Un compromiso vital para una vida mejor

Ramón Arias | 19 de septiembre de 2016

La nación se encuentra inmersa en las ideologías políticas, y nadie escapa el resultado de esa realidad, absolutamente nadie. La política tiene muchas visiones en conflicto para la nación y entre más viajamos por ese camino más peligroso se vuelve.

La nación de Estados Unidos de América no nació para promover una multiplicidad de visiones para la sociedad y sin embargo espera tener una sociedad estable. Durante la época de elecciones cuidado con aquellos que afirman que no están interesados ​​en la política, sin embargo, al mismo tiempo, critican lo mal que están las cosas y cómo se están empeorando; ¿hace sentido su postura?

Si profesas la fe cristiana, debes ser capaz de entender los tiempos que estamos viviendo, y cómo los ataques contra nuestra fe están en aumento, muy similar a lo que ocurre en la mayoría de las naciones del mundo.

¿Sabes qué es lo que creen los candidatos? Haz tu tarea y averigua cuáles son sus convicciones acerca de la libertad religiosa, el respeto a la vida, el matrimonio, los jueces federales, los derechos humanos, la pobreza, la ley y el orden, el terrorismo, la inmigración, la defensa nacional, la decencia en el Internet, y la economía. Debes aplicar el mismo principio a las elecciones locales y estatales. Nunca se debe emitir un voto irresponsable, esa no es una característica de un ciudadano informado o, menos aún, la de un verdadero cristiano. Cada tema es vital y también lo es el hacer tu tarea para comprender plenamente todas las cuestiones; esto es crucial, especialmente antes de la emisión del voto.

Abrazar la advertencia del Salmista, en el siguiente pasaje, es un gran estímulo y nos muestra el camino de cómo debemos abordar y resolver las situaciones actuales que van más allá de nuestra obligación moral para la votación:

«El principio de la sabiduría es el temor del SEÑOR. Buen entendimiento tienen todos los que ponen esto por obra. Su loor permanece para siempre». Salmo 111:10  

Recordemos la proclamación de Abraham Lincoln que firmó el 30 de marzo de 1863, para designar un día nacional de humillación, ayuno, oración y fijado para el 30 de abril de 1863; esto fue cuando los estados estaban en guerra entre sí sobre un tema muy bien conocido. Esta parte de la historia de Estados Unidos debería recordarnos por qué es vital que nos ocupemos de una vida mejor para no llegar a tales efectos devastadores. Se añade el énfasis en negritas para llamar más la atención sobre el desafío que tenemos:

Por el Presidente de los Estados Unidos de América

Una proclamación

Considerando que el Senado de los Estados Unidos, reconoce devotamente la autoridad suprema y el gobierno justo de Dios Todopoderoso en todos los asuntos de los hombres y de las naciones, tiene por resolución pedir al Presidente que designe y aparte un día nacional para la oración y la humillación; y

Considerando que es el deber de las naciones, así como de los hombres de poseer su dependencia de la potencia de Dios, y confesar sus pecados y transgresiones en humilde pesar, pero con esperanza cierta de que el arrepentimiento genuino conducirá a la misericordia y al perdón, y reconocer la verdad sublime, se ha anunciado en las Sagradas Escrituras y de validez comprobada por toda la historia, que esas naciones sólo son bendecidas cuyo Dios es el Señor;

Y, sabemos que por medio de Su ley divina las naciones, como los individuos, son sometidos a sanciones y castigos en este mundo, ¿no hemos de temer justamente que la calamidad terrible de la guerra civil que ahora asola la tierra puede ser sino un castigo infligido sobre nosotros debido a nuestros pecados presuntuosos, hasta lograr nuestra necesaria reforma nacional como pueblo entero? Hemos sido los destinatarios de las generosidades del cielo; se nos ha conservado todos estos años de paz y prosperidad; hemos crecido en número, riqueza y poder como ninguna otra nación ha crecido. Pero nos hemos olvidado de Dios. Nos hemos olvidado de la mano misericordiosa que nos preservó en paz y nos multiplicó y nos enriqueció y nos fortaleció y nos hemos imaginado en vano, en el engaño de nuestros corazones, que todas estas bendiciones fueron producidas por alguna sabiduría superior y virtudes nuestras. Embriagados por el éxito ininterrumpido, hemos llegado a ser demasiado autosuficientes para sentir la necesidad de la gracia redentora y preservadora, demasiado orgullosos para orar al Dios que nos hizo.

Nos corresponde, pues, humillarnos ante el Poder ofendido, confesar nuestros pecados nacionales, y orar por la clemencia y el perdón.

Ahora, por lo tanto, de acuerdo con la solicitud, y total concurrencia en las perspectivas del Senado, por medio de esta proclamación anuncio y separo el jueves, día 30 de abril de 1863, como un día nacional de humillación, ayuno y oración. Y por la presente solicito a todas las personas que se abstengan en ese día de sus actividades seculares ordinarias, y se unan a sus varios lugares públicos de culto y sus respectivas casas en guardar el día santo para el Señor y dedicarse a humildemente cumplir con las funciones religiosas de acuerdo con esta ocasión solemne.

Todo esto hecho en la sinceridad y la verdad, descansemos humildemente en la esperanza autorizada por las enseñanzas divinas que el llanto unido de la nación será escuchado en lo alto y contestado con bendiciones no menos que el perdón de nuestros pecados nacionales y la restauración de nuestro ahora dividido y sufriente país a su condición anteriormente feliz en la unidad y la paz. En fe de lo cual he puesto al calce de mi puño y letra y el sello de los Estados Unidos que se coloque.

Hecho en la ciudad de Washington, el día 30 de marzo, A. D. 1863, y de la Independencia de los Estados Unidos, el ochenta y siete.

ABRAHAM LINCOLN.
Por el Presidente:
William H. SEWARD, Secretario de Estado.
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