Nena Arias | 15 de agosto de 2022
“Porque dejando los mandamientos de Dios, se aferran a la tradición de los hombres.
Les decía también: —¡Bien desechan el mandamiento de Dios para establecer su tradición!”
(Marcos 7:8-9)
Mientras tomamos una vista panorámica del mundo, difícilmente podemos decir que la humanidad se dirige en la dirección correcta. Es todo lo contrario, es obvio que cada día que pasa la humanidad aumenta su destrucción.
Esta destrucción es el resultado de la miríada de creencias que la gente adopta. Un ejemplo de ello es lo que estamos presenciando con la creciente fuerza del islamismo, cuyas propias declaraciones han revelado, está decidido a extender el islam por todo el mundo.
La China comunista está ganando y desempeñando un papel cada vez más importante en el escenario mundial. Estamos siendo testigos de cómo el gobierno chino está haciendo cada vez más alianzas con diversas naciones y se está volviendo más audaz en extender sus tentáculos. Algo alarmante de notar son las poderosas fuerzas militares que está construyendo con sus ganancias y la tecnología que está adquiriendo. ¿Cuáles son sus intenciones?
Nunca debemos olvidar que el ateísmo es una religión, aunque se ha demostrado ineficaz hay quienes se aferran a él y creen que es la solución para el mundo y la humanidad. Tienen toda la intención de implementarlo.
Por otro lado, está el resurgimiento del socialismo en América Latina, e incluso en Norteamérica y otros continentes. Históricamente, el socialismo también ha demostrado su fracaso, pero estamos viendo su resurrección a pesar de su horrendo historial de destrucción.
A este panorama mundial hay que añadir algo de gran preocupación y es la perversión moral socialmente asfixiante en la que el mundo occidental se está ahogando y exportando al resto de las naciones.
Incluido en este lienzo mundial está el creciente interés en el ocultismo y las religiones mundiales.
Un área que es verdaderamente alarmante es cómo el liberalismo se ha infiltrado en la cristiandad y la ha influido hasta el punto de volverla en gran medida ineficaz y convertirla en carne de cañón para el ridículo mundial. La confusión doctrinal causada por el rechazo de la iglesia en aceptar y vivir de acuerdo con la totalidad de las Escrituras a pesar de la advertencia de Jesús contra aquellos que rechazarían los absolutos de Dios como la autoridad final presenta una gran evidencia contra nosotros para juicio. Jesús dijo: “Porque dejando los mandamientos de Dios, se aferran a la tradición de los hombres. Les decía también: —¡Bien desechan el mandamiento de Dios para establecer su tradición!” (Marcos 7:8-9)
Toda la humanidad está desesperada por una visión, no por el fin del mundo, sino por algo que le dé una base sólida sobre la cual sostenerse y construir para la vida.
De las principales perspectivas que dominan las ideas para la humanidad tales como: el humanismo secular, el marxista-leninismo, el humanismo cósmico o la nueva era, la única que es completamente correcta y puede ofrecer un sistema de ética infalible es la perspectiva bíblica. La perspectiva de Dios es la única garantía que tienen las naciones para la verdadera libertad y el progreso. Es la única guía verdadera para ayudarnos a tomar decisiones personales, familiares y profesionales. La voluntad de Dios obra porque es justicia para todas las sociedades.
La ética bíblica es también la que le da normalidad a la justicia cívica, aunque muchos cristianos no lo crean, eso no cambia el hecho de que es la verdad absoluta. Además, muchos cristianos miopes tiemblan ante la idea de que la ética bíblica debe dominar la política. Ese temor proviene de la confusión y las inconsistencias en la doctrina. A los cristianos ya no se les enseña de manera absoluta que la política sin fundamento bíblico nunca puede producir los resultados deseados para todos.
El cristianismo, así como el mundo, necesita una visión clara de la importancia de la Biblia en la implementación de la justicia civil. Es muy evidente, por la condición del mundo, que no podemos seguir usando la razón como única base para interpretar la vida. ¿Por qué? Porque el pecado y la transgresión de la Ley de Dios nos afecta mentalmente y por lo tanto perjudica nuestra capacidad de discernimiento. Tampoco podemos tomar como fundamento sólido el consenso general o la decisión de la mayoría si no procede de la sabiduría agradable a Dios. La ética de Dios es la única forma de asegurar que las decisiones no se basen únicamente en intereses personales que resultan del egoísmo.
No podemos confiar en las decisiones de los “expertos” en las áreas importantes del desarrollo humano cuyas decisiones se basan en la interpretación de la vida desde una perspectiva pecaminosa. La historia muestra que son estos «expertos» los que nos han causado tantos problemas debido a sus puntos de vista distorsionados y miopes. Insisto en declarar que hacer las cosas a la manera de Dios es la única manera de llegar a una política sana.
Debido a que los caminos de Dios son mucho más elevados que los nuestros, lo que Él dice y lo que decimos nosotros sobre un tema pueden ser dos puntos de vista totalmente opuestos. Por esta razón, constantemente debemos verificar meticulosamente a través del filtro de la Biblia lo que dice sobre cualquier tema que requiera una solución. Una vez que la Biblia revela un camino claro de acción para resolver un problema, debemos decidir obedecer o desobedecer lo que Dios ha dicho; los resultados dependerán de esta decisión.
La Biblia entera, el Antiguo y el Nuevo Testamento, nos dan una amplia perspectiva del carácter de Dios y Su voluntad para todas las áreas del desarrollo humano. El Apóstol Pablo, refiriéndose a las Escrituras del Antiguo Testamento, dijo lo siguiente: “Toda la Escritura es inspirada por Dios y es útil para la enseñanza, para la reprensión, para la corrección, para la instrucción en justicia, a fin de que el hombre de Dios sea perfecto, enteramente capacitado para toda buena obra” (2 Timoteo 3:16-17). La totalidad de la Biblia es la única fuente que revela cómo verdaderamente hacer buenas obras.
Una visión para el desarrollo de la vida social y política que se base en una supuesta “neutralidad”, sin la influencia de Dios, es un fracaso garantizado. Todos los Mandamientos de Dios están diseñados para abrir un camino para que la humanidad salga del pantano de pecado y destrucción en el que se encuentra. Solo en la totalidad de las Escrituras la gente de todas las edades puede encontrar la verdadera sabiduría para tomar decisiones correctas en todos los temas, aunque el mundo pueda ridiculizar y gritar a todo pulmón en desaprobación; los resultados hablarán por sí mismos. “Bienaventurados los íntegros de camino, los que andan según la ley del SEÑOR” (Salmo 119:1). Todo conocimiento debe tener la Biblia como máxima autoridad para verificar su verdadero valor. Solo en sus páginas podemos encontrar el plan para reconstruir la vida y un mundo en el que queremos vivir.
O aceptamos la dirección y guía de Dios a través de Su Santa Palabra o tendremos que sufrir las consecuencias de la destrucción continua en diversas manifestaciones que son inimaginables hasta que se levante una generación que prestará más atención a lo que Dios dice y se propone en su corazón para obedecerle.