Thomas Sowell | 16 de agosto de 2016
(Townhall) – Escuchamos todo el tiempo que «las vidas de los negros tienen valor», pero parece que lo tienen solamente cuando eso ayuda a los políticos a recibir votos, o cuando esa consigna ayuda a los demagogos a demonizar a la policía. Parece que el otro 99 por ciento de las vidas negras destruidas por personas que no son policías no llama mucho la atención de los medios.
¿Qué me dicen del éxito de los negros? ¿Eso tiene valor? Aparentemente, no mucho.
Hemos oído mucho que los estudiantes negros no cumplen con las normas académicas. Uno puede pensar que sería noticia de primera página si algunas escuelas de ghettos negros no sólo cumplen, sino que exceden en su totalidad las normas académicas de las escuelas de otras comunidades de mejor posición económica.
Hay ciertamente toda una serie de escuelas licenciadas en las que los jóvenes negros e hispanos obtienen notas en las pruebas que están bien por encima del promedio nacional. Están las escuelas KIPP (Programa El Conocimiento es Poder) y las escuelas Academia del Éxito [Success Academy], por ejemplo.
Solamente el 39 por ciento de todos los estudiantes de las escuelas estatales de Nueva York que tuvieron pruebas recientemente llegaron al nivel de «competente» en Matemática, pero el 100 por ciento de los estudiantes de la escuela Academia del Éxito de Crown Heights obtuvieron ese nivel en Matemática. Los negros y los hispanos son el 90 por ciento de los estudiantes de la Academia del Éxito de Crown Heights.
En general, las escuelas Academia del Éxito se colocaron en el 2 por ciento de las mejores en Inglés y en el 1 por ciento mejor en Matemática. Los estudiantes hispanos de esas escuelas alcanzaron el nivel de «competente» en Matemática casi dos veces más que los estudiantes hispanos en las escuelas públicas regulares. Los estudiantes negros de esas Academias del Éxito lograron el nivel de «competente» dos veces más a menudo que los estudiantes negros de las escuelas públicas regulares.
Lo que hace a todo esto más sorprendente es que esas escuelas licenciadas están típicamente ubicadas en los mismos ghettos o barrios en los que otros negros o hispanos están fallando miserablemente en las mismas pruebas. Más que eso: las escuelas licenciadas exitosas con frecuencia están situadas en los mismos edificios que las escuelas públicas no exitosas.
En otras palabras: los niños de las minorías, de la misma barriada, que asisten a clases a la distancia de un pasillo unos de otros, o en pisos diferentes, están sacando notas que están muy por encima o muy por debajo del promedio en las mismas pruebas.
Si el éxito de los negros se considerara que tiene la mitad de valor que el fracaso de los negros para ponerlo en las noticias, semejantes datos serían noticias de titulares, y las personas que se preocupan por los intereses reales de los estudiantes negros y de otras minorías se estarían preguntando: «¡Vaya! ¿Cómo podemos tener más niños en esas escuelas licenciadas?».
Muchos padres de las minorías ya se han dado cuenta. Más de 43,000 familias están en las listas de espera para matricular a sus hijos en las escuelas licenciadas. Pero la admisión es por sorteo, y son muchos más los que tendrán que ser rechazados que los que serán admitidos.
¿Por qué? Porque los sindicatos de maestros se oponen a las escuelas licenciadas… y les dan buena plata a los políticos, quienes, a su vez, ponen obstáculos y restricciones a la expansión de las escuelas licenciadas. Estos incluyen políticos como el alcalde «progresista» de Nueva York Bill de Blasio, que pasa por ser un amigo de los negros denigrando a los policías al lado de Al Sharpton.
El resultado neto es que el 90 por ciento de los estudiantes de Nueva York asisten a escuelas públicas regulares que ni de lejos tienen el éxito de las escuelas licenciadas que son administradas por KIPP o la Academia del Éxito.
Esto tiene sentido nada más que políticamente, porque se gana el dinero y los votos de los sindicatos de maestros, para quienes las escuelas existen nada más que para proveer trabajos para sus miembros, y no para proveer educación para los niños.
Si usted quiere entender esta situación absurda y vergonzosa, simplemente siga el rastro del dinero y de los votos.
El éxito de los negros es una amenaza a los imperios políticos y a toda una visión social que está detrás de esos imperios. Esa visión social tiene a políticos como Bill de Blasio y Hillary Clinton haciendo el papel de rescatistas y protectores de los negros frente a enemigos que los acechan por todas partes. Si los políticos pueden promover la paranoia, eso significará más votantes, que es lo que en realidad les importa.
Esa misma visión social le permite a la intelligentsia [intelectualidad] sea en los medios de difusión o en los círculos académicos, estar en el bando de los ángeles contra las fuerzas del mal. Eso es emocionante. Y un grupo de niños que pasan exámenes no se ve ni por asomo tan interesante en la televisión como una turba que marcha por las calles cantando que quieren «policías muertos». El éxito de los negros tiene muy poco que ofrecer a los políticos ni a la intelligentsia. Sin embargo, las vidas y el futuro de los niños negros deberían importar, e importarían si los políticos y la intelligentsia fueran honestos.