David Mann | 21 de enero de 2019
(Barb Wire) – En nuestros tiempos no hay escasez de temas controvertidos. Es fácil pensar en varios asuntos sobre los cuales mucha gente tiene una opinión y una cantidad parecida de gente tiene la opinión exactamente contraria. Sabiendo esto, debería ser obvio que hay alguien que no está diciendo la verdad sobre cada uno de esos temas y que las mentiras que dicen son ampliamente creídas.
Temprano en la vida aprendí que era más importante tener razón que ser popular, y que no era probable que uno llegara a la verdad si seguía a la multitud o se guiaba por la conveniencia.
También he aprendido que el error siempre se oculta magistralmente, de modo que los que se creen las mentiras siempre están convencidos de que están aceptando la verdad. Sin embargo, no importa cuán sinceramente uno pueda creer una mentira, hay inevitablemente unos trucos que usan para tratar de convencer a los demás — y para seguir convencidos ellos mismos.
Primero, y ante todo, evitan las preguntas directas. Cada posición falsa, pero popular, puede ser refutada con hechos concretos y directos, pero cuando salen a relucir esos hechos, los «Truqueros» siempre hallan maneras de evitarlos, desviar la atención de ellos, justificar lo contrario o desdeñarlos. Lo que no harán es tratar de contrarrestarlos de manera directa y honesta, porque… bueno, porque no pueden.
Simulan que los temas ya se han resuelto. Los Truqueros generalmente no dedican mucho tiempo a presentar evidencia de sus posiciones. La mayor parte del tiempo asumen simplemente que ya se ha demostrado de manera firme que su posición es verdadera y no se puede cuestionar. Siempre están prestos a señalar lo que dicen los «expertos»
Un problema que tiene esto es que las opiniones de los «expertos» populares a menudo no son de fiar, en especial sobre asuntos controvertidos; no reflejan lo que se ha descubierto que es verdad, sino lo que los medios y otros con influencia quieren que la gente crea que es verdad. Es más: a los Truqueros sólo les interesan las opiniones de los «expertos» que apoyen (o supuestamente apoyen) sus puntos de vista. En un final desechan la evidencia en sentido contrario, sin que les importe quién la señale.
Fabrican hombres de paja. Los Truqueros pasan mucho más tiempo atacando posiciones opuestas que defendiendo directamente las suyas. Eso es porque resulta mucho más fácil hacer quedar mal las posiciones contrarias que hacer quedar bien las propias. La manera más fácil de hacer quedar mal una posición opuesta es describirla de manera equívoca.
Con frecuencia verá a los Truqueros presentar a las posiciones opuestas en los términos más ridículos posibles, concentrarse en los peores argumentos de esas posiciones y hacer preguntas capciosas sobe ellos sin que en realidad les interesen las respuestas. Los verá hacer todo tipo de comparaciones falsas. Los verá usar burlas baratas y cambiar de tema. Los escuchará llamar a sus oponentes «estúpidos» y «locos». Lo que no los verá hacer es presentar ningún análisis razonable de los puntos de vista con los que ellos no concuerdan.
Presentan información verdadera de forma engañosa. Este es un truco hábil porque por lo general no implica mentir de forma directa. Más bien implica citar datos como si demostraran algo que realmente no prueban. A menudo lo que hacen es contar una pequeña parte de la historia, pero dejar convenientemente el resto fuera — por ejemplo: hablar de casos excepcionales como si fueran la regla o viceversa.
Se niegan a admitir lo que no conocen. Una persona honesta, por lo general, deja claro cuando su posición necesita un poco de especulación, pero semejante admisión es un anatema para un Truquero. Detestan parecer ni siquiera ligeramente inseguros de nada. Por lo tanto, con frecuencia citan cosas como «hechos firmemente comprobados» que en realidad no son más que opiniones o conjeturas.
Evitan llamar a las cosas lo que son realmente. Los Truqueros tienden a ser duchos en el arte de usar eufemismos para distraer la atención de lo que en realidad están defendiendo. Si uno escucha sus palabras sin tener ninguna información previa sobre el tópico en cuestión, podría con facilidad terminar sin idea de lo que realmente se discutió.
Apelan a la emoción antes que a la lógica. Los argumentos basados en las emociones son la especialidad de los «Truqueros». No es casualidad que sus posiciones con frecuencia sean motivadas por la ficción: películas, programas de televisión, etc. Tienen que hacer uso de historias fabricadas porque la realidad es mucho menos conveniente.
Usan argumentos inconsistentes. Las posiciones falsas sostenidas por los Truqueros por lo común los conducen a contradecirse a sí mismos. Sus afirmaciones variarán en gran medida, en dependencia de con quién estén hablando o cuánta honestidad expresen sobre su posición. A menudo emplearán argumentos que ellos creen que serán convincentes, pero que ni ellos mismos se creen en realidad.
Simulan que no existen evidencias en contra. Una expresión favorita de los Truqueros, cuando están analizando información que se niegan a aceptar, es «no hay ninguna evidencia de eso». A menudo dicen eso justo después que se les ha presentado la evidencia. Lo que están diciendo, en realidad, es que no están dispuestos a tener en cuenta con honestidad la evidencia en contra. No la ven porque realmente no la están buscando.
Atacan la discrepancia con presión o manipulación. Como no pueden responder a la oposición honestamente, responden de otras maneras. Presionarán, acusarán o tratarán de avergonzar a los que tienen puntos de vista opuestos. Inventarán toda clase de motivaciones de «tipos malos» para los que no concuerden con ellos. Clasificarán la discrepancia de cómo «odio», «intolerancia» o «ignorancia»
En realidad, tratarán de que a los que discrepan de ellos no se les escuche para nada.
Las opiniones expresadas por los columnistas son personales y no representan necesariamente los puntos de vista de Barb Wire.