a mi madre para que examinaran mi coeficiente intelectual. Yo tenía sólo seis años de edad, pero todavía puedo recordar la habitación donde se administró la prueba. Cuando todo estaba dicho y hecho, me encontré en clases para «dotados» el resto de mi educación pública. Con el paso de los años, nunca olvidé mi puntuación del examen para medir mi coeficiente intelectual y llegué a pensar de mí mismo como alguien que era demasiado inteligente para creer en seres imaginarios. Cuanto más pensaba que sabía, más me convertí en una persona autosuficiente y estaba menos dispuesto a escuchar lo que otros tenían que decir, especialmente sobre los asuntos relacionados con Dios. Me sentí cómodo como mi propio juez y jurado; mi propia autoridad sobre cualquier número de cosas. Mi percepción de mí mismo como un «hombre inteligente» dio lugar a una actitud arrogante, autosuficiente y autoindulgente hacia la vida.
Creo que no soy la única persona inteligente que ha experimentado esto. Los estudios demuestran reiteradamente la diferencia práctica entre los no creyentes y los religiosos a la hora de la toma de decisiones sabias. Las personas religiosas demuestran de forma consistente la sabiduría sin igual por sus compañeros no creyentes:
Los creyentes toman decisiones más sabias en sus relaciones
Los estudios* revelan repetidamente que los creyentes son más propensos a entrar a una relación completamente entregados, más propensos a tomar decisiones sabias en el matrimonio, disfrutar de una mejor estabilidad marital y permanecen satisfechos en sus matrimonios. Cuando ambos cónyuges participan activamente en sus comunidades religiosas, son más de dos veces menos probables de divorciarse* que las parejas no creyentes.
Los creyentes toman decisiones más sabias en su forma de criar
Las madres y los padres creyentes toman decisiones más sabias como padres. Ellos están más involucrados en las vidas de sus hijos,* participan más en la experiencia educativa* de sus hijos, son más propensos a invertir en las vidas de sus hijos,* y reportan relaciones más fuertes y mejores* con sus hijos.
Los creyentes toman decisiones más sabias relacionadas con la actividad sexual temprana
Cuanto más comprometido sea un creyente en su práctica religiosa, menor será el nivel de la actividad sexual de los adolescentes.* Como resultado, los creyentes comprometidos son de 2 a 3 veces menos probables de tener un hijo fuera del matrimonio.*
Los creyentes toman decisiones más sabias en el uso de alcohol y drogas
Muchos estudios confirman la relación entre la creencia religiosa y la reducción de la probabilidad de abuso de alcohol,* y los investigadores también han establecido una relación similar entre el compromiso religioso y el uso de drogas.* Las personas religiosas tienen mucho menos probabilidad de convertirse en alcohólicos o drogadictos.
Los creyentes toman decisiones más acertadas en la forma en que viven sus vidas
Los creyentes religiosos comprometidos son mucho más propensos a tomar decisiones sabias en su vida personal. Los creyentes, por ejemplo, son menos propensos a cometer actos de violencia* contra sus parejas. Cuanto más comprometidos están con sus creencias religiosas, hay menos probabilidad de que se comporten violentamente. Además, los creyentes reportan que son más felices,* están más satisfechos con sus vidas, y tienen una moral mayor.
Los creyentes toman decisiones más acertadas en cuanto a la educación
Las personas religiosas tienen expectativas académicas más altas, van a la escuela con más regularidad, logran mayores niveles de educación y, en general se desempeñan mejor en su entorno académico.* Los estudios demuestran que el rendimiento académico se ve afectado positivamente por la práctica religiosa.*
Los creyentes toman decisiones más sabias relacionadas con la compasión y la caridad
Los estudios también revelan que los creyentes religiosos son más propensos de mostrar compasión, sentimientos de empatía hacia las personas desfavorecidas que sus contrapartes los no creyentes. Esta compasión elevada motiva a las personas religiosas a ser mucho más caritativos; los creyentes dan mucho más a las organizaciones caritativas* que las personas no religiosas.
Los creyentes toman decisiones más sabias relacionadas con la actividad criminal
También hay una relación directa entre la creencia religiosa comprometida y la actividad criminal.* Los creyentes comprometidos son mucho menos propensos a usar las armas, involucrarse en actividades violentas o cometer otros crímenes delictuosos.
Si los creyentes son mucho menos inteligentes que sus contrapartes los no creyentes, ¿por qué toman decisiones más sabias de manera consistente? Cuando era niño, recuerdo un incidente que parece explicar este fenómeno. Yo no era aún un adolescente, pero desde luego que me consideraba más inteligente que la mayoría de los adultos, y en este día particular, eso incluía a mi madre. Recuerdo haber discutido con ella en una tienda local y en varias ocasiones desafiándola (no puedo recordar el tema de nuestra discusión). Por cada punto que me ofreció, yo respondí con un punto de vista opuesto y obstinado. Intercambiamos argumentos por un rato mientras caminábamos por la tienda. Me negué obstinadamente a cumplir con lo que fuera que quería que hiciera, ofreciéndole cinco o seis razones para rechazar su petición. Cuando llegamos a la caja para pagar, ella estaba exhausta. Continuamos nuestra discusión mientras estábamos allí, en la fila, y en algún punto un hombre mayor detrás de nosotros volteó a su esposa y le dijo: «Ese muchacho es demasiado inteligente para su propio bien».
A menudo hay una relación entre la inteligencia y el rechazo voluntario de la autoridad. Ser inteligente no garantiza que vas a tomar decisiones inteligentes. Por esta razón, la conexión entre el coeficiente intelectual y las creencias religiosas no es sorprendente y poco favorecedor. Hay una gran cantidad de creyentes muy inteligentes; estas personas simplemente han aprendido a someter su autosuficiencia y autocomplacencia antes de investigar el caso de la existencia de Dios.
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J. Warner Wallace es un detective de Cold-Case [casos abiertos], un Christian Case Maker [un presentador de casos cristianos] en el Stand to Reason, y el autor de Cold-Case Christianity [Cristianismo para casos abiertos]
* Información disponible en inglés solamente