Ramón Arias | 26 de mayo de 2015
El 16 de junio de 1858, la Convención Estatal Republicana en Springfield, Illinois, eligió a Abraham Lincoln como su candidato para el Senado de los Estados Unidos, su oponente fue el demócrata Stephen A. Douglas. Lincoln tituló su discurso «Una casa dividida contra sí misma no puede permanecer». Como abogado hábil, orador y político que conocía a su audiencia, utilizó una declaración conocida hecha por Jesús que está registrada en los Evangelios de Mateo, Marcos y Lucas, para impulsar su mensaje con los fines previstos.
Douglas derrotó a Lincoln para el asiento del Senado estadounidense. Sin embargo, en 1860, Lincoln fue nominado como candidato presidencial por el Partido Republicano y ganó. Para marzo de 1861, Lincoln se desempeñaba como el 16.º Presidente de los Estados Unidos hasta que fue asesinado en abril de 1865.
Fue el mensaje de Lincoln «Una casa dividida contra sí misma no puede permanecer” lo que llamó la atención de la nación en un momento en que Estados Unidos estaba en una gran crisis moral, constitucional y política. ¿Piensas que a la luz de esto, hemos resuelto la enorme crisis de hace 155 años en nuestra nación? Si tienes una mente abierta, y ruego que así sea, llegarás a la conclusión de que los problemas nunca se resolvieron a pesar de que Estados Unidos ha pasado por un proceso de poder social, económico y prominencia en el mundo.
Lincoln utilizó el tema de la esclavitud como el tema principal de su mensaje de 1858. En su discurso de apertura, afirmó:
«Una casa dividida contra sí misma no puede permanecer». Creo que este gobierno no podrá soportar, de forma permanente ser mitad esclavos y mitad libres. No espero que la Unión se disuelva – No espero que la casa se caiga – pero sí espero que deje de estar dividida. Se convertirá en toda una cosa o toda otra cosa.
Independientemente de donde estás parado en tus creencias acerca de Lincoln una cosa es cierta, la guerra entre los Estados fue innecesaria pero el gobierno federal la utilizó para centralizar el poder de la nación. Mis años de investigación sobre los hechos históricos han arrojado una luz diferente a lo que nos han dicho, por lo que ahora nos enfrentamos con dos versiones.
Lincoln hizo una declaración universal al citar a Jesús y haríamos bien en prestarle atención.
Permítanme citar lo que Mateo escribió acerca de la declaración de Jesús:
“… Todo reino dividido contra sí mismo es asolado, y toda ciudad o casa dividida contra sí misma no se mantendrá en pie”. (Mateo 12:25)
Observa cómo el enfoque de la división que Jesús señala incluye la nación, una ciudad y una casa. La división es el resultado de los desacuerdos, que son el resultado de nuestra forma de ver y entender la vida.
Si la generación de Lincoln profesaba la fe cristiana bíblica, entonces ¿por qué había una gran crisis moral, constitucional y política? Sólo hay una respuesta: el cristianismo de a mediados del siglo XIX estaba dividido en sus posiciones doctrinales, que lo hacían débil y sin fruto. Si las personas o los hogares están divididos no pueden estar juntos por mucho tiempo, porque se derrumbarán.
Estados Unidos fue elegido por Dios para ser una luz para las naciones; no es diferente que el antiguo Israel. Cada vez que la nación de Israel se apartaba de la ley moral de Dios, Dios pacientemente la esperaba a que ella volviera a sus sentidos y constantemente le envió profetas para advertirle del peligroso camino que había tomado.
“Escuchen este mensaje que el Señor ha hablado contra ustedes, oh pueblo de Israel, contra toda la familia que rescaté de Egipto: «De entre todas las familias de la tierra, solo con ustedes he tenido una relación tan íntima. Por eso debo castigarlos por todos sus pecados». ¿Pueden dos caminar juntos sin estar de acuerdo adonde van?” Amós 3:1-3
Si sólo los cristianos estuvieran dispuestos a utilizar el pensamiento crítico en la evaluación de qué tan divida está la nación y que el único camino posible para la reconciliación nacional es que los cristianos abracen la doctrina del autogobierno bajo Dios.
Una conversión personal en Cristo y el autogobierno bajo los principios de Dios son fundamental antes de que pueda propagarse a los demás por medio de la evangelización. La conversión auténtica provoca una poderosa renovación que puede cambiar y demoler las divisiones entre nosotros. Los cambios globales a las instituciones sociales le seguirán a este cambio, cuando la mayoría está de acuerdo en vivir bajo los principios bíblicos.
Esta renovación se desbordará e irá más allá de nuestras fronteras, que tendrá un efecto en todo el mundo y la gente va a aceptar voluntariamente estar bajo la jurisdicción de Cristo y bajo los principios del autogobierno. Esto es lo que el mundo está esperando.
El dios humanista ha fallado; se ha demostrado que las ideas del hombre, separadas de Dios, no pueden establecer la unidad social, el orden y el progreso.
Le corresponde a los cristianos estadounidenses hacer todo lo necesario para detener lo que podría ser un colapso inevitable.