Frederick Douglass y el control de armas

Star Parker | 28 de febrero de 2018

(townhall.com) – El presidente Trump ha aprobado una legislación bipartidista que establece la Comisión por el Bicentenario de Frederick Douglass, a fin de celebrar la vida y la obra de Douglass. Tengo el honor de haber sido nombrado, junto con la Dra. Alveda King, sobrina del Dr. Martin Luther King, hijo, y otros más, para ser parte de dicha Comisión.

Nacido esclavo hace 200 años, Douglass aprendió a leer y escribir de manera autodidacta, se escapó y llegó a ser un activista antiesclavista y por los derechos humanos, editor de periódicos y asesor de presidentes.

Pienso en la vida y las luchas de Douglass cuando observo el último debate público sobre el derecho de los ciudadanos americanos a portar armas. Observo con asombro la facilidad con la que tantos están dispuestos a poner en peligro las libertades principales que nos definen como americanos y por las cuales tantos han luchado y muerto.

En mayo de 1865, un mes después del fin de la Guerra Civil, Douglass habló a la Sociedad Americana Antiesclavista, reunida en la Iglesia de los Puritanos de la ciudad de Nueva York

El tópico de la discusión fue si la Sociedad debía continuar su funcionamiento, a la luz de la abolición formal de la esclavitud. A finales de ese año sería ratificada la Decimotercera Enmienda, que prohibía la esclavitud en los Estados Unidos.

El discurso de Douglass estuvo titulado «¿Bajo qué nueva piel vendrá la vieja serpiente?».

Habló de manera profética, cuestionando el valor de la enmienda antiesclavista si los americanos negros no estuvieran protegidos por los derechos garantizados en la Constitución de los EE. UU.

«… mientras las Legislaturas del Sur puedan quitarle (al hombre negro) el derecho de poseeré y portar armas, como pueden hacerlo… la obra de los Abolicionistas no estará terminada».

Vayamos adelante 145 años a otro hombre negro, Otis McDonald, que planteó una demanda judicial a la ciudad de Chicago por su ordenanza que le prohíbe poseer un arma para protegerse a sí mismo y a su propiedad del vandalismo y los robos con fuerza que ocurren con regularidad en su barrio.

El caso de McDonald llegó hasta la Corte Suprema, la cual dictaminó en 2010 que los estados y localidades no pueden infringir la protección de la Segunda Enmienda con respecto a que los individuos posean y porten armas.

La decisión se derive de la Decimocuarta Enmienda, la segunda de las Enmiendas a la Constitución posteriores a la Guerra Civil. Mientras que la Decimotercera Enmienda abolió la esclavitud, la Decimocuarta Enmienda garantizó la protección de los derechos constitucionales en los estados:

«Ningún estado elaborará ni aplicará ley alguna que infrinja los privilegios ni inmunidades de los ciudadanos de los Estados Unidos, ni privará a persona alguna de la libertad ni la propiedad sin el debido proceso de la ley».

Esta Enmienda estaba dirigida a lo que preocupaba a Frederick Douglass, de que, aunque la esclavitud había sido abolida, los estados todavía tenían gran poder para negar a los ciudadanos sus derechos constitucionales.

La decisión de la Corte Suprema en McDonald vs Chicago declaró que la cláusula del «debido proceso» de la 14ª Enmienda protegía el derecho de los ciudadanos de poseer y portar armas en los estados, de acuerdo con la 2ª Enmienda.

El Juez Asociado Clarence Thomas, aunque apoyó la decisión de la mayoría, escribió una opinión concurrente por separado, diciendo que la protección de la 14ª Enmienda se derivaba de la cláusula de «privilegios o inmunidades».

«Privilegios o inmunidades» -decía Thomas- son nuestros derechos más fundamentales como ciudadanos, y de eso es de lo que trata el derecho de los ciudadanos americanos de poseer y portar armas.

Thomas, en su opinión, documentó la sangrienta historia de asesinato y linchamientos contra los activistas por los derechos civiles blancos y negros.

«Si el Gobierno federal no aplicara el derecho inalienable de poseer y portar armas, esas milicias y turbas hubieran tenido un éxito trágico frente a las mismas personas que la 14ª Enmienda acababa de hacer ciudadanos».

La libertad no es gratis, ni es fácil. La alternativa a la libertad es la tiranía. Los que piensan que es una buena idea sacrificar nuestra libertad antes que enfrentarse a sus grandes desafíos, erran de manera trágica.

Frederick Douglass sería hoy, seguramente, un partidario de la NRA, y estaría luchando para preservar nuestro derecho a protegernos.

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