«La duda de Darwin»

Jerry Newcombe | 22 de julio de 2013 

Cada vez que inicio una sesión en la computadora y tengo que introducir mi contraseña, me acuerdo de lo imposible que es la evolución. 

Un pequeño error con el teclado, y no puedo iniciar la sesión. Existe inclusive in sitio web en el que aparentemente  estoy en un permanente «purgatorio de inicio de sesión». Nunca puedo iniciar mi sesión. Seguro que es un error del operador. Aún así… 

¿Cómo se relaciona todo esto con la evolución? Si la evolución fuera cierta, entonces tendríamos que creer en toda una cadena de secuencias complejas dirigidas a que todo salga bien— repetidamente.

Usemos un ejemplo estereotipado: Sería lo mismo que un mono que teclee al azar y termine escribiendo las obras completas de Shakespeare sin ningún error.

Hay un nuevo libro sobre la evolución que está atrayendo mucho la atención — y merecidamente. Se titula «Darwin’s Doubt»  [«La duda de Darwin»], escrito por Stephen Meyer. Si usted está familiarizado con el tema, el subtitulo le parecerá muy inteligente “El origen explosivo de la vida animal y el caso del diseño inteligente”.

No se trata de un libro menor escrito por un «fundamentalista oscurantista de un lugar remoto». Está publicado por HarperCollins y fue escrito por un hombre que recibió su doctorado en Cambridge. Este libro ilustrado de 500 páginas se abrió camino hasta el séptimo lugar en la lista de éxitos de librería del New York Times. 

Yo tuve el privilegio de entrevistar al Dr. Meyer del Discovery Institute en mi programa de radio, la semana pasada. Él expresó sobre su libro: «El título cuenta la historia. Yo cuento la historia de una duda que tuvo Darwin sobre su propia teoría». La duda se centra alrededor de lo que se conoce como la Explosión Cámbrica.

Hace alrededor de una década, la revista Time publicó una historia de portada sobre la Explosión Cámbrica. La llamaron el «Big Bang de la Biología». Los geólogos ubican el periodo Cámbrico, el cual dicen que tuvo lugar supuestamente 550 millones de años atrás, siete períodos geológicos antes del Jurásico, como en «Parque Jurásico».

Meyer explica: «La Explosión Cámbrica hace referencia a la aparición, geológicamente repentina o abrupta, del mayor grupo de animales en los inicios del registro fósil, en un período de tiempo que los geólogos llaman Cámbrico». La palabra clave es “abrupta”. 

En su libro clásico «El origen de las especies», Darwin escribió: «Si se pudiera demostrar la existencia de cualquier órgano complejo que no pudiera haber sido formado por numerosas modificaciones, sucesivas y leves, mi teoría se vendría abajo. No obstante, no he podido encontrar ningún caso».

Sin embargo, Meyer dice que Darwin estaba enterado del periodo Cámbrico («al principio llamado comúnmente Silúrico» [«Darwin’s Doubt» p. 6]). Meyer dice: «era un reto para su teoría porque él había anticipado que el mecanismo de selección natural, actuando sobre variaciones aleatorias, tendría que haber trabajado muy lento y gradualmente. Creyó que las variaciones debían ser lentas, ínfimas y graduales. Si hubieran sido grandes, el mecanismo hubiera creado deformidades que no habrían sobrevivido, por lo que pensó que el mecanismo necesitaba generar variaciones pequeñas y graduales. Eso habría tomado mucho tiempo».

Como se ha señalado, Darwin era consciente de la Explosión Cámbrica, pero esperaba que futuros descubrimientos de alguna manera anularan el significado del Cámbrico. No obstante, no lo han hecho.

Meyer les dijo a mis radioyentes: «Lo que vemos en los registros fósiles es la aparición abrupta de estas formas animales. [Darwin] supo de algunas de ellas en su tiempo; pero anticipó o deseó que futuras generaciones de cazadores de fósiles y paleontólogos descubrieran los ancestrales precursores de estas formas animales en las capas del temprano pre-Cámbrico».

¿Qué ha sucedido desde que El Origen fue publicado en 1859? «De hecho» -dice Meyer-, «lo que ha sucedido es que más y más animales del periodo Cámbrico han sido descubiertos, la mayoría de los cuales aún siguen careciendo estas formas ancestrales. Y así tenemos este modelo de aparición muy abrupta, discontinua, en contraste con la imagen de la historia de la vida, que Darwin dibujó como un lento y gradual desarrollo de la vida».

Este problema del darwinismo no se encuentra solamente en los fósiles. Los tan conocidos eslabones perdidos, todavía no aparecen. Sin embargo, Meyer nota también: «Es el problema más profundo de dar con un mecanismo que explique la vida animal compleja, sobre todo a raíz de todas las cosas que se han descubierto en los últimos cincuenta, sesenta años en la biología acerca de la importancia de la información: el código digital y otras formas de información que se almacenan en el ADN y en otras partes de la célula».

Meyer añade: «Es igual que en las ciencias informáticas. Si usted quiere tener una nueva función en su computadora, tiene que tener montones de códigos y de instrucciones. Si usted quiere construir estas formas animales complejas ahora sabemos que necesita información, instrucciones. Esa es la pregunta crucial que está creando realmente un punto muerto en la teoría evolutiva. ¿De dónde viene esa información?»

Oh, ya veo: «En el principio era el Verbo…»

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